Amor Transgresor/// Transgressive Love [ESP-ENG]

in Writing Clublast year (edited)

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                                              Español/Spanish

En tiempos donde el mundo era un lugar cubierto de llanas tierras, en las cuales los humanos y la naturaleza convivían como iguales, yacía un hombre. Uno de tantos, trabajador en la atención de su ganado y en el cultivo extensivo de sus terrenos. No parecía haber nada peculiar en la vida de ese noble sujeto de prendas livianas y casi sueltas, ni nada importante a narrar, pues la apatía que diariamente dejaba ver en su rostro carente de emotividad, evaporaba a cualquier cuentacuentos el interés y las ganas por narrar su historia.

¿Y qué motivaba a Endimión a seguir? Preguntaba cualquiera que, en cierto momento del día, lo viera dedicar una mirada exhausta al cielo azul. Con cada año transcurrido, y con cada arruga posada bajo sus pómulos, las ansias de vivir parecían abandonar el rostro de Endimion cuando este era iluminado por los rayos solares de Helios, diluyéndose en lo que parecía ser una vida sin propósito.

Y es que las razones se escapaban de la comprensión de sus vecinos, que yacían durmientes tras un par de horas de aparición del crepúsculo, pues era en estas estancias nocturnas, donde la vida de Endimión cobraba sentido.

Con sus animales caídos en un profundo letargo, el pastor no tardaba en abandonar su hogar, y dirigirse a paso acelerado hacia una de las colinas más altas y despobladas del continente. Eran al menos 30 minutos de exhaustivo caminar. Y cada minuto lo valía, pues apenas llegaba a la superficie explanada de aquella colina, y enfocaba su miraba al frente para observar la brillante figura enfrente suyo, todas las penas y agotamiento padecidos en el día, morían al instante.

Ahí estaba ella siempre, sin faltar ninguna noche a sus encuentros. En la noche, su cabello celeste y piel suave y blanquecina brillaban al mismo nivel de las estrellas, y cuando giraba su cuerpo, su vestido albino y transparente en las áreas de sus extremidades apenas se movía. Tan pronto sus miradas se cruzaban, una sonrisa de satisfacción y profundo afecto se formaba en el rostro de ambos.

La diosa lunar, Selene, se encontraban en una relación sentimental con el pastor. Una relación que conformaba la mitad de la vida del terrestre, y solo un suspiro temporal en la inmortal existencia de la divinidad nocturna. Una relación transgresora de las reglas morales que servían para marcar la brecha entre terrícolas y divinidades. Y una relación, que impulsaba a Endimión a seguir viviendo.

Sus pláticas, no importaba cuan repetitivas se volvieran, siempre conservaban ese brillo de entusiasmo e interés mutuo, como si el avance del tiempo fuera incapaz de perturbar el lazo formado entre ambos. Sentados uno al lado del otro, al borde de la colina, con la inmensidad del horizonte frente a ellos, él le hablaba sobre el progreso de sus cosechas, y de la salud y reproducción de sus animales. Ella, estoica y reservada, recibía la información mientras reía ocasionalmente de los comentarios ocurrentes de Endimión. Pocas veces ella comentaba algo de sí misma, y cuando lo hacía, hablaba sobre las hermosas vistas aéreas propias de otros continentes del mundo, observadas por ella durante las breves instancias que necesitaba para hacer desempeñar su rol como diosa.

A veces bailaban. Otras, contaban la cantidad de estrellas habida en el cielo oscuro. Y la actividad favorita de ambos, consistía en identificar las constelaciones. Selene, con más conocimiento del tema, en ocasiones agarraba la muñeca de Endimión y lo ayudaba a señalar aquellas constelaciones que se escaparan del rango de visión del humano.

Era una relación, irónicamente, simplista y no necesitaba ser más que eso.

Pero debido a la condición de los involucrados, era evidente que dichos encuentros no serían eternos. Y tras muchas noches de aferrarse a su rutina, tras muchas noches que no fueron enumeradas, el avance del tiempo, arremetió con fuerza sobre uno de los protagonistas de esa relación inmoral.

Una noche, Endimión no fue capaz de salir de los límites territoriales de su hogar. Justo cuando se encontraba a punto de abandonarlos, una punzada repentina en el interior de su pecho, la cual se sintió como si este mismo se estuviera contrayendo, le impidió seguir avanzando, haciendo que sus tobillos se doblaron de la conmoción, y tras unos segundos, provoco que cayera desplomado de espalda contra el suelo de sus propias cosechas.

Las pulsaciones de su corazón habían acelerado, y los músculos de su cuerpo temblaban gélidamente. Endimión no trato de autoengañarse sobre lo que estaba pasando. El pastor era consciente del estado deplorable de su salud, y mientras más pronto aceptara la situación, mejor sería para él.

Endimión imagino que uno de los tantos parpadeos que estaba dando, fuera el último. Y sus expectativas no estaban del todo disparatados, pues lo único que le impidió terminar de sellar sus parpados definitivamente, fueron las delicadas manos posándose por detrás de su cuello, y la imagen del bello y melancólico rostro de Selene.

Ella intentaba sonreír, pero no lograba disimular el temblor de sus labios. En su longevo periodo de existencia, esa fue una de las pocas instancias en las que no se preocupó por mantener su porte de divinidad, y se dejó palidecer ante su emocionalidad más sincera.

—Te ves... Tan hermosa como de costumbre—dijo Endimión, con las palabras saliendo a duras penas de su garganta.

—Y tu boca sigue igual de aduladora.

—Sería el culmen de mi paciencia si no pudiera. Incluso en mis últimos respiros, tu presencia es el más grande alivio en el que puedo pensar.

Los gemidos adoloridos del pastor fueron los únicos ruidos durante unos momentos, en los que la diosa experimentaba una indecisión emocional impropia de alguien de su linaje.

—Podemos impedir esto—la voz se le cortaba—. Le pediré al dios de dioses que te conceda la inmortalidad y...

—No. Así está bien. Quien durante un tiempo amo estas tierras y a sus animales, no traicionara la naturalidad de sus propios cultivos. Y, sobre todo, quiero que la persona que te amo, abandone este mundo siendo un humano.

Las palabras de Endimión hicieron a los labios de Selene formar una débil sonrisa.

—¿Me harías un último favor?

—Dilo.

—Hazme volar.

Ambos compartieron una mirada confidente. Selene, no tardo en sujetar, con delicadeza y firmeza al mismo tiempo, la mano de Endimión.
El tiempo se volvió inexistente cuando sus cuerpos desprendieron del suelo, y comenzaron a ascender. El viento forzó a Endimión a cerrar sus pupilas, y el frío de las alturas a las que terminaron por llegar le provoco cierto estremecimiento en su piel.

Después de frenar súbitamente, y de sentir sus pies levitando, Endimión abrió los ojos lentamente. Cuando lo hizo, un arranque de emoción lo llevo a fortalecer el agarre ejercido sobre la mano de Selene, quien, se había posicionado detrás de él para abrazarlo por la espalda. Ella tampoco deseaba desperdiciar su última oportunidad para sentir la cálida sensación de unir su cuerpo al del pastor.

En el vasto horizonte, la altura en la que ellos se encontraban les permitía observar por encima de las montañas. Más allá de las tierras de Endimión, se encontraban muchos terrenos esperando a ser explorados, suelos vacíos expectantes a ser cubiertos de frondosa y basta naturaleza, y ríos cuya agua en movimiento llegaba a otros lugares lejanos para nutrir la vida de los mismos.

Recordar que más allá de las montañas había un mundo, siempre acariciaba los pesares de Endimión, y esa noche no fue diferente. Él, ya había cumplido con su labor de servir a su tierra, y así mismo, muchos otros serían los encargados de promover la vida. Y quizás dentro de esos individuos, haya alguien que pueda suplir el hueco que su partida dejara en el corazón de la mujer que lo hacía volar.

—Gracias... Selene.

La diosa, conocedora de las limitaciones del lenguaje, guardo silencio. Decidió corresponder el gesto con un beso en la cabeza de Endimión, y el paso de sus dedos por sobre los ojos del mismo para ayudar a cerrarlos. Y cediendo, mostrándole a la noche su lado más frágil, una lágrima resbalo por las mejillas de la diosa que desde las alturas termino cayendo hasta impregnarse sobre una de las plantas cosechadas por Endimión.

Esa noche, el amor no falleció, pues Selene, con el paso de los eones, se encargó de mantener vivo el recuerdo de aquellas noches en las que, con el dedo índice, dibujaba con emoción las constelaciones en el cielo estrellado.


                                                Inglés/English

In times when the world was a place covered with flat lands, where humans and nature lived together as equals, there lay a man. One of many, industrious in the tending of his cattle and the extensive cultivation of his land. There seemed to be nothing peculiar in the life of this noble subject of light and almost loose clothing, nor anything important to narrate, since the apathy that daily showed in his emotionless face, evaporated any storyteller's interest and desire to tell his story.

And what motivated Endimión to continue? asked anyone who, at a certain time of the day, saw him gazing exhaustedly at the blue sky. With each passing year, and with each wrinkle under his cheekbones, the desire to live seemed to leave Endimion's face when it was illuminated by the sun's rays of Helios, diluting it in what seemed to be a life without purpose.

And the reasons were beyond the comprehension of his neighbors, who lay sleeping after a couple of hours of twilight appearance, for it was in these nocturnal stays, where Endimion's life made sense.

With his animals fallen into a deep lethargy, the shepherd did not take long to leave his home, and head at an accelerated pace towards one of the highest and most unpopulated hills of the continent. It was at least 30 minutes of exhaustive walking. And every minute was worth it, because as soon as he reached the flat surface of that hill, and focused his gaze ahead to observe the shining figure in front of him, all the sorrows and exhaustion suffered during the day, died instantly.

She was always there, never missing a single night of their meetings. At night, her light blue hair and soft, whitish skin shone at the same level as the stars, and when she turned her body, her albino dress, transparent in the areas of her extremities, barely moved. As soon as their gazes met, a smile of satisfaction and deep affection would form on both of their faces.

The lunar goddess, Selene, was in a sentimental relationship with the shepherd. A relationship that made up half of the earthling's life, and only a temporary sigh in the immortal existence of the nocturnal divinity. A relationship that transgressed the moral rules that served to mark the gap between earthlings and divinities. And a relationship, which drove Endimion to continue living.

Their talks, no matter how repetitive they became, always retained that glow of enthusiasm and mutual interest, as if the advance of time was incapable of disturbing the bond formed between them. Sitting side by side, on the edge of the hill, with the immensity of the horizon before them, he would talk to her about the progress of their crops, and the health and reproduction of their animals. She, stoic and reserved, received the information while occasionally laughing at Endimion's witty remarks. She rarely commented about herself, and when she did, she would talk about the beautiful aerial views of other continents of the world that she observed during the brief instances she needed to perform her role as a goddess.

Sometimes they danced. Other times, they counted the number of stars in the dark sky. And their favorite activity was to identify the constellations. Selene, more knowledgeable on the subject, would sometimes grab Endimion's wrist and help him point out those constellations that were beyond the human's range of vision.
It was a relationship, ironically, simplistic and needing to be no more than that.

But because of the condition of those involved, it was clear that such encounters would not last forever. And after many nights of clinging to their routine, after many nights that were not enumerated, the advance of time, lashed hard on one of the protagonists of that immoral relationship.

One night, Endimion was unable to leave the territorial limits of his home. Just as he was about to leave them, a sudden pang inside his chest, which felt as if it were contracting itself, prevented him from moving forward, causing his ankles to buckle from the shock, and after a few seconds, caused him to collapse backwards against the ground of his own crops.

His heartbeat had accelerated, and the muscles of his body trembled icily. Endimion did not try to deceive himself about what was happening. The shepherd was aware of the deplorable state of his health, and the sooner he accepted the situation, the better it would be for him.

Endimión imagined that one of the many blinks he was taking would be his last. And his expectations were not entirely unreasonable, since the only thing that prevented him from sealing his eyelids definitively, were the delicate hands resting on the back of his neck, and the image of Selene's beautiful and melancholic face.

She tried to smile, but could not disguise the trembling of her lips. In her long-lived period of existence, that was one of the few instances in which she did not care to maintain her demeanor of divinity, and allowed herself to pale before her more sincere emotionality.

—You look... As beautiful as usual," said Endymion, the words barely coming out of his throat.

—And your mouth is still as flattering.

—It would be the height of my patience if I could not. Even in my dying breaths, your presence is the greatest relief I can think of.

The shepherd's pained moans were the only noises for a few moments, as the goddess experienced an emotional indecision unbecoming of someone of her lineage.

—I'll ask the god of gods to grant you immortality and.....

—No. That's fine. He who for a time loved these lands and their animals, will not betray the naturalness of his own crops. And, above all, I want the person who loved you to leave this world as a human.

Endimion's words made Selene's lips form a faint smile.

—Would you do me one last favor?

—Say it.

—Make me fly.

The two shared a confident look. Selene did not take long to hold, gently and firmly at the same time, Endimion's hand.

Time became nonexistent when their bodies detached from the ground and began to ascend. The wind forced Endimion to close his pupils, and the cold of the heights they eventually reached caused his skin to tingle.

After suddenly slowing down, and feeling his feet levitate, Endimion slowly opened his eyes. When he did, a burst of emotion led him to strengthen his grip on Selene's hand, who had positioned herself behind him to embrace him from behind. She also did not want to waste her last chance to feel the warm sensation of joining her body to his.

—Thank you... Selene.

The goddess, knowing the limitations of language, kept silent. She decided to reciprocate the gesture with a kiss on Endimion's head, and the passage of her fingers over his eyes to help close them. And yielding, showing the night her more fragile side, a tear slipped down the cheeks of the goddess that from the heights ended up falling to permeate one of the plants harvested by Endimion.

That night, love did not die, because Selene, with the passing of the eons, was in charge of keeping alive the memory of those nights in which, with her index finger, she drew with emotion the constellations in the starry sky.


INSTAGRAM: @migueru_shitagaki
✏️Texto inspirado en la mitologia griega.
✏️Texto escrito por @migueldelli
📸Foto de Maksud: https://www.pexels.com/es-es/foto/ligero-mar-paisaje-naturaleza-4090111/

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A beautiful story with a melancholic ending. I love stories of gods and supernatural mysticism.

Thanks for sharing.
Good day.

Thanks for reading me, I will post more mysticism stories soon :) 🌖

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