Writing between love and letters / Regreso a la campiña / Back to the countryside

El acompasado paso de los caballos retumba en el empedrado de la plaza de la Concordia de París. Es el primer año del siglo XX y todavía los carruajes siguen siendo el medio de transporte preferido por la gente acomodada de la capital francesa.

Chloé Dubois mira las riendas del cochero mientras organiza las ideas en su mente. Es el día de hablarle a su padre sobre un nuevo proyecto que la tiene al borde del delirio.

A su lado, su padre, el ilustre Mathis Dubois, un acaudalado hombre de negocios, se suelta un poco el cuello de la camisa para mitigar el calor de la tarde parisina.

— Papá, le he estado dando vueltas al asunto, ya no voy a seguir con la escultura, hay algo mucho más interesante que quiero hacer. Tienes que apoyarme con eso…

— Mi querida Chloé cuándo te he negado algo. Todavía no has inventado nada tan descabellado como para hacerme dudar de tus capacidades para lograrlo. A ver, dime. Qué te está rondando ahora esa linda cabeza tuya…

— Papá, la semana pasada pude ver una presentación del nuevo invento de los hermanos Lumiere, se llama cinematógrafo. ¿Lo conoces…?

— Algo he escuchado en el café de Flore, uno de los amigos comentaba lo sorprendido que quedó al ver imágenes saliendo de un trozo de sábana blanca, dijo que aquello era maravilloso.

— Y sí que lo es papá, es algo realmente mágico. Quiero hacer películas, ser la primera mujer francesa que haga una película. Y no como las que están haciendo ahora, todas con escenas realistas. Quiero hacer otras cosas, hablar del amor por ejemplo…

— Mi pequeña Chloé, tú y tus ocurrencias…No sé que hubiese sido de ti si en vez de ser yo un hombre progresista hubiese sido un viejo conservador. Mi hija haciendo cine….Quién lo iba a imaginar. Dime lo que necesitas….

— Gracias papa…te amo… Ya lo averigüé todo, tendré que mandar a buscar unos equipos a Alemania…Será un poco caro, lo sé…

— No te preocupes por eso mi querida Chloé, qué mejor uso para el dinero que darle un gusto a una hija….

Ethan Martin mira a hurtadillas desde la cocina del exitoso restaurante Maxim's.

Hace cuatro años decidió abandonar el trabajo al lado de su padre en un pequeño poblado de la Borgoña francesa. A sus oídos llegaron las historias de la efervecencia de París con motivo de los preparativos para la gran Exposición Universal.

Seducido por la idea de conocer mundo y por la expectativa de ganar en un día lo que tardaría un mes con su dura vida de labriego, no lo pensó mucho para irse a la capital. Allí otro paisano le consiguió un puesto en el Maxim's como ayudante de cocina, en un turno que comenzaba a las diez de la noche y se extendía hasta que lo quisiera el último de los comensales.

Ethan vivía feliz. En la mañana retornaba a su pequeña habitación en uno de los nuevos barrios periféricos de la ciudad, luego en la tarde vagabundeaba un poco y en la noche laboraba en la cocina del famoso restaurante donde siempre se las ingeniaba para echar una mirada a las fastuosas damas que se daban cita en aquel local de lujos y derroches.

Chloé gira su sombrilla mientras camina desde los Campos Elíseos hasta la puerta del Grand Palais, el novedoso edificio que se ha inaugurado con motivo de la exposición. En el trayecto solo piensa en la película, una historia tormentosa entre amantes separados por los prejuicios sociales. Los equipos llegaron de Alemania y su padre ha logrado arrendar por muy bajo costo un gran galpón para ser utilizado como estudio de filmación.

La selección de los actores no le ha sido fácil, no le gusta el tono acartonado de los que ha conseguido hasta ahora, pero al parecer es lo que hay…

Chloé entra al Palais y queda prendada del bullicio. La visión de las piezas de arte exhibidas la deja maravillada. En una esquina la sorprende una imagen angelical creada por la luz lateral que a esa hora atraviesa la cúpula de vidrio del Palais. Es un joven vestido con bastante sobriedad. Chloé camina hacia él. El muchacho la ve venir y le sonríe…

Chóé le extiende la mano…Hola soy Chloé, estoy haciendo una película y creo que encontré lo que andaba buscando…

Ethan no lo puede creer, nunca en su vida una mujer le ha hablado de ese modo. La sorpresa no lo deja articular palabra… Cuando logra reponerse pregunta vacilante y avergonzado ¿Y qué es una película…?

— Vayamos fuera para que hablemos, dice Chloé.

La pareja camina en dirección a los Campos Elíseos, Chloé le explica a Ethan los pormenores de su proyecto. Le habla del nuevo invento que cada vez fascina a más gentes, de su sueño por ser la primera mujer francesa que ruede una película. Le ofrece contratarlo mientras dure la filmación, doblando el sueldo de cualquier trabajo que esté haciendo en ese momento. Ethan todavía presa del asombro responde que sí…

Esa noche y todas las que le seguirían hasta el final de sus días Ethan incumplió su compromiso con el Maxim's, se durmió con la imagen de Chloé tomándole la mano…

A la mañana siguiente Ethan llegó puntual a la dirección indicada por la muchacha. El equipo de filmación lo constituían muy pocas personas. Un muchacho que movía las luces y los decorados. Mathis, el padre, haciendo de camarógrafo; tres actores secundarios y Chloé y Ethan en los roles protagónicos.

El rodaje y la producción de la película, de apenas diez minutos de duración y sin banda sonora, se extendió por aproximadamente cuatro meses. En ese tiempo la ficción se convirtió en realidad. Los protagonistas entraron en su propia historia de amor.

Mathis rebosaba de alegría al ver la felicidad de su hija. De algún modo era un hombre adelantado a su tiempo, estaba por encima de los prejuicios sociales y, a diferencia de lo presentado en la película, a él no le importaba que Ethan fuera un labriego pobre y su hija una rica muchacha de cuidad…

Pocos días antes de exhibir la película un incendio acabó con todos los rollos de filmación. El trabajo de cuatro meses se perdió en su totalidad. En ese tiempo no se acostumbraba a tener las copias de respaldo.

La primera reacción de Chloé fue de profunda tristeza, le pesaba como una lápida la idea de no ser la primera mujer que hiciera una película. La frustración le carcomía las entrañas. Pasó unos días sumida en la depresión.

Ethan le comentó a Mathis que quizá una temporada en el campo le haría bien.

Convencieron a Chloé de pasar un tiempo en la Borgoña, la tierra de Ethan, a ver si mejoraba su ánimo. La muchacha aceptó sin mucho convencimiento, más que todo para complacer a los dos hombres.

Aquel ambiente rural fue surtiendo efecto. Cada nuevo día renovaba las energías de la muchacha. Chloé le fue tomando gusto a la vida del campo. La relación entre ella y Ethan se fortalecía a cada momento.

Mathis se ofreció a comprarles unas tierras para que se establecieran. Sabía de las dificultades para cultivar uvas en aquellos suelos pedregosos, por lo que pidió asesoría a unos amigos que incursionaban en el uso de los fertilizantes.

Con el correr del tiempo la bodega Dubois Martin se hizo famosa por producir uno de los mejores vinos del mundo…

Gracias por tu tiempo.

Fuente de imágenes. I II III

The rhythmic pace of the horses echoes on the cobblestones of the Place de la Concorde in Paris. It is the first year of the 20th century and carriages are still the preferred means of transport for the wealthy people of the French capital.

Chloé Dubois watches the coachman's reins as she organizes the ideas in her mind. It is the day to tell her father about a new project that has her on the verge of delirium.

At her side, her father, the illustrious Mathis Dubois, a wealthy businessman, loosens his shirt collar a little to mitigate the heat of the Parisian afternoon.

-Dad, I've been thinking about it, I'm not going to continue with the sculpture anymore, there's something much more interesting I want to do. You have to support me with that...

-My dear Chloé when have I ever denied you anything. You have not yet invented anything so far-fetched as to make me doubt your abilities to achieve it. So, tell me. What's going on in that pretty head of yours now...

-Dad, last week I was able to see a presentation of the new invention of the Lumiere brothers, it's called the cinematograph. Do you know it...?

-I heard something about it at the Café de Flore, one of my friends commented on how surprised he was to see images coming out of a piece of white sheet, he said it was marvelous.

-And yes it is, Dad, it is something really magical. I want to make films, to be the first French woman to make a film. And not like the ones they are making now, all with realistic scenes. I want to do other things, to talk about love, for example...

-My little Chloé, you and your witticisms...I don't know what would have become of you if instead of being a progressive man I had been an old conservative. My daughter making movies.... Who would have imagined it. Tell me what you need...

-Thanks dad...I love you...I've figured it all out, I'll have to send for some equipment to Germany...It will be a bit expensive, I know...

-Don't worry about it my dear Chloé, what better use for the money than to treat a daughter...

Ethan Martin peeks out of the kitchen of the successful Maxim's restaurant.

Four years ago he decided to quit working alongside his father in a small village in French Burgundy. Stories of the excitement of Paris in preparation for the great Exposition Universelle reached his ears.

Seduced by the idea of seeing the world and by the expectation of earning in one day what it would take a month with his hard life as a peasant, he did not think much about going to the capital. There, another fellow countryman got him a job at Maxim's as a kitchen assistant, in a shift that started at ten o'clock at night and lasted until the last diner wanted it.

Ethan lived happily. In the morning he returned to his small room in one of the new suburbs of the city, then in the afternoon he wandered around a bit and in the evening he worked in the kitchen of the famous restaurant where he always managed to catch a glimpse of the sumptuous ladies who gathered in that place of luxury and splurge.

Chloé twirls her parasol as she walks from the Champs Elysées to the door of the Grand Palais, the new building that has been inaugurated for the exhibition. On the way she thinks only of the film, a stormy story between lovers separated by social prejudice. The equipment arrived from Germany and her father has managed to rent a large shed to be used as a film studio for very little money.

The selection of the actors has not been easy, she does not like the stiff tone of the ones she has got so far, but it seems to be what it is...

Chloé enters the Palais and is captivated by the hustle and bustle. The sight of the art pieces on display leaves her in awe. In a corner she is surprised by an angelic image created by the side light that at that hour crosses the glass dome of the Palais. It is a young man dressed quite soberly. Chloé walks towards him. The young man sees her coming and smiles at her....

Hello, I'm Chloé, I'm making a movie and I think I found what I was looking for...

Ethan can't believe it, never in his life has a woman talked to him that way. When he manages to recover, he asks hesitantly and embarrassed... And what's a movie...?

-Let's go outside so we can talk, says Chloé.

The couple walks towards the Champs Elysées, Chloé explains to Ethan the details of their project. She tells him about the new invention that fascinates more and more people, about her dream to be the first French woman to shoot a movie. She offers to hire him for the duration of the filming, doubling the salary of whatever work he is doing at the time. Ethan, still in awe, says yes...

That night and all the nights that would follow until the end of his days Ethan broke his commitment to Maxim's, he fell asleep with the image of Chloé holding his hand...

The next morning Ethan arrived punctually at the address indicated by the girl. The film crew consisted of very few people. A boy who moved the lights and the sets. Mathis, the father, acting as cameraman; three supporting actors and Chloé and Ethan in the lead roles.

The shooting and production of the film, barely ten minutes long and without soundtrack, lasted approximately four months. In that time, fiction became reality. The protagonists entered into their own love story.

Mathis was overjoyed to see his daughter's happiness. In some ways he was a man ahead of his time, he was above social prejudices and, unlike what presented in the film, he didn't care that Ethan was a poor farmer and his daughter was a rich city girl...

A few days before the film was to be shown, a fire destroyed all the film reels. Four months' work was lost in its entirety. At that time it was not customary to have backup copies.

Chloé's first reaction was one of deep sadness, the idea of not being the first woman to make a film weighed on her like a tombstone. Frustration gnawed at her insides. She spent a few days in depression.

Ethan told Mathis that maybe a stint in the country would do her good.

They convinced Chloé to spend some time in Burgundy, Ethan's homeland, to see if it would improve her mood. The girl accepted without much conviction, mostly to please the two men.

The rural setting was having an effect. Each new day renewed the girl's energy. Chloé began to enjoy the country life. The relationship between her and Ethan grew stronger with each passing moment.

Mathis offered to buy some land for them to settle on. He knew about the difficulties of growing grapes in those stony soils, so he asked for advice from some friends who were making inroads in the use of fertilizers.

As time went by, the Dubois Martin winery became famous for producing one of the best wines in the world...

Thank you for your time.

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Hasta una próxima entrega. Gracias.

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