El club de los olvidados || The club of the forgotten [ESP/ING] |Primer capítulo|

in Cervantes4 years ago

¡Hola hermosa comunidad de Hive, espero disfruten!

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Imagen de Pixabay Editada en canva.

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Mara

[Octubre del 2010]

En ese tercer domingo del mes de brujas, me desperté soñolienta por haberme desvelado hasta tarde haciendo ediciones en los artículos para el trabajo. Mis vacaciones estaban por comenzar, y por esa razón llevaba cuatro días durmiendo poco, necesitaba una magnífica presentación final de un libro que sería publicado para disfrutar de mis días en paz.

Estas vacaciones han sido predestinadas como días de hibernación para aislarme del mundo y disfrutar de un tiempo a solas entre mi computadora, mis videojuegos y yo, porque la verdad es que solo quiero estar aquí; las cosas que quiero ver, descubrir, saber, están aquí, en mi pantalla, al alcance de mi mano, a un click.

Soy una gamer, me cuesta confesarlo.

Una de las ideas retrógradas que se mantienen en la cúspide del beneplácito es que los prejuicios deben dominarnos de forma sutil, en un modo enfermizo que conforma la esencia del comportamiento humano. En mi caso, las personas no aceptan gustos infantiles en adultos que son integrantes de una sociedad progresista. Si revelara mi ‘extraña’ amenidad hacia los videojuegos sería tomada por una burla. En mi adolescencia aprendí que el efecto dómino de las acciones podría ser la desgracia para una persona. Por esos razonamientos, cuido de mis palabras y actitudes para no ser señalada como incompetente por tener privanzas distintas.

No quiero ahondar en malinterpretaciones, no soy una absoluta asocial para el alivio de mi madre. Aún dentro de mis preferencias, tengo unas amistades sólidas que gané por situaciones complejas, que me aceptan con todo mi caparazón de incertidumbres. Gracias a ellos he logrado ver un mundo distinto, y aunque a veces se molestan porque no soy lo suficientemente comunicativa y siempre estoy tratando de estar frente a una pantalla, se han esforzado en apreciarme de igual manera.

Conformamos nuestro grupo hace cuatro años. Soy el punto de inicio y la única mujer de nuestro club personal, amargada y de estilo constantemente despreocupado, no sobresalgo entre ellos.

Nos conocimos una noche en la que tuvimos que correr por nuestras vidas.

Tenía dos años y medio viviendo sola, pero esa fue la primera fiesta a la que asistí en mi vida. Recuerdo que R.E, mi mejor amigo, había insistido en ir esa noche, y luego de una hora de tensión por la inexperiencia, esta se esfumó, y bailamos alrededor de universitarios ebrios desconocidos y reímos despreocupados, disfrutando de un instante único.

Estaba entrando en un estado de éxtasis cuando todo estalló abruptamente. La explosión de algunos disparos aturdió el lugar. Las personas corrieron hacia todos lados y los gritos silenciaron la música.

R.E sostuvo mi mano derecha y otro chico de piel pálida le ayudó con la izquierda, había quedado paralizada del miedo.

—¡Corre Mara, corre! —Fueron las únicas palabras de mi mejor amigo.

Aquella vez un disparo pasó cerca de nosotros e impactó en un joven que iba corriendo en la dirección de escape. Eso nos alarmó, así que Faruth, el paladín de piel clara, avanzó más rápido porque era jalado de forma histérica por su amigo de apodo irónico: Panda, quien lo acompañaba en la penumbra. Parecían desesperados por irse, más que cualquiera. Sentí la adrenalina en el cuerpo y una sensación de vacío en el estómago.

La universidad central fue la opción prioritaria e inmejorable que tuve en aquel tiempo. Dejar el pueblo y la tutela de mis padres parecía difícil en ese momento, pero no para mí. Soñaba con los años de universidad desde la escuela, vivir lejos de casa y ser independiente era la mayor meta de mi vida. En ese entonces me despedí sin muchas escenas emocionales y emprendí hacia una nueva etapa. Tardé un poco en acostumbrarme al apartamento, pero logré convertirlo en un hogar.

Tuve dos meses para adaptarme a la ciudad antes de comenzar las clases. Me gustaba estar en mi morada, pero como veía imposible no salir, mis inseguridades y ansiedades fueron el principal problema a controlar. Dos semanas antes de comenzar mi primer semestre, me sentí agobiada y consternada por pensar constantemente que algo podría pasarme; a esa edad fui tímida y asocial, el cuadro perfecto de cualquier víctima. Los pensamientos comenzaron a ahogarme en la desesperación, fue un tormento que carcomía mis entrañas. Una noche, asomada en un pequeño balcón de mi habitación, veía las luces de la gran ciudad consumir todo mientras fumaba un cigarrillo, hubo un instante en donde sentí que no podría con la situación y pensé en rendirme, en abandonar todo, una llamada de mi madre fue lo que me salvó.

Había subestimado el poder de un padre, ellos estuvieron preocupados todo ese tiempo previendo mi situación. Me conocían, en especial mi madre, y sus palabras fueron asertivas a mi estado. Después de escucharla hablar, logré encontrar tranquilidad de nuevo. Ese día marcó una diferencia en nuestra relación.

Una de las resoluciones de mamá fue que me aprendiera las calles de la ciudad. Tengo una memoria excelente y mis juegos favoritos constan de habilidades para memorizar. Dediqué toda una semana al mapa de la gran ciudad con el teléfono en mano, sugestionando mi memoria para recordar cada detalle de las calles en caso de emergencia. Nunca sabría cuando iba a necesitar huir.

Eso fue lo que terminó salvando nuestro pellejo.

Corrimos contra la corriente porque la gente comenzó a huir de las sirenas que se acercaban a gran velocidad hacia la entrada, nos gritaron al chocar contra ellos, estaban agitados y parecían animales a punto de ser cazados. Por alguna razón, nosotros compartíamos el terror de ser apresados por la policía y regresamos sobre nuestros pasos. Cuando llegamos al centro del lugar aún habían rezagados, algunos desmayados y personas que no se atrevían a dejarlos. Otros ebrios, chicas llorando y algunos vomitando.

Fue entonces cuando un instante que pareció una conspiración del tiempo, vi el rostro de aquel herido. No solo estaba minado de una expresión de dolor, también de una mirada llena de reconocimiento. Quise llorar, el chico lastimado era mi amigo, conocía a Esteban desde pequeña, nuestros padres eran amigos desde la infancia y ella no me perdonaría el dejarlo, yo no me lo perdonaría.

Que infeliz forma de reencontrarnos.

Después de suplicas y cortas discusiones, lo llevamos con nosotros hacia la única vía de escape que nos separaba de la policía, fue entre un cañaveral, recuerdo que nos rodeo repentinamente. Se sentía como si fuéramos a ser tragados en algún momento por la tierra, desapareciendo sin dejar rastro.

Los perros tuvieron bastante trabajo esa noche, aparecieron de repente a nuestras espaldas. Uno de ellos se aferró a mi pierna, aun puedo sentir el dolor en el alma. Ese improvisado grupo de escapistas me siguió entre atajos poco concurridos para no llamar la atención. Caminamos por cuarenta minutos sin decir palabra, siendo lo más cautelosos posibles.

Ni se imaginaran la alegría que experimenté cuando vi el pequeño edificio de mi apartamento, tuve inmensas ganas de llorar. Con sigilo pues ya era más de media noche, subimos hasta mi hogar y al entrar, nos dejamos caer en el piso sin fuerzas y con temblores perceptibles. Sentí que estaba dentro de alguna serie televisiva, algún drama de estos que tanto le gusta a la gente.

Esa noche puse colchonetas en el piso de la habitación de huéspedes. Todos tenían una expresión que denotaba preocupación y yo no tuve corazón para decirle a los desconocidos que se fueran. Fueron horas ajetradas para salvarle la vida a Esteban, calmar a Panda, hacer que R.E dejara de temblar, y lograr que Faruth dijera más de dos palabras.

Ese día forjamos una extraña amistad.

Sin embargo, tuve mis dudas, muchas preguntas de cabos sueltos me hacían sacar conclusiones sin sentido, aun sigo sin respuestas. Desde el incidente, donde hubo dos muertos, siete heridos oficiales (ocho contando a Esteban) y treinta personas arrestadas, cada uno comenzó a venir seguido a mi hogar, al principio con miedo de ser descubiertos y acusados, y esa era mi principal sospecha ¿miedo de qué? Si en términos generales no habíamos hecho nada malo, éramos victimas ¿o no? No me emocionaban sus presencias, pero tampoco me desagradaban.

Con el tiempo me acostumbré, y creamos una hermandad que parece inquebrantable.

En ese entonces R.E y yo teníamos un año y medio de habernos conocido en la universidad, él estudiaba música, pero se filtraba en las clases de literatura de mi facultad. Nos hicimos amigos al instante, su estilo rasta era reconfortante entre tanto estereotipo del periodismo, ahora es licenciado en musicología y tiene una banda de reggae/ska de la cuál es vocalista, fue mi primer amigo en la vida. Esteban por su parte, después del incidente, se matriculó al año siguiente en la central, y egresó el técnico superior en informática, ahora está en espera de su entrega de título mientras trabaja para una página web.

Faruth, quien sostuvo mi mano en medio del caos, era estudiante de radiología en una academia militar de medicina en ese tiempo. Su mejor amigo, Panda, semanas después de lo sucedido se convirtió en cursante de diseño gráfico en la universidad de artes, actualmente ambos son trabajadores especializados en sus áreas.

Todos teníamos un futuro que estuvo a punto de arruinarse.

Han pasado cuatro años de eso y no tocamos nunca el tema, siempre que se alude a algo de lo ocurrido se crea un silencio angustiante, aún hay incógnitas que nunca fueron explicadas. Pero como grupo, hubo una decisión unánime sin ser expresada con palabras, de no preguntar sobre nada referente a ese día, y con el pasar del tiempo, todos aceptamos ese hecho.

Nos conocimos de una desafortunada forma, pero aún así, con cada uno hay una conexión especial. Desde ese día siento que aunque nos alejemos, aunque nos hagamos viejos, aunque muramos, ese hilo trágico conectará nuestras almas hasta el confín del mundo.

Los secretos nos mantendrán unidos.

Tenemos un imperio indestructible de amistad consolidada que seguirá iluminando el mundo a su manera.

Dos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

Dos golpes.

Él siempre daba dos golpes.

—Bienvenido a casa, Faruth —dije al abrir la puerta.

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Hello beautiful Hive community, I hope you enjoy it!

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Image by Pixabay Edit in canva.

Mara

[Octuber 2010]

On that third Sunday of the month of witches, I woke up sleepy from having stayed up late making edits on articles for work. My vacation was about to begin, and for that reason I had been sleeping little for four days, I needed a magnificent final presentation of a book to be published to enjoy my days in peace.

These vacations have been predestined as days of hibernation to isolate myself from the world and enjoy some time alone between my computer, my video games and me, because the truth is that I just want to be here; the things I want to see, discover, know, are here, on my screen, at my fingertips, just a click away.

I'm a gamer, it's hard for me to confess it.

One of the retrograde ideas that remain at the pinnacle of benevolence is that prejudices must dominate us in a subtle way, in a sick way that shapes the essence of human behavior. In my case, people do not accept childish tastes in adults who are members of a progressive society. If I were to reveal my 'strange' fondness for video games it would be taken as a mockery. In my adolescence I learned that the domino effect of actions could be a person's misfortune. By those reasonings, I take care of my words and attitudes so as not to be singled out as incompetent for having different privations.

I do not want to delve into misinterpretations, I am not an absolute asocial for my mother's relief. Even within my preferences, I have some solid friendships that I gained through complex situations, who accept me with all my shell of uncertainties. Thanks to them I have been able to see a different world, and although they sometimes get annoyed because I am not communicative enough and am always trying to be in front of a screen, they have made an effort to appreciate me just the same.

We formed our group four years ago. I am the starting point and the only woman in our personal club, bitter and constantly carefree in style, I don't stand out among them.

We met one night when we had to run for our lives.

I was two and a half years old living alone, but that was the first party I ever attended in my life. I remember that R.E., my best friend, had insisted on going that night, and after an hour of inexperience tension, it melted away, and we danced around drunken college strangers and laughed carefree, enjoying a unique moment.

I was entering a state of ecstasy when everything abruptly exploded. The explosion of some gunshots stunned the place. People ran everywhere and the screams silenced the music.

R.E. held my right hand and another pale-skinned boy helped him with his left, I had been paralyzed with fear.

"Run Mara, run"! Those were my best friend's only words.

That time a shot passed close to us and hit a young man who was running in the direction of escape. That alarmed us, so Faruth, the light-skinned paladin, advanced faster because he was pulled hysterically by his friend with an ironic nickname: Panda, who accompanied him in the shadows. They seemed desperate to leave, more than anyone else. I felt the adrenaline in my body and an empty feeling in my stomach.

The central university was the first and best option I had at that time. Leaving the village and the tutelage of my parents seemed difficult at the time, but not for me. I dreamed of college years since school, living away from home and being independent was the biggest goal of my life. At that time I said goodbye without much emotional scenes and set off to a new stage. It took me a while to get used to the apartment, but I managed to make it a home.

I had two months to adjust to the city before starting classes. I liked being in my abode, but as I found it impossible not to go out, my insecurities and anxieties were the main problem to control. Two weeks before the start of my first semester, I was overwhelmed and dismayed by the constant thought that something might happen to me; at that age I was shy and asocial, the perfect picture of any victim. The thoughts began to drown me in despair, it was a torment that gnawed at my insides. One night, leaning out of a small balcony in my room, I watched the lights of the big city consuming everything while I smoked a cigarette, there was a moment when I felt I could not cope with the situation and I thought of giving up, of abandoning everything, a call from my mother was what saved me.

I had underestimated the power of a parent, they were concerned all that time foreseeing my situation. They knew me, especially my mother, and their words were assertive to my condition. After listening to her speak, I was able to find peace of mind again. That day made a difference in our relationship.

One of mom's resolutions was for me to learn the streets of the city. I have an excellent memory and my favorite games involve memorization skills. I devoted an entire week to mapping the big city with my phone in hand, suggesting my memory to remember every detail of the streets in case of an emergency. I would never know when I would need to flee.

That's what ended up saving our hides.

We ran against the current because people started running away from the sirens that were approaching at high speed towards the entrance, they screamed at us as we crashed into them, they were agitated and looked like animals about to be hunted. For some reason, we shared the terror of being apprehended by the police and retraced our steps. When we reached the center of the place there were still stragglers, some passed out and people who did not dare to leave them. Others were drunk, girls were crying and some were vomiting.

It was then when, in an instant that seemed like a conspiracy of time, I saw the face of the wounded man. It was not only mined with an expression of pain, but also with a look full of recognition. I wanted to cry, the injured boy was my friend, I had known Esteban since I was a little girl, our parents had been friends since childhood and she would not forgive me for leaving him, I would not forgive myself.

What an unhappy way to meet again.

After pleading and short discussions, we took him with us to the only escape route that separated us from the police, it was through a cane field, I remember that he suddenly surrounded us. It felt as if we were going to be swallowed at some point by the earth, disappearing without a trace.

The dogs had their work cut out for them that night, suddenly appearing at our backs. One of them clung to my leg, I can still feel the pain in my soul. That improvised group of escapists followed me through uncrowded shortcuts so as not to attract attention. We walked for forty minutes without saying a word, being as cautious as possible.

You can't even imagine the joy I experienced when I saw the small building of my apartment, I felt like crying. Stealthily as it was already past midnight, we walked up to my home and upon entering, we dropped to the floor limply and with perceptible tremors. I felt like I was inside some TV series, one of those dramas that people like so much.

That night I put mats on the floor of the guest room. Everyone had an expression that denoted concern and I didn't have the heart to tell the strangers to leave. Hours were spent saving Esteban's life, calming Panda, getting R.E. to stop shaking, and getting Faruth to say more than two words.

That day we forged a strange friendship.

However, I had my doubts, many questions of loose ends made me draw meaningless conclusions, I still have no answers. Since the incident, where there were two dead, seven wounded officers (eight counting Esteban) and thirty people arrested, everyone began to come to my home often, at first with fear of being discovered and accused, and that was my main suspicion, fear of what? If in general terms we had done nothing wrong, we were victims, weren't we? I wasn't thrilled by their presence, but I didn't dislike them either.

Eventually I got used to them, and we created a brotherhood that seems unbreakable.

At that time R.E. and I had known each other for a year and a half at the university, he was studying music, but he filtered into the literature classes of my faculty. We became instant friends, his rasta style was comforting among so much stereotypical journalism, now he has a degree in musicology and has a reggae/ska band of which he is the vocalist, he was my first friend in life. Esteban, on the other hand, after the incident, enrolled the following year in the central, and graduated as a computer technician, now he is waiting for his degree while working for a website.

Faruth, who held my hand in the midst of the chaos, was a radiology student at a military medical academy at the time. His best friend, Panda, weeks after the event became a graphic design student at the arts college, both of whom are now skilled workers in their fields.

We all had a future that was on the verge of being ruined.

Four years have passed since then and we never touched the subject, whenever something about what happened is alluded to there is an anguished silence, there are still unknowns that have never been explained. But as a group, there was a unanimous decision, without being expressed in words, not to ask about anything related to that day, and as time went by, we all accepted that fact.

We met in an unfortunate way, but still, with each other there is a special connection. Since that day I feel that even if we grow apart, even if we grow old, even if we die, that tragic thread will connect our souls to the ends of the earth.

Secrets will keep us together.

We have an indestructible empire of consolidated friendship that will continue to illuminate the world in its own way.

Two knocks on the door brought me out of my thoughts.

Two knocks.

He always knocked twice.

"Welcome home, Faruth" I said as I opened the door.

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Translated with DeepL (Free Version)
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I hope you like this first chapter of El club de los olvidados, it's a story I'm working on, and I thought it was great to share it here in this beautiful community of Hive, if you want to know more about the mysteries behind this thriller, comment how you liked it and if you want more. Best regards.

Espero les guste este primer capítulo de El club de los olvidados, es una historia en la que estoy trabajando, y me pareció genial compartirlo acá en esta hermosa comunidad de Hive, si quieren saber más sobre los misterios detrás de este thriller, comenten que tal les pareció y si quieren más. Un fuerte abrazo.

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Hola, me gustó tu escrito, aunque hubo partes en que perdí la secuencia narrativa y tuve que volver atrás para comprender.
Es pensamiento diferente o distinto siempre separa a la gente.

Hola, gracias por leer, entiendo las confusiones, es que intenté resumirlo lo posible para que no se hiciera tan tedioso y largo, pero en realidad el capítulo en sí tiene más diálogos y separaciones de tiempo, lo tomaré en cuenta y si posteo el siguiente cap, lo subiré completo, solo espero que la gente no decida dejar de leerlo por lo extenso. Saludos <3

Una buena historia amiga! Este increíble

Muchas gracias por leerla, cuídate <3

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Estoy muy agradecida por ser tomada en cuenta, que tengan un maravilloso día <3

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