Un día en la Maracaibo postapocalíptica
Caminaba por la calle, mi compañía, como casi siempre, era el sol del mediodía en Maracaibo. El calor de por sí era sofocante y en ese momento sentía que el tapabocas que tenía puesto me sofocaba más aún. La ruta que transito casi diariamente para ir a la tienda a comprar provisiones emulaba ser el escenario de un mundo postapocalíptico aquel día: casas y edificios cerrados a cal y canto, autos cubiertos de polvo en los porches o aceras. En el camino, por el que normalmente me topo con una docena de transeúntes, no divise alma alguna, más allá de dos perros raquíticos que pasaron a mi lado al trote, o señales de vida humana. Llegué a la tienda, una pequeña casa de portón negro y no más de dos metros de altura convertida en un negocio de víveres, lo que más llamó mi atención fue el cartel de la entrada, escrito con marcador negro subrayado en rojo, que rezaba el mensaje: «no se atenderá a nadie sin tapaboca», junto a él, sobre una mesita, estaba puesto un rociador que tenía escrito, con el mismo marcador negro, «agua con alcohol, use a gusto». Por primera vez comprobé cómo la cuarentena, decretada a nivel nacional hace cinco días, empezaba a cambiar el día a día común en la ciudad.
Día seis de cuarentena. Con la visión aún empañada busqué torpemente el botón de encendido de la computadora hasta que por fin, luego de unos segundos, di con él y pasó a convertirse en la única fuente de luz en un pasillo cubierto por la penumbra; vi la hora, las 3:20 de la mañana, por alguna razón este confinamiento ha invertido mi horario de actividad y descanso.
Las noticias respecto al coronavirus, la nueva pandemia que azota al mundo, para ese momento podrían describirse de muchas formas, ninguna alentadora, la mayoría de las informaciones provenían del viejo continente. Italia presentaba su fecha pico de muertes por el virus en 24 horas, al rededor de 600 personas, España iba en subida de enfermos y muertes por igual, por otro lado, acá en Venezuela, sumaban 23 casos nuevos, para un total de 65, según leí en una nota de El Nacional. Entré al baño a lavarme y quitarme la pesadez del sueño, el agua fría en mi rostro fue más que suficiente para esto último. Para cuando salí ya el café, que había dejado preparándose, impregnaba con su agradable aroma toda la casa.
A pesar de todo, trasnocharse tiene sus ventajas. Para empezar la velocidad del internet a esa hora es óptima, algo que no sucede en el resto del día ya que, con todo el mundo en sus casas, las líneas de telecomunicaciones parecen estar saturadas. También está la tranquilidad de noche, que me resulta de lo más reconfortante e incluso inspiradora. En esas efímeras horas pude escribir un par de historias cortas, algo que normalmente me tomaría varios días. Sin embargo, la inspiración duró hasta que el cantar de los pájaros me avisó que el amanecer estaba próximo. Junto con la mañana, mi abuela, mi madre y mi hermano despertaron uno tras otro y rápidamente la placidez de la noche se esfumó. Pronto me tocaría ir a buscar la comida otra vez, en esta cuarentena yo soy el elegido para hacer las compras y vivimos de comprar, como le dicen, "al día" todos los alimentos que sean perecederos.
El mediodía llegó, al igual que mi recorrido diario, por un instante pensé en no salir porque me sentía con gripe y parte de la madrugada la pasé tosiendo, pero todo quedó en solo un pensamiento. Esta vez, mientras caminaba nuevamente hacia la misma tienda del día anterior, vi a una persona: una señora menuda, con la cara cansada, llena de arrugas y manchas típicas de la edad. Ella estaba parada en la acera esperando algo, o al menos esa fue la impresión que me dio, al tiempo que balanceaba lentamente entre sus manos una bolsa plástica negra cuyo contenido parecía ser más pesado que la propia señora en sí. Pasé a su lado y escuché vagamente que me decía algo, el tapabocas azul que tenía no dejó que se entendieran bien sus palabras. Me repite: «¿Por aquí pasa el bus del Uni 6, verdad?». Le respondo que sí, no obstante intento explicarle que es poco probable que un bus pase, puesto que el transporte público está suspendido durante la cuarentena, aún así ella parece no entender, me repite un par de veces que Lucía –nunca supe quién es Lucía– le dijo que esperara el Uni 6 por esa calle.
No pude volver a explicarle que el transporte público estaba suspendido porque, tras pronunciar unas pocas palabras, un ataque de tos, que no pude parar, me impidió seguir hablando. Nunca antes en mi vida vi a una octogenaria caminar tan rápido, y además arrastrando una bolsa, como aquella señora alejándose de mí. Supongo que el coronavirus ha alimentado un poco la paranoia de los ciudadanos.
Fotografía de @fotorincon12
XXX
A quien pueda interesar: Esta crónica forma parte de mi participación en el concurso Maracaibo, ciudad de bardos y cronistas bajo el título de La señora espera el bus.
¡Gracias por leerme! Espero que te haya gustado, y gracias de antemano por tu apoyo.
¡Excelente estilo narrativo! Felicitaciones.
Para la fuente de las imágenes, es ideal que coloques el enlace a la página donde está la original. De esa manera es más fácil para el curador verificar el origen.
¡Éxitos!
Hola, @ylich. Gracias por el apoyo y por tus palabras. En verdad ese tipo de comentarios son muy motivadores para mí.
Respecto a la foto, la autora, que es mi novia, me la cedió para este post. Hasta donde sé, no la ha publicado en otro lugar antes.
¡Saludos!
¡Felicidades! Esta publicación obtuvo upvote y fue compartido por @la-colmena, un proyecto de Curación Manual para la comunidad hispana de Hive que cuenta con el respaldo de @curie.
Si te gusta el trabajo que hacemos, te invitamos a darle tu voto a este comentario y a votar como testigo por Curie.
Si quieres saber más sobre nuestro proyecto, acompáñanos en Discord: La Colmena.
¡Gracias por el apoyo!
This post was shared in the Curation Collective Discord community for curators, and upvoted and reblogged by the @c-squared community account after manual review.
@c-squared runs a community witness. Please consider using one of your witness votes on us here
¡Gracias por el apoyo!