En tiempos de cuarentena es necesario invertir la energía en actividades provechosa y que nos ayuden a drenar la ansiedad generada por el encierro. ¿Y qué mejor manera, para un literato, que hablar del día a día, de lo cotidiano en inmediato? Pareciera que el Coronavirus vino a sacudir los cimiento de la sociedad, a promover el nacimiento de un nuevo hombre. Sea este creado por manos humanas o no, lo cierto es que es una gran oportunidad para conectar con nosotros mismos, y en consecuencia, con nuestro entorno. A continuación, compartiré con ustedes uno de los escritos que componen lo que denominé: "Bitácora En Cuarentena": espacio creado para expresarme sin pretenciones, desde lo que me duele, me hace feliz, aviva mi esperanza o alimenta mi pesimismo, desde la mirada de los otros, desde mi yo desnudo, desde todos... Es decir, desde mi absoluta humanidad.
Conejillos De India
A estas alturas es imposible encontrar que alguien que no esté al tanto de que un virus amenaza diezmar a la humanidad. Continuamente somos bombardeados con información respecto al Covid-19 desde todos los flancos. No hay forma de obviar lo que pasa, y en las calles usar tapabocas ya forma parte de lo cotidiano. El nuevo estatus quo es el arquetipo del sujeto enmascarado, una lucha sutil por la supervivencia. Quien no se adapte, pagará con su vida (es lo que nos venden en las redes).
Sin embargo, en el lugar donde vivo (un humilde refugio olvidado en alguna parte de Ruiz Pineda) es muy poca la gente que sigue las normas de bioseguridad. Pese a la insistencia de los sapientes y advertidos, el cuidado y la prevención por parte de mis vecinos es prácticamente nula. Por doquier la gente anda sin tapabocas, sin guantes, sin distancia, sin miedo. Y ni hablar de los niños que, incapaces de percibir la amenaza, comparten gérmenes mientras juegan a las escindidas.
Pese a lo expresado anteriormente, desde que empezó la pandemia no se ha resignado el primer caso por contagio de Coronavirus en mi comunidad (aunque en los alrededores la muerte se vuelve familiar). ¿Suerte, sistemas inmunológicos invencibles...? No puedo determinarlo. Pero lo que sí puedo señalar es que la falta de cultura y la inconsciencia más peligrosas que ese famoso virus.
Espero que esta reflexión los haya motivado a pensar y cuestionarse. Cualquier critica, opinión o sugerencia, no olviden dejarla en la casilla de comentarios. Leerlos me motiva a seguir construyendo y compartiendo material de calidad. ¡Un fuerte abrazo! ¡Nos vemos pronto!
