Tenemos a disposición el instrumento más poderoso de la humanidad: la palabra. Imaginen al mundo sin ella. Sí, los idealistas e ingenuos verán un ambiente prístino, al natural y deseable. Otros, los realistas y pragmáticos, verán la otra cara. Una latente de peligros. Claro, el imperio de la palabra no ha acabado con el peligro. Al contrario, en términos del hombre, la ha potenciado a niveles antes inimaginables, capaz de la mayor destrucción. Pero también engloba la capacidad de proveer el bienestar más supremo.
Dirás que estoy exagerando, y que las palabras de por sí solas son inocuas. ¿Estás seguro?
A ver, supongamos que soy tu patrono y te dijera de improviso y sin motivos: estás despedido. ¿Cómo te sentirías? Si fuera yo, en las primeras de cambios, estupefacción y asombro, y luego, de seguro, angustia. Ves, el poder de la palabra.
No hace falta un artefacto termonuclear y bélico para matar las ilusiones y acabar con la seguridad. Aunque también este tipo de artefacto, pero no bélico, puede llevar a la humanidad a otro escalón si se superan los efectos no deseables como la contaminación y riesgos radiactivos.
Por fortuna, es solo una suposición, y no pretendo aquí divagar en las esferas y en los efectos colectivos. Me interesa, por los momentos, el cómo el uso de las palabras impacta en el deambular de las personas comunes y corrientes.
Adquirimos el lenguaje a muy temprana edad por observación e imitación. Este modela el cómo percibimos y entendemos al mundo, tendiendo puentes con nuestros congéneres para vivir en sociedad. Sí, la palabra hace posible la convivencia y posibilita nuestro entorno en función de la satisfacción de las necesidades y la obtención de los deseos.
A estas alturas, estarás pensando: «este hombre iniciará una disertación repetitiva sobre el lenguaje como instrumento de la construcción social». Y sí, corro el riesgo de irme por ese sendero. Mas freno, y me veo en el espejo diciéndome: este año leeré más, escribiré más, fomentaré más amistades, caminaré más, y acabaré con mis enemigos. Alto, esta última intención pareciera ir por otra ruta, una no tan benigna.
No os alarméis, acabar con los enemigos no implica su aniquilación. Si no de suprimir las causas de la enemistad para la reconciliación. Claro, entiendo que no siempre es posible. Empero, uno puede aspirar a la neutralidad.
Entendéis a dónde quiero conducirlos.
Déjeme plantearles otra perspectiva. Este año no podré leer, ni escribir, ni hacer nuevos amigos, ni caminar lo necesario, y no podré acabar con mis enemigos.
Sí, la intención de la palabra y su uso en el contexto pueden crear o destruir nuestro mundo. Además, proferirlas con descuido podría llevarnos a situaciones comprometidas que no deseamos.
Fuente: Imagen de Prawny en Pixabay
¿Quieren que les revele una gran verdad sobre la palabra?
Bueno, sé que ustedes lo saben. La palabra determina el qué y el cómo se manifiesta nuestra vida. Si dices, me irá mal. Así será. Sí, en cambio, dices, me irá bien. Así será, aunque no lo aprecies de inmediato. Algunos lo llaman decretos, y otros aluden al poder de la visualización y la verbalización creativa. ¿Qué sí funciona? El optimismo fundamentado en acciones y aunado a la perseverancia da buenos frutos. Sin duda, un acto de creación.
Alguien perspicaz acotará que esto también parece muy válido para las maldiciones. Es decir, la palabra en contra de otro para hacerle daño. Y en parte tiene razón. Pero recuerden, a manera de advertencia, toda acción tiene su reacción de la misma naturaleza. Así que, nos conviene andar por el sendero de lo bueno para recibir en consecuencia cosas buenas.
Otro aspecto, en cuanto a la palabra, que no quisiera pasar por alto es la búsqueda de la prudencia. Sí, no es fácil ser prudente en estos días. ¿Cuántos problemas suscitados por un chisme de pasillo? Y es que uno es proclive a hablar de más al momento de socializar, hasta el punto de tergiversar, consciente o no, los hechos. Agregando más entropía al mundo. En tal sentido, si no tienes nada bueno que decir de los demás, quédate callado. Incluso, diciendo algo bueno de alguien, uno puede errar según sea el contexto y el público. De seguro, te ha pasado alguna vez, y comprendiste que metiste la pata. ¡Incómodo no!
Quisiera finalizar con algunas recomendaciones para manejar el poder de la palabra:
- Antes de hablar y escribir piense.
- Sea respetuoso y evite palabras discriminatorias u ofensivas.
- Escúchese a sí mismo, como también al interlocutor.
- Muestre respeto y empatía cuando hable.
- Sea optimista enfocado en soluciones y oportunidades.
- Asegúrese de apoyar sus palabras con acciones cuando se trate de crear su futuro.
- En situaciones conflictivas busqué la neutralidad siempre y cuando no atente contra sus principios y valores.
- No tema a equivocarse cuando hable, y aprenda de sus errores.
- Respete el contexto social y cultural cuando hable y escriba
- Reflexione sus palabras y ajuste cuando sea necesario.
- Que sus palabras y escritos tiendan a lo bueno, no a la conveniencia, ni al mal de los demás.
Sea sabio y prudente cuando tengas que hablar o callar.
Un breve ensayo original de @janaveda
La portada la cree con Mac Keynote con base en la imagen de Yvette W en Pixabay.
¡Cansado! ¿Ya no te satisfacen las redes sociales tradicionales?
Entonces, te invito a conocer Hive presionando aquí.
Únete a nuestra comunidad global, en donde la libertad sin censura en nuestro norte.
We have the most powerful instrument of humanity at our disposal: the word. Imagine the world without it. The idealistic and naïve will see a pristine, natural, and desirable environment. Others, the realists and pragmatists, will see the other side. A latent one of dangers. Of course, the empire of the world has not ended danger. On the contrary, in man's terms, it has empowered it to previously unimaginable levels, capable of the greatest destruction. But it also encompasses the capacity to provide the most supreme well-being.
You'll say I'm exaggerating, and that words alone are innocuous. Are you sure?
Let's see, suppose I were your employer and I said to you out of the blue and for no reason: you're fired. How would you feel? If it were me, at the first changes, stupefaction and astonishment, and then, for sure, anguish. You see, the power of the word.
It doesn't take a thermonuclear, warlike device to kill illusions and end security. Although even this type of device, but not warlike, can take humanity to another level if undesirable effects such as contamination and radioactive hazards are overcome.
Fortunately, this is only an assumption, and I do not intend here to digress into the spheres and collective effects. I am interested, for the moment, in how the use of words impacts the wanderings of ordinary people.
We acquire language at a very early age by observation and imitation. It shapes how we perceive and understand the world, building bridges with our fellow human beings to live in society. Yes, speech makes coexistence possible and enables our environment in terms of satisfying needs and obtaining desires.
By now, you may be thinking: «This man is going to start a repetitive dissertation on language as an instrument of social construction”». And yes, I run the risk of going down that path. But I stop, and I see myself in the mirror saying to myself: this year I will read more, write more, foster more friendships, walk more, and kill my enemies. Stop, this last intention seems to go another route, a not-so-benign one.
Do not be alarmed, to do away with enemies does not imply their annihilation. But to remove the causes of enmity for the sake of reconciliation. Of course, I understand that this is not always possible. However, one can aspire to neutrality.
You understand where I want to lead you.
Let me put another perspective to you. This year I will not be able to read, write, make new friends, or walk as much as necessary, and I will not be able to finish with my enemies.
Yes, the intention of the word and its use in context can make or break our world. Moreover, carelessly uttering them could lead us into compromising situations that we do not want.
Source: Image by Prawny on Pixabay
Do you want me to reveal a great truth about the word?
Well, I know you know it. The word determines what and how our life manifests itself. If you say, it will go bad for me. It will. If, on the other hand, you say, I will do well. So shall it be, even if you don't appreciate it right away. Some call it decrees, and others allude to the power of visualization and creative verbalization. What does work? Optimism grounded in action and coupled with perseverance bears good fruit. Undoubtedly, an act of creation.
Someone insightful will point out that this also seems very valid for curses. That is the word against another to harm him. And he is partly right. But remember, by way of warning, every action has its reaction of the same nature. So, it behooves us to walk in the path of good to receive good things as a consequence.
Another aspect, in terms of the word, that I would not want to overlook is the search for prudence. Yes, it is not easy to be prudent these days. How many problems are caused by gossip in the corridor? And one is prone to talk too much when socializing, to the point of misrepresenting, consciously or not, the facts. Adding more entropy to the world. In that sense, if you have nothing good to say about others, keep quiet. Even if you say something good about someone, you may miss the mark depending on the context and the audience. Surely, it has happened to you at some point, and you understand that you made a mistake. Not uncomfortable!
I would like to end with some recommendations to manage the power of the word:
- Before speaking and writing think.
- Be respectful and avoid discriminatory or offensive words.
- Listen to yourself, as well as to your interlocutor.
- Show respect and empathy when speaking.
- Be optimistic with a focus on solutions and opportunities.
- Be sure to back up your words with actions when it comes to creating your future.
- In conflict situations seek neutrality as long as it does not go against your principles and values.
- Don't be afraid to be wrong when you speak, and learn from your mistakes.
- Respect the social and cultural context when speaking and writing.
- Reflect on your words and adjust when necessary.
- Let your words and writings tend to the good, not to the convenience, nor the evil of others.
Be wise and prudent when you have to speak or remain silent.
A brief essay by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version)
The cover was created with Mac Keynote based on the image from an image by Yvette W on Pixabay.
Tired...! Are you no longer satisfied with traditional social networks?
Then I invite you to get to know Hive by clicking here.
Join our global community, where uncensored freedom is our north.
Totalmente de acuerdo contigo. La palabra es muy poderosa. Ellas crean y destruyen. Es importante observar nuestras palabras. Así cambiará nuestra vida y entorno.
¡Excelente!
Una muy buena disertación a la que se me ocurren diferentes comentarios, pero en respuesta al llamado a la prudencia callaré hoy.
Un abrazo.