




Los seres vivos se caracterizan por realizar funciones indispensables que le permiten mantener el equilibrio u homeostasis. Comer, respirar, eliminar residuos no necesarios, reproducirse y dormir parecen ser esenciales para mantener la existencia; ahora bien, el sueño, ha sido uno de los elementos más estudiados a nivel biológico evolutivo, pues la ausencia de este puede incluso desequilibrar nuestras funciones vitales.
El hombre, como animal, también muestra necesidad de dormir, luego de determinadas horas o en respuesta a un cansancio extremo. Durante este tiempo, las funciones fisiológicas cerebrales que se generan como respuesta al medio externo, disminuyen y el cuerpo logra restablecerse.

La neurociencia ha pasado mucho tiempo estudiando el sueño como proceso, y para muchos es un gran misterio sin resolver de manera contundente. No fue hasta 1953 cuando Aserinsky y Kleitman lograron determinar que, durante este tiempo, no hay un estado de inactividad o pasividad fisiológica cerebral, tal como lo pensaba la mayoría, y esto puede comprobarse con el conocimiento sobre la fase REM.


Cuando el hombre se bajó de los árboles, pudo haber perdido una seguridad que no la brindaba el suelo y esto fue determinante en la evolución de nuestra especie. Para Walker, la fase REM ha sido concluyente en acelerar las funciones cerebrales pues ha logrado afianzar y perfeccionar cada proceso.
Walker asegura que el hombre muestra ”Asombrosamente rápido ascenso evolutivo a la cima del poder, dando lugar, para bien y para mal, a una nueva superclase social dominante en todo el mundo” y esto se ha dado gracias al sueño como función vital.
Referencias
Aserinsky E, Kleitman N. Regular occurring periods of eye motility and concomitant phenomena during sleep. Science, (1953), 118:273
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