Esta semana decidí retomar la fotografía, y hoy me sentí muy afortunada. Mientras caminaba por la ciudad, me topé con cuatro autos clásicos que me dejaron sin aliento. Cada uno parecía tener su propia personalidad. Esta vez quise experimentar con la edición: aislé los autos y dejé el color solo en ellos, para que fueran los protagonistas absolutos de la escena.

El primero, un azul intenso con líneas redondeadas, me atrapó de inmediato. Su carrocería un poco desgastada y su presencia firme me hicieron imaginar historias de viajes largos, de calles que recorrió décadas atrás. En la fotografía, parece orgulloso de su edad, mostrando con elegancia que lo antiguo también tiene fuerza.

El segundo, un rosado oscuro, estaba estacionado frente a un edificio sencillo, pero su color lo hace imposible de ignorar. Hay algo en ese tono que inspira energía y atrevimiento; casi podía sentir el rugido de su motor, y la edición que escogí hace que se sienta aún más vivo, aislado del mundo gris que lo rodea.

El tercero, un azul más profundo visto desde atrás, con su cromo reluciente, me hizo detenerme. Hay algo melancólico en verlo así, como si estuviera despidiéndose de los días de gloria mientras sigue esperando aventuras nuevas. Me encanta cómo en la foto se refleja su carácter tranquilo pero firme, invitando a imaginar qué historias guarda en su interior.

Y el último, un rojo-naranja con techo blanco, no solo brillaba por su color, sino por su actitud. Parecía decir: “aquí estoy, no me escondo, y aún tengo mucho por dar”. Me hizo sonreír instantáneamente; es imposible no sentir alegría al mirar un auto así, tan lleno de vida y personalidad.

Hoy aprendí que la fotografía es también una forma de conversación: cada auto me habló, cada color me inspiró, y cada detalle me recordó que la belleza está en lo que a veces damos por sentado.

English Version

This week I decided to pick up photography again, and today I felt incredibly lucky. As I walked through the city, I came across four classic cars that completely took my breath away. Each one seemed to have its own personality. This time I wanted to experiment with the editing: I isolated the cars and kept the color only on them, making them the true protagonists of the scene.

The first one, a bright, intense blue with rounded lines, caught me immediately. Its slightly worn body and steady presence made me imagine stories of long trips and streets it once traveled decades ago. In the photo, it looks proud of its age, showing with elegance that old things can still have strength.

The second one, a dark pink, was parked in front of a simple building, but its tone makes it impossible to ignore. There’s something in that color that inspires energy and boldness; I could almost hear the roar of its engine. And with the editing, it feels even more alive, standing out from the gray world around it.

The third one, a deeper blue seen from the back, with its shiny chrome, made me stop for a moment. There’s something nostalgic about seeing it that way, as if it were saying goodbye to its glory days while still hoping for new adventures. I love how in the picture it reflects a calm yet firm character, inviting me to imagine what stories it keeps inside.

And the last one, a red-orange car with a white roof, didn’t just shine because of its color, it shone because of its attitude. It looked like it was saying: “Here I am, I’m not hiding, and I still have plenty to offer.” It instantly made me smile; it’s impossible not to feel joy when looking at a car so full of life and personality.

Today I learned that photography is also a form of conversation: each car spoke to me, each color inspired me, and every detail reminded me that beauty exists even in the things we take for granted.

Source

• The cover was made on Canva.
• All the photos are taken and edited by me on Snapseed.
• English is not my native language, I apologize if you find any mistakes in the translation.
• Translated with DeepL.com (free version)

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