Nos debíamos⠀
una noche y una botella de vino⠀
servido en besos de cristal;⠀
como mínimo⠀
una noche cada siete vidas,⠀
como mínimo⠀
unos tragos,⠀
como mínimo⠀
un vino bueno,⠀
como mínimo⠀
un vamos.⠀
⠀
Y tal vez una noche sea poco,⠀
pero hay noches que valen⠀
toda la vida,⠀
y vidas tan largas⠀
que beben de un solo recuerdo,⠀
y bares abiertos de madrugada⠀
que sirven vasos de plástico⠀
y whisky malo⠀
y chicos buenos,⠀
que te preguntan⠀
cuántos años tienes,⠀
qué música te gusta,⠀
por qué nunca te enamoras de mí.⠀
⠀
Y en algún lugar⠀
estás tú,⠀
perdido del mundo,⠀
pero yo sé tu nombre,⠀
y lo pronuncio⠀
muy bajito⠀
cuando me pierdo,⠀
y aunque no te encuentre,⠀
y aunque no me encuentres,⠀
tú sabes que sigo aquí,⠀
que tengo miedo del frío,⠀
que no me gusta la cerveza,⠀
ni las canciones que no se pueden⠀
bailar,⠀
que grito cuando canto,⠀
que no tomo vino del malo⠀
pero prefiero⠀
el whisky barato,⠀
y que en el fondo⠀
odio a todos⠀
los pobres hombres⠀
que nunca consiguen⠀
parecerse a ti.⠀
⠀
Y ahora⠀
que la gente habla⠀
con un teléfono en la mano,⠀
que han cerrado los bares,⠀
que está de moda⠀
tomar gintonic,⠀
yo te guardo⠀
una botella de vino,⠀
bueno,⠀
y una noche⠀
en que volvamos a ser⠀
muy malos,⠀
y estas ganas de que desaparezca el mundo⠀
mientras bebo de tus ojos,⠀
y sostengo un whisky,⠀
y te digo⠀
hey cuánto tiempo⠀
qué fue de ti.⠀
Para que puedas contestarme⠀
⠀
poca cosa,⠀
solo te estuve buscando,⠀
voy a la barra⠀
¿te pido algo?,⠀
y entonces me beses⠀
y yo conteste⠀
sólo te quiero a ti. ⠀
⠀
—Irela Perea.
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