Una Historia de Amor (I)

in Cervantes4 years ago
Tenían ambos 18 años cuando Sebastian y Carlota se conocieron, viajaban juntos en un paseo de la universidad, él pensaba que ella jamás se fijaría en alguien como él, por su parte, ella sólo pensaba en sentarse del lado de la ventana del autobús, esa fue la excusa perfecta para Sebastian, porque enseguida le ofreció sentarse allí. Cuando ella pasó, él olió el cabello, tenía una fragancia de flores. Cuando Sebastian respiró ese aroma, sintió que su corazón se aceleró, cerró los ojos y su imaginación lo trasladó a un bosque, donde la brisa fresca le acariciaba el rostro, su cuerpo no pesaba, no tenía preocupaciones, sonaba a lo lejos el arroyo, y una musa del bosque le acariciaba el alma.

Él era de piel blanca, ojos oscuros casi como el azabache, cabello castaño claro, de contextura ni gruesa ni delgada, por su parte, ella era color canela, cabello negro, ojos verdes con un aro marrón a lo interno, de rasgos delgados.


El autobús se detuvo de súbito, era hora de la primera parada, visitarían un museo de antaño. De pronto, ella se dio cuenta que se un prendedor muy especial para ella se había caído “Dios, perdí mi prendedor, no puede ser” dijo preocupada, Sebastián se bajó del autobús, y dejó que ella buscara su preciado objeto. El paseo continuó, ella no encontró lo que buscaba, ambos tomaban notas de lo que veían en el museo, artefactos antiguos, vestidos viejos, y cuadros pintados en óleo; uno de ellos era una antigua pintura del Sagrado Corazón de Jesús. Carlota dijo para sí “Diosito, por favor, has que mi prendedor aparezca”, tomó nota del autor de la pintura, y se fue, aún su corazón se encontraba algo afligido, porque el prendedor se lo había regalado su profesor de música, él era su mentor, y se fue a otro país, le dejó el prendedor para que cada vez que se sintiera triste, recordara que la música podía aligerar las penas del corazón. Pero en esta ocasión, el prendedor hizo todo lo contrario, sintió como si de súbito cayera por un precipicio, como si le faltase algo, pero de pronto escuchó – Tu nombre es Carlota ¿cierto? Mira lo que encontré, es lo que buscabas, debió caer en el bolsillo de mi bolso cuando te sentaste del lado de la ventana en el autobús – era Sebastian, quien encontró el prendedor de la chica cuando iba a guardar en un bolsillo lateral de su bolso una bolsita de caramelo, para no botarla en plena calle. Carlota sintió como cuando sale el Sol y te calienta luego de que te ha mojado la fría lluvia, tomó el prendedor, se sonrojó un poco, pero no pudo aguantar la felicidad que la invadía y saltó sobre Sebastian, sus brazos le rodearon el cuello como un nudo corredizo, lo abrazó mientras le decía “¡gracias, gracias, gracias!”, de manera inconsciente, para Carlota el prendedor pasó a un segundo plano, y muy dentro de su ser, sintió un extraño calor luego de abrazar a Sebastian, por su lado, el muchacho quedó impregnado con ese aroma de flores que tanto le había encantado.


Al volver al autobús, el chico agarró valor, se sentó al lado de Carlota, que veía por la ventana, y le tomó la mano, entrelazó sus dedos con los de ella, y le regaló una sonrisa acompañada de una mirada cálida y penetrante, Carlota se sorprendió, por su cabeza pasó soltar el chico, pero hacia tanto tiempo que no sentía tal ternura, que no lo hizo, se sonrojó nuevamente, cerró un poco los dedos, y los aflojó suavemente, pero no rechazó al chico, y de pronto, surgió una historia de amor (continuará…)

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