Decidimos pedir una combinación de nuestras comidas favoritas: un suculento pollo asado, una parrilla completa y una pizza tradicional. Mientras esperábamos la comida, disfrutamos de una agradable conversación y compartimos risas, creando recuerdos que atesoraremos.

El pollo asado llegó primero, dorado y jugoso, con una piel crujiente que se veía irresistible. La parrilla no se quedó atrás: carne perfectamente cocida, chorizos sabrosos y una variedad de acompañamientos que hicieron que nuestros ojos brillaran de emoción. Finalmente, la pizza tradicional, con su masa crujiente y el queso fundido, era el toque perfecto para completar nuestra selección.

Cada bocado era una explosión de sabores y todos estuvimos de acuerdo en que la elección había sido perfecta. Emiliano disfrutaba especialmente de la pizza, mientras que Kleiber y yo no podíamos decidir qué nos gustaba más, si el pollo o la parrilla.

La tarde pasó volando, y cuando terminamos, nos quedamos un rato más, disfrutando del ambiente y de la compañía. Fue una salida maravillosa, llena de buena comida y momentos especiales que siempre recordaremos con cariño.