Una vez juntos, comenzaron a besarse, fue un beso lento, húmedo y muy cargado de pasión, el besó su cuello, haciendo que su piel se erizara hasta el último recoveco, ella rozó su nuca con sus dedos, mientras echaba su propia cabeza para atrás hasta mirar al techo, aún estaban de pie, cuando de forma inconsciente ella gimió como si su alma quisiera abandonar su cuerpo, él deslizó su mano por toda su piel canela, hasta ir retirando poco a poco toda la ropa de la chica, ella de súbito y encendida, tomó el control de la situación y colocando ambas manos en su pecho, lo fue empujando poco a poco hasta que el cayó en la cama, ella parecía una diosa, imponente, sublime, segura y con llamas en los ojos, dos esmeraldas que centelleaban a la media luz del lugar, el tragó grueso, pues era primera vez que la veía así, allí retumbaron las palabras que una vez escuchó decir “todas las mujeres son como llamas cuando las encienden las manos correctas”, ella recorrió su pecho con los labios, y fue bajando poco a poco, él comenzó a sentir un conjunto de sensaciones que nunca supo describir, eran cosquillas, caricias, humedad, leves sensaciones de corriente que subían por sus piernas, comenzó a frotar sus ojos en círculos, mientras se sentía como atado de manos y pies.
Ella subió, y justo en ese momento se desató la tempestad en los mares, el joven marinero sólo podía sujetarse de las caderas de la chica, mientras ella desataba toda su tormenta sobre él, una y otra vez, sus cabellos acariciaban su pecho, sus dedos se encontraban entrelazados, la fuerte marea comenzó a hacer remolinos rápidos y vigorosos, los pies de ella, perfectamente simétricos y con amplio puente, se soportaron con el empeine y con los dedos de las piernas de él. Por primera vez se encontraban fusionados, en uno solo, el ying y el yang… Al cabo de un rato, ambos se encontraban acostados, abrazados y descansando, allí fue cuando él comenzó a acariciarla, a besarle la frente, jugar con su cabello, y finalmente salieron las palabras que ella tanto anhelaba escuchar, aquellas que en sueño de un sueño escuchó decir, pero esta vez eran reales, escuchó un sincero y profundo “TE AMO”, que quedó sellado con un beso, en el cual él absorbió el aliento de ella, y ella nuevamente sintió como su alma salía de su cuerpo, él quedó embriagado por esos ojos verdes, y esa piel canela, pero más allá de eso, quedó encantado por la forma de ser de ella, como ella era con él, por vez primera sintió como una doncella podía rescatar a un caballero de la torre más alta del castillo.
Me gusto mucho tu relato los leí los 2, estaré pendiente de las próximas publicaciones @bagueera84
Esta semana publicaré otro de esta naturaleza, dejaré que la luna me inspire, muchas gracias!