Hola, compañeros de Hive.
Hoy les dejo este relato que me contaron, en líneas generales, dos de los personajes de la historia que aquí relato. Espero les agrade.
Fuente: jwasharapol, en Pixabay
¡Un coco con manos!
Gracias a José Velásquez H. y a Luis García B.
por haberme contado esta real historia.
Ese domingo salimos en el bote de mi cuñado para disfrutar la playa en bahía Charagato, en Cubagua. Pese a que era difícil arrear a 13 personas para que se apresuraran, salimos de Boca del Río muy temprano para aprovechar bien el día. En media hora estaríamos allá. Entre bolsos, víveres y aperos que ocupaban el centro del bote, nos acomodamos casi que por núcleos familiares, así mi hermana, mis sobrinos y mi cuñado iban en la popa; mis suegros, mi mujer y mis niños en la proa.
[Fuente: Archivo personal(*)]
Fue un día de playa espectacular, de sol ardiente y abrasante. La playa estaba deliciosa, nos llamó la atención que habían muchos cocos flotando que terminaban en la arena. Hicimos un sancocho de corocoro, asamos catalanas y cangrejos para completar el festín, típico de los pescadores margariteños. Cerca de las cinco nos embarcamos para regresar a nuestras casas. Ya la tarde mostraba los dorados rayos dejados por el sol al crepúsculo y las nubes se iban apagando.
Yo venía parado manejando el bote. A lo lejos vi un puntico negro, minúsculo, sobresaliente en el azul marino. Hice señas a mi familia para que lo vieran. “Es un coco”, grité riéndome. Pero, en la medida que nos acercábamos a él, vimos asombrados como al supuesto coco le salieron dos manos a los lados.
Era un náufrago que se había abandonado a la deriva. Lo levantamos y lo subimos al bote cuando vimos que respiraba. Le dimos agua y poco a poco se recuperó. Nos contó que estaba con sus dos hermanos pescando pero el motor les falló. Estuvieron muchas horas esperando a que alguien pasara para rescatarlos y nadie pasó. Contó que él decidió lanzarse al agua para buscar ayuda. Nadó hasta que su cuerpo no soportó y se dejó arrastrar por la corriente. Pensó que sería su final hasta que oyó el ruido de nuestro motor y por eso, casi sin fuerzas, levantó las manos para llamar nuestra atención.
Fuente: Tumisu, en Pixabay
Nos rogó que fuéramos hasta donde habían quedado sus hermanos. Buscamos en la oscuridad de la noche. Cerca de las doce los encontramos a la deriva, lejos del punto indicado. Amarramos su bote al nuestro y los llevamos a Boca del Río, donde vivíamos. Esos tres hombres se abrazaban y lloraban de la alegría por estar juntos de nuevo.
Al amanecer los vinieron a buscar en una camioneta para llevarlos a Porlamar, después de dejar su bote varado en la orilla. Esa noche me dormí cansado, pero feliz por haber ayudado a salvar tres vidas.
Al día siguiente, junto a otros familiares, con un remolque se llevaron el bote. No los he vuelto a ver. Pero, recientemente, casi 30 años después, mi cuñado −ahora paciente de diálisis− fue sorprendido por otro paciente con quien conversaba: “Yo me acuerdo de usted. Usted y su familia le salvaron la vida a mi primo Wilongo. Lo rescataron de morirse ahogado cerca de Cubagua. Ya se había rendido cuando escuchó el ruido de un barco, levantó las manos para pedir auxilio. Siempre cuenta que ustedes pensaron que él era un coco con manos.”
(*)La segunda fotografía es de mi propiedad,
tomada con un móvil SAMSUNG GT-15500L
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Muchísimas gracias, @es-literatos. Me complace mucho haber recibido su votación y que compartieran mi post en su blog. Agradecida eternamente.
Impactante historia, lo que la hace más interesante es que es una anécdota real. Tienes una manera de narrar bastante llamativa, me quedé enganchando en cada párrafo, además que escribes muy bien. ¡Saludos! @alidamaria
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Gracias, @celf.magazine, por su comentario sobre mi publicación. Mi familia me dice que siempre ando captando todo lo que cuentan, son una fuente inagotable de historias. Esta tiene muchos años de haberse dado y nunca la había escuchado hasta hace dos meses. La escribí tratando de ser fiel a la historia, aunque siempre la creatividad saca sus grandes orejas del sombrero...
Qué bueno que se quedó enganchado con mis párrafos. Intentaré que siempre sea así. Saludos reiterados.
Una sorprendente historia de esas que hacen lo extraordinario en la vida de la gente más común. Salvar vidas debe ser realmente una experiencia que nos debe marcar para siempre, pero más aún en aquel que es salvado. Un abrazo, @alidamaria.
Mi querido @josemalavem, me encanta ver tus comentarios en mis publicaciones. Te estoy muy agradecida una vez más. Sí, me contaron esta historia con tanta pasión que no podía dejarla pasar. Mi hermano José vivió esa experiencia de salvarles la vida a esas personas, me cuentan que en los días subsiguientes cada vez que la relataba lloraba de la emoción. Inimaginable la emoción de los otros. También te abrazo.