La última noche

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_{Photo by Mark Williams on Unsplash}

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Después de pasar un par de días en el hospital en mis guardias rutinarias, he decidido volver a casa para ver a mi gato y pasar tiempo frente al TV hasta que me toque mi nueva dosis de realidad dentro de dos días. Dos días de descanso en casa no son nada para lo muchísimo que se trabaja en el área de emergencias pero, está es la vida que escogí al querer estudiar medicina y trabajar en el hospital municipal más importante de mi ciudad.

Al llegar a casa conseguí a mi gato, aún vivo, alimentado por mi vecina que, insisto, quiere tener algo conmigo porque no justifico su amor a mi gato, ¿o simplemente es buena persona? Desde que estoy en ese hospital y he visto tantas desgracias, creo que me he vuelto frío y distante con quien desee mostrarme un poco de cariño y/o amor, ni a mis padres les envío un texto para saber cómo están, aliviado estoy de no ser su único hijo.

A los pocos minutos de haber entrado, tocan mi puerta y es mi vecina, muy amablemente me explica que como vio mi correo atiborrado, lo guardó para mí para así evitar que me lo robaran o algo similar, hoy en día no se sabe, la delincuencia está a la orden del día. Adicional a eso, me dice que Thanos, mi gato, se portó muy bien y sigue la dieta al pie de la letra, amablemente le agradecí todos sus buenos gestos y me despedí de ella porque tenía cosas por hacer. Para mí, mi tiempo a solas, se ha vuelto sagrado, el silencio de mi departamento se ha vuelto algo que no deseo que nadie invada, sólo Thanos.

Después de echarme un baño para sacarme toda la carga del hospital, incluyendo lo poco que uno logra bañarse, decido revisar mi correo, eran varias cartas de cuentas por pagar (agua, gas, internet, etc), una nueva tarjeta de crédito que no usaré y un extraño sobre negro con mi nombre el cual estaba de último, me sorprendió porque sólo decía mi nombre en letras plateadas y me sorprendió tanto que decidí no abrirlo aún, lo dejé sobre la isla de la cocina y pasé al mueble a reposar junto a Thanos que exige muchas atenciones cuando llego.

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_{Photo by Andras Vas on Unsplash}

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Luego de pasar un par de horas con Thanos, me puse a revisar mis redes sociales, comentar las fotos de los cumpleaños a los que no fui y los baby showers de mis amigos a los que no iré. En esas ideas y vueltas del uso de Internet, se me hicieron más de las dos de la tarde y decidí levantarme a hacerme algo de comer, ojalá pudiéramos recargar batería de otra forma, pero hasta ahora es físicamente imposible, a menos que se usen drogas.

Cuando fui hasta el refrigerador buscando qué comer o qué hacer para comer, vi la isla de la cocina y vi el sobre negro que, por andar navegando en Internet y pasando tiempo con Thanos, había olvidado. En esta oportunidad, la curiosidad pudo más que mi hambre y decidí abrirlo, a lo cual me sorprendió más aún, porque sólo decía:

Estás cordialmente invitado a una función de circo privada.
¡Está será la mejor noche de tu vida!
Sábado 8PM | Viejo Cobertizo de Hades

Ahí fue que entendí, el "Viejo Cobertizo de Hades" es un lugar en el cual pasé maravillosos momentos durante la universidad, ahí ahogabas mis penas de amor y mis penas educativas, ¿quién no ha fallado un examen importante en su carrera? Perdí mi pánico a esta carta al saber de dónde venía pero lo recuperé al pensar, en pleno siglo XXI en el cual existen smartphones y redes sociales, ¿por qué no lo enviaron por esos medios? Aunque, si es una función privada, tiene sentido para mí, al menos un poco. Así que tengo planes para esta noche pero no dice si puedo o no llevar a alguien, le enviaré un texto a mi vecina y le comentaré que me ausentaré en la noche para que le eche un ojo a Thanos mientras no estoy, él ya es un gato algo mayorcito, sin embargo, me agrada que alguien lo cuide mientras no estoy.

Estuve listo como una hora antes, mi vecina apareció media hora antes. Todo perfecto para irme porque el camino en vehículo son como 5 minutos y siempre me gusta llegar a tiempo a todo, aunque no lo parezca. Al llegar al sitio, noté que no estaba tan iluminado como cualquier circo o como era el sitio en mis tiempos de juerga. Al llegar, di mi invitación a un joven bastante ocupado en su smartphone y no en lo que yo le entregué, solo me abrió la puerta a un pasillo bien oscuro y por el cual me dio nervios empezar a caminar.

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_{Photo by Charles Deluvio on Unsplash}

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Al comenzar a cruzar este largo pasillo tenebroso, sentí como el sudor frío cruzaba mi espalda. Fue tan largo el viaje para mí que alcancé a contar las gotas, fueron unas 15, que yo recuerde y unos 20 pasos, aproximadamente. No era un pasillo largo pero sus penumbrosa oscuridad me hizo sentirlo infinito y me hizo sentir que debía volver pero, al darme la vuelta y buscar la otra puerta, por donde entré, ya estaba cerrada así que seguí. Probablemente, ésto sólo sea una manera de predisponerme a lo que vendrá y así relajarme porque, a fin de cuentas, estoy yendo a una función de circo, ¿no?

Pase la puerta que estaba al final del pasillo y entré a una habitación medio a oscuras, con un foco directo a una silla y, ahí sentí el pánico atravesar mi cuerpo entonces dije "¿Hola?" y salió una voz femenina del fondo diciendo "Hola Santiago, bienvenido, toma asiento que pronto comenzaremos". Esa voz se me pareció conocida, pero como era presa del pánico, no me dio la mente para recordar de quién era pues, trabajo en un hospital, ¿cuántas miles de voces puedo recordar? Decidí hacer caso y me senté. Era una silla realmente cómoda, ¿qué tan privada era esta función? Me pregunté inmediatamente y, segundos después, sentí como unos aros metálicos sujetaron mis muñecas y mis tobillos fuertemente a la silla, luego sentí como alguien me ponía, acto seguido, una venda en mi boca para evitarme hablar. Y ahí empezó mi última noche.

Entre lagrima y lagrima por ser presa de un pánico inminente de que, probablemente, sea sujeto de pruebas de alguna farmacéutica enemiga o venderían mis órganos al mejor postor, o incluso mi semen para crear niños y niñas prodigio (sí, minutos antes de una muerte inminente pero nunca dejando el ego de lado), apareció la mujer de la voz con un gato en manos y, no era cualquier gato, era MI gato, el cual no pareció reconocerme y, la mujer efectivamente, era mi vecina Jennifer, por eso reconocí claramente su voz pero no recordaba de donde. Ahí se unieron todos los cabos mentales... Ella me dio la carta porque ella me quería acá pero, ¿por qué?

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_{Photo by Anthony DELANOIX on Unsplash}

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Ahí estaba sentado yo, ya había perdido la noción del tiempo que estuve ahí, mirando a Thanos y luego mirándole los ojos a ella a ver si lograba descifrar su mirada pero, esa dulce vecina que conocí, ahora es otra persona, una completamente diferente, ¿a quién metí en mi vida y en la vida de Thanos? ¿por qué Thanos no me reconoce? Y fue ahí que ella comenzó a hablar...

"Cariño..." me decía... "no entiendo cómo fue tan sencillo atraparte..." y yo respiré fuerte... "si tú eres taaan meticuloso con todo, hasta con Thanos al dejármelo, ¿nunca desconfiaste?" y no pude responderle, mis labios estaban sellados por la venda. Y siguió "cariño, debiste preguntar, ahora estás en la mejor noche de tu vida...", decidí morder la venda a ver si así pudiera hablar y acto seguido ella dijo "... como te decía, esta será tu mejor noche, así que no pongas resistencia..." y soltó a Thanos en mi regazo, ahí sí me reconoció pero, claro, con ella pasa muchísimo más tiempo, por eso la quiere más, a pesar de exigirme mucho amor cuando vuelvo después de tantos días fuera.

"Seré cliché..." me dijo... "di tus últimas palabras..." y se echo a reír... "claro, no puedes hablar..." y yo me puse a ver a Thanos que se acostó en mis piernas, entonces agregó, "siempre, siempre he estado para ti y tú siempre, siempre para tu trabajo..." añadió a su risa y continuó... "tú mereces está diversión que viviremos hoy, espero te guste lo que te preparé, me llevaré a Thanos para que no vea como su papá sigue... disfrutando..." y levantó a Thanos de mi regazo, luego apretó un botón por un costado de la silla y quedé casi horizontal como en el consultorio del odontologo, al cual debí ir la semana pasada pero por trabajo no hice, ¿por qué me acuerdo de esas pequeñeces cuando estoy por... no sé... morir?

Volvió y dijo mi nombre... "Santiago..." y la busqué... "Santigo, ¿estás cómodo?"... Se echó a reír... "Espero que sí, cariño, esto será muy divertido" y llegó con una mesa con unos clavos oxidados, un soplete y una jeringa, ¿qué demonios habrá en esa jeringa?... "Santiago, te inyectaré esto, es una droga para que disfrutes más tu última noche... y la disfrutes conmigo..." y se quitó la gabardina, estaba vestida como nunca la había visto, como... ¿dominatriz? ¿qué película se vio está loca? ¿cuándo podré hablar?...

"Santiago, debiste hacerme caso y amarme... ¿por qué no haces caso?..." y seguía sin entender, ella nunca me dijo nada... ¿sus cuidados a Thanos eran su muestra de amor?... Me inyectó y ardió, ardió como el demonio... Creo que no soy el único médico que sea mal paciente en el mundo y menos en esta posición. Y ahí fue que encendió el soplete, tenía unos guantes para aguantar el calor, agarró una pinza y puso a calentar un clavo hasta que se puso rojo, rojo como fuego, rojo como el diablo ¿qué hará esta mujer?...

"¿Sabes Santiago? Olvidé algo..." y caminó hacia la oscuridad, como estaba a mis espaldas, no vi pero la oí trastear algo, luego la sentí volver... "Ahora sí podemos comenzar, amor"... Era un martillo, ¿me va a clavar los clavos? Me entró un ataque de histeria que luego, poco a poco, bajó... "Ese también es un efecto de la droga, cielito, ¿acaso crees que no leí tus libros de medicina en tu ausencia?", ¿entro a mi departamento? ¿cómo? ¡Demonios! Y comenzó... Me atravesó la piel con un clavo, sentí morir pero algo dentro de mí evitaba que muriera de dolor y, al sentir el clavo atravesando la piel por el abrasante calor, le dio al martillo en la cabeza del clavo, pegó justo en mi hueso... Lloré, sudé, sentí que me iba a desmallar, sentí por un momento la muerte abrazarme y ella parecía disfrutarlo... "¿No querías una función privada, cariño? Aquí la tienes"... Se echaba a reír cada vez que me torturaba nuevamente...

Su pasivo-agresivo amor nos llevó hasta la cúspide cuando, después de tres clavos, decidió clavarme el ojo con el clavo más largo y lo calentó tanto que pensé que lo derretiría en mi cara, ya para ese momento, me había puesto otra venda porque de tanto moverme, afecté la otra y ahora no se escuchan mis gritos, ni mis quejidos... A lo que decidió poner el clavo en mi ojo, lo vi venir en cámara lenta, como una película y, a su vez, en mi mente pasó la película de mi vida y, al sentirlo en las pestañas, sentí que el corazón se me iba a detener, entonces desperté...

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_{Photo by Joel Overbeck on Unsplash}

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