¿Les ha pasado? Sentir que sobran cuando -alguna vez- eran quien le hacía falta a esa persona especial. A mí me está ocurriendo y no sé cómo lidiar con ello, pero he hallado una palabra que resume cómo me siento; etcétera.
La tormenta del sincopado existe, allí está. Somos dos fonemas hechos de personas que van cayendo torrencialmente en una lista interminable de las cosas que sintieron.
Es aquí que alguno de los dos se pregunta si existe una coherente cabida para permanecer unidos y no abreviados.
Mas aquello es una ilusión, es que aquí he notado que me consideran impudente, de verdad empiezo a creer que sobro, que ya no hago falta, que me mal usan.
Etcétera, ¿cuántas veces resumieron esa palabra? Debo ser el único loco que logra sentirse interrumpido como ese vocablo, que casi no se usa, que no se quiere usar, que es mal visto cuando aparece y que -para agraviar el caso- le reducen su dimensión.
A mi nombre le pasa lo mismo, también lo han dejado de pronunciar, soy otra palabra elegante olvidada, casi estoy en desuso por aquel alguien que, hace no tanto, me aludía con cariño.
Me estoy sintiendo como un etcétera que omiten de la oración. Comienzo a internalizar que tampoco va a pasar nada si no me mencionan, no se va a perder el sentido, aunque se podrán imaginar que yo sí lo estoy perdiendo.
Al igual que un etcétera, estoy siendo tajantemente abreviado. Antes, muchísimas más letras me definían y ahora mi nombre sólo está apareciendo con un margen reducido. Sé que pronto me dejaran de emplear en las frases inconclusas que se detuvieron de decir lo que soñaba un aventurado léxico.
Y la siglas de etc., no surgieron por cariño, sino por comodidad. En cambio, la misma disminución no forjó ningún apodo para mí. Hubiese sido distinto ganarse un corto apelativo porque nos denominaron, gentilmente, con un pedacito de nuestra identidad.
En mi caso, sólo y solo he ido desapareciendo, ocupando menos lugares habituales de relleno, he sido desvirtuado, insisto en que ya no hago falta, perdónenme si digo otra vez que empiezo a sobrar, pero lamentablemente es así, ya no salgo en el discurso y fui reemplazado por unos puntos suspensivos.
¿Y el resto? ¿Y las demás cosas? Al verme separado de mi raíz, luzco como el entusiasta unilateral que sigue abocado a sus dulces sintagmas de enumeración para describir lo que ahora son sólo realidades inconclusas de sus sentimientos.
Me gusta tu cabello, me atrae tu rostro, estoy fascinado con tu cuerpo y en esta lista finita de los casos particulares de mi atracción, cierro con un etcétera para que luego -quizás- me preguntes, ¿qué otras cosas me enamoraban de ti?
Aquella búsqueda fue un total fracaso. Creo que no dejé nada a la imaginación, no pude decir todo lo que debía sobre este olvido, prefiero obviar aquello que nadie quiere leer, saber o escuchar, etc.
Así se siente un etcétera, como tantos entre otros y demasiados tales como...
Aún existe en mí la paranoia de saber que sí estoy sobrando. Me he dado cuenta que, tal vez, estuve hablamos de más con alguien que pretendía muchísimo menos.
Lo lamento, pero voy a redundar al cierre, diciendo que te quise, que me gustaste, que iba camino a amarte y que etcétera, etcétera y etcétera.
English Version
Has it ever happened to you? Feeling like you are left over when - once upon a time - you were the one that that special person needed. It's happening to me and I don't know how to deal with it, but I have found a word that sums up how I feel; etcetera.
The storm of syncopation exists, there it is. We are two phonemes made of people falling torrentially into an endless list of the things they felt.
It is here that one of us wonders if there is a coherent place to remain united and not abbreviated.
But that is an illusion, it is that here I have noticed that I am considered impudent, I really begin to believe that I am superfluous, that I am no longer needed, that I am misused.
Et cetera, how many times have they summed up that word? I must be the only crazy person who manages to feel interrupted like that word, which is almost not used, that is not wanted to be used, that is frowned upon when it appears and that -to aggravate the case- its dimension is reduced.
The same thing happens to my name, they have also stopped pronouncing it, I am another elegant word forgotten, I am almost in disuse by that someone who, not so long ago, alluded to me with affection.
I am feeling like an etcetera that is omitted from the sentence. I begin to internalize that nothing will happen if I am not mentioned, the meaning will not be lost, although you can imagine that I am losing it.
Like an etcetera, I'm being abbreviated sharply. Before, many, many more letters defined me and now my name is only appearing with a reduced margin. I know that soon I will no longer be used in the unfinished sentences that stopped to say what an adventurous lexicon dreamed of.
And the acronym of etc., did not arise out of affection, but for convenience. On the other hand, the same diminution forged no nickname for me. It would have been different to earn a short appellative because we were gently named with a little piece of our identity.
In my case, I just and alone have been disappearing, occupying less usual places of filling, I have been devirtuated, I insist that I am no longer needed, forgive me if I say again that I am starting to be left over, but unfortunately it is so, I no longer appear in the discourse and I was replaced by some suspensive points.
And the rest, and the other things? Seeing myself separated from my root, I look like the one-sided enthusiast who is still engaged in his sweet syntagms of enumeration to describe what are now only unfinished realities of his feelings.
I like your hair, I am attracted to your face, I am fascinated by your body and in this finite list of the particular cases of my attraction, I close with an etcetera so that later -perhaps- you will ask me, what other things made me fall in love with you?
That search was a total failure. I think I left nothing to the imagination, I couldn't say everything I should about this oblivion, I prefer to obviate what nobody wants to read, know or listen to, etc.
This is what an etcetera feels like, like so many others and too many such as....
There is still in me the paranoia of knowing that I am indeed left over. I have realized that, perhaps, I was talking too much to someone who intended much, much less.
I'm sorry, but I'm going to redundant in closing, saying that I loved you, that I liked you, that I was on my way to love you and etcétera, etcétera y etcétera.