Sí, mi amigo; no somos santos ni perfectos. Sabes, he escuchado a muchos ser extremamente indulgentes con las reincidencias de sus conductas no tan sanas, incluso, impropias. Al final, caen en esta expresión: no soy santo ni perfecto; y vuelven a caer. Es más, consciente o no, desisten en enmendar. Sí, no somos perfectos, pero eso no nos impide emprender el camino de la santidad, en la búsqueda de la perfección. Si lo logramos o no, coincido contigo, al final se sabrá.
Feliz domingo, Félix.