Yo les tengo mucho miedo. Recuerdo cuando era docente, como cada enero, llegaban estudiantes con las manos lastimadas, la cara o cualquier parte del cuerpo. Algunos por usar la pirotecnia y otros porque simplemente estaban cerca. Lo difícil de entender , es por qué, la gente los sigue comprando, y lo que es peor, se los regalan a sus hijos pequeños. Abrazos Má.
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Allí está el meollo del asunto, como el adulto cree que eso es bueno y lo entrega a los niños. Hasta las estrellitas que se ven tan inocentes se vuelven peligrosas.
Dios te bendiga, hija.