Esta publicación es una continuación de las participaciones en la serie de autoconocimiento que nos propone @damarysvibra, a través de los ejercicios ¿Quién soy? Esta vez vamos a reconocer nuestros defectos, esas características de nuestra personalidad que no nos gustan y que sabemos que pueden afectar nuestro bienestar y nuestra convivencia con los demás.
En el ejercicio anterior, donde señalaba, mis tres mayores cualidades, mencioné que me sentía y me siento feliz de reconocer que tengo más virtudes que defectos, sin embargo, eso no hace que los pocos defectos que considere que tenga no existan. O que tenga más defectos de los que creo, porque puede que yo piense que tengo muy pocos defectos y los que me rodean crean lo contrario. Espero que no sea el caso, ja,ja,ja,ja.
En mi forma de ser, considero que poseo muy buenas aptitudes y actitudes, pero como mencioné, hay ciertos comportamientos o emociones que no me gusta como me hacen sentir y sé que debo trabajar en ellos. Por ejemplo:
Miedo: Según los psicólogos, el miedo no es un defecto, sino una reacción normal de nuestro cerebro para protegernos cuando sentimos o creemos que alguna situación puede afectar nuestra integridad física o mental. Sin embargo, considero que temer a cualquier cosa ya se puede tomar como un defecto.
¿A qué me refiero? Bueno, generalmente me produce miedo enfrentarme a diferentes situaciones, por ejemplo: comer sola en un restaurante, que mis hijos jueguen a correr, saltar o colgarse de diferentes sitios, atender personalmente a algunos clientes. Son situaciones que estoy segura, a muchos les parecen supernormales y que a mí me generan angustia. Ir de compras yo sola, o tener que sacar la cuenta de lo que consumió un cliente y hacer la conversión de dólares a bolívares, todo eso me da temor, porque siento que puedo equivocarme.
Me considero capaz de realizar todas las actividades que mencioné, e incluso lo hago y sin equivocarme, pero no puedo evitar sentir miedo al momento de hacerlo, entonces evito por ejemplo, atender clientes y me enfoco en preparar todas las comidas, en ordenar y en hacer publicidad. Soy consiente de que puedo trabajar en ese "defecto" y mejorar esos comportamientos.
Imprudencia: ¿Ya les conté que hablo hasta por los codos? Bueno, una de las consecuencias de hablar tanto es que no me doy cuenta cuando hablo de más y comento imprudencias. Son comentarios que pueden generar incomodidad y que juro que no los hago con mala intención, se me escapan y cuando intento reaccionar ya mi lengua me ha ganado. A veces me pasa porque no estoy al tanto de las nuevas noticias y cuando me lanzo con todo a comentar, resulta que hay alguien quien siente que hago referencia a su caso o a su persona.
Una vez, mientras conversaba con un primo y su novia, me dio por hablar de las mujeres que se maquillan demasiado o se operan para tener senos más grandes, la cara estirada, etc. Le dije a mi primo a modo de chiste: "Quédate con quien no le flote el pecho si cae a una piscina y si no se le borran las cejas al mojarse, mejor". Él me miró con los ojos bien abiertos como platos, como tratando de decirme algo, pero yo no caí, y seguí habla, que te habla. Luego más tarde, mi hermana me aclaró que la novia de mi primo, quien por cierto se maquilla a todas horas, estaba recién operada de los senos. Trágame tierra.
Fuente
La gula: No sé si es un defecto, pero de ser así, yo lo tengo. Y es que a mis 44 años de vida, no he aprendido a controlar el apetito. Estoy desayunando y ya estoy pensando en algo rico que preparar para el almuerzo. En el almuerzo ya estoy pensando en la cena. En las tardes no puede faltar la merienda. Me descubro pensando o conversando, sobre recetas. Me fascina ver los diferentes tipos de alimentos que se venden en los supermercados o ferias de hortalizas.
Voy a cumplir casi un mes desde que dejé de consumir azúcares. Sin embargo, es un pensamiento recurrente en mí, la tentación de volver a probar un dulce. Sé que no es sano, y pongo toda mi fuerza de voluntad en no consumir nada de azúcar, pero pienso en que se acerca la Navidad, con sus postres y sus bebidas dulces, y me angustia dejarme llevar por la tentación. Por suerte no estoy sola, y en mi familia también han eliminado el consumo de azúcar y creo que ahí estará el soporte que necesitaré en estas navidades.
Creo que hasta aquí voy a dejar la lista de defectos, ja,ja,ja,ja, no vaya a ser que al final termine creyendo que sobrepasan mis virtudes y entonces el ejercicio nos desanime. La verdad es que estoy agradecida por estos momentos de aprendizaje, de reconocimiento y autoayuda que nos ofrecen estos ejercicios de ¿Quién soy?
Me despido, no sin antes recordarles que aunque tengamos defectos, somos únicos e irrepetibles y que cada aspecto que no nos guste o que sintamos que no nos deja avanzar, podemos trabajarlo y mejorar. Aceptarnos, perdonarnos y aprender a aprender, son herramientas maravillosas para vivir en plenitud.
Abrazos y muchas gracias por visitar y leer.
Esa reflexión que haces me parece muy sana para seguir en el conocimiento de ti. Me reí de la anécdota y hasta pensé en ella antes de que la escribieras; pero tú estás clara de que no fue con mala fe. Aunque sea un dulcito de lechosa nos comemos y sin culpa pensaremos en lo bien que nos va a caer.
Abrazos, hija. Me encanta verte por aquí.
¡Ay si! Aunque sea un pedacito, ja,ja,ja,ja. Espero mantenerme por aquí sin alejarme tanto tiempo.
Entiendo a la perfección lo que menciona y más que nada hasta lo de la gula.
Es un proceso difícil trabajar en todas esas cosas, pero no imposible.
Me gusta tu reflexión de todo esto, que logres tus mejoras con éxito. 🙌🏻🌺
Saludos, creo t me permito decirlo es que hay mas ansiedad que miedo, evidentemente es un juego entre las dos y cada una busca la posición privilegiada dentro de tu vida, me encantó la manera como desarrollaste el ensayo