El tipo andaba confiado o, al menos, eso creía. Luego de varios días de encierro obligado por la pandemia, algo que le había venido como anillo al dedo dada su paranoia al andar en la calle, le tocó salir a buscar alimentos al supermercado. Su esposa se encargaba siempre de ello, pero había tenido que salir de viaje a otra ciudad, para atender a su anciana madre, quien se había contagiado de la terrible enfermedad que tiene en jaque al globo terráqueo.

     Ahora tenía que hacer frente a su enfermedad mental e intentar sobrellevar con firmeza, el vendabal de sensasiones desorientadoras y de alta tensión que le producía interactuar con el mundo exterior. Ni siquiera su psiquiatra había podido convencerle que nadie quería hacerle daño. Que estadísticamente la gente es buena por naturaleza y no había nada para temer.

_{"Perseguido"MOTO G9 Plus en Maracay, Aragua, Venezuela por @fermionico with}

     Para colmo, la quincena no le alcanzaría para hacer la reposición de la alacena en el supermercado donde se sentía más seguro. Tendría que ir a un sitio donde todo era más económico, sí, pero donde se sentía más expuesto. Llegado al sitio, lo primeo que hizo fue mirar a todos lados. El lugar que eligió para estacionar estaba debajo de un techo que protegía el vehículo del ardiente sol. Sin embargo, apenas apagar el automóvil, un vehículo de vidrios ahumados oscuros se había detenido justo delante se la carnicería donde compraría las carnes.

     La oscuridad de los vidrios no permitía ver hacia dentro si habría alguien esperándole. Comenzó a sudar. Eso era lo que él no quería. Para cuando decidió bajar del coche, ya temblaba sin control. Respirar y comenzar a ver hacia todos lados, ese era el recurso en estos casos. Pasó junto al automóvil y nada, no pasó nada. Seguro lo agarrarían de regreso. En la carnicería le dio una lista al dependiente para que preparara lo que iba a llevar, así no le quitaría la vista a nada.

     Un par de motos y hombre con cascos negros pasaron lentamente frente al negocio ¿eran asaltantes? Empezó a temblar de nuevo y se puso en alerta. Le dijo al dependiente que se apurara y que estuviera pilas. Menos mal había comprado un arma y la tenía calzadaen la espalda, oculta. La consiguió en el mercado negro, a un hombre con su cuadro no le venderían una legal. El dependiente le entregó el empaque y el tipo pagó. Dejó el paquete en la maleta del carro y lo movió de lugar hacia el centro del estacionamiento del edificio. Las naves estaban desiertas porque muchos negocios han quebrado por la situación económica primero y por la pandemia después. Desolador de verdad.

_{"Soledad"MOTO G9 Plus en Maracay, Aragua, Venezuela por @fermionico with}

     Paró frente del sitio donde compraría los víveres. Un ciudadano asiático regentaba el lugar y la medidas de bioseguridad eran laxas. Una vez dentro, empezó a sospechar de todos. Seguro que los malhechores aprovecharían el tumulto para robar a la gente. Empezó a pedir de la lista, aquí no se la aceptaban, así que tenía que estar pendiente de la gente y de pedir las cosas que faltaban. La tensión comenzó a crecer demasiado y la agitación de las personas era evidente. Todos querían que les atendieran, el tipo se preguntó porqué dejaban pasar tanta gente dentro. Seguro que el chino estaba en colusión con los malandros.

     Sintió que le rozaban la espalda varias veces y se pegó a una pared, era lógico. Con tanto público, el local no daba para albergar más, el sudor bajaba por su frente y ya completamente hecho un manojo de nervios, el dependiente le llamó para que buscara todo y pagara. El tipo se acercó a la caja, y alguien se le acercó por detrás. La detonación del arma prorrumpió la algarabía del negocio y todos callaron para ver como un motorizado caía al piso con una herida mortal. El tipo con el arma humeante todavía, no había soportado la presión. Al ver lo que había hecho, amartilló el arma de nuevo y se pegó un tiro en la sién. Cosas paranoicas.