Mi primer amor y las huellas de nuestros maestros

in Holos&Lotus3 hours ago

Todos y cada uno de nosotros, antes de ser los adultos que somos hoy, ayer y cuando digo ayer, no lo digo por el día de ayer, fuimos niños.

Cuando nacimos no sabíamos del mundo y no conocíamos lo que nos rodeaba, no sabíamos hablar no sabíamos leer y mucho menos sabíamos caminar, todo para hacer lo que somos hoy en día fue un proceso de enseñanza y aprendizaje, desconozco en la actualidad cómo está la educación en casa, pero recuerdo que mi primera escuela, mi primer colegio, mi primer centro educativo o como ustedes lo quieran llamar, fue mi casa, mi mamá, mi papá, quizás alguno que otro hermano, un tío, un primo, nuestros abuelos fueron nuestros primeros maestros, esos que nos enseñaron hablar, cómo caminar y cómo comportarnos ante la sociedad que nos rodeaba.

Y aunque la vida es corta, no nos podemos dar el lujo de quedarnos como niños toda la vida y cuando más o menos tomamos impulso para crecer, nos toca ingresar a los centros educativos, hoy estas palabras son para ustedes, así sean docentes o no, para aquellos que no están presentes y para esa generación que viene.

El primer amor de mi vida fue en la escuela, no era la niña de trenzas bonita ni la muchachita de cabello rubio que estaba delante de mí, ni mucho menos la que pasaba todos los días frente a mi salón con esa falda ondeante, mi primer amor fue mi maestra esa que me enseñó a leer, ella que me enseñó a escribir en cursiva, la que tomó su paciencia y su motivación para sentarse con esa calma que siempre la acompañaba para enseñarme lo difícil, lo fácil y lo divertido que era ser una división de tres.
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Observar
Cuando era niño pensaba que mi maestra solo tenía la fascinación de mandar tarea, porque ella era una aburrida y no tenía nada que hacer en su casa que lo único que sabía era ir a la escuela dar clases, y abarrotarnos de información como si uno fuera un libro en blanco, mientras que en realidad uno lo que pensaba cuando iba a la escuela era en la comida y salir al receso.

Les puedo asegurar que todos sus objetivos y todas sus metas juntos con sus proyectos de aprendizaje se hicieron realidad, nos enseñó, no solo nos enseñó a contar, a leer, a escribir a narrar e incluso a exponer, a no hacer trampa en el examen, sino que nos preparó para una educación secundaria que refuerza nuestra conducta, nuestra manera de pensar para que después tomemos arriendo de nuestras vidas y poder ir a la universidad a estudiar un oficio.

Mi novia de la escuela le dio paso a varios amigos en el liceo (secundaria), me dio la oportunidad de conocer a una señora que a pesar de que hoy no esté con nosotros, la recuerda todos los días, y hoy día del educador me la imagino en el cielo enseñándole a los angelitos a cómo comportarse; mi profesora del liceo no solo me preparó para la vida me enseñó que donde hay #amor hay paciencia, donde hay diversión hay prevención, donde embarga la ira hay que hacer uso del control, que mientras más confianza tuviera uno con alguien mayor era el #respeto.
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La educación en mis tiempos hacía que nos tragáramos el orgullo e hiciéramos uso de la humildad, esos que éramos enemigos en el recreo o en la calle, en el salón de clase tenían que aprender a trabajar juntos como si fueran hermanos, aprendimos a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros, mientras más amables y más generosos seamos estamos cultivando un futuro mejor, y el hecho de que otro nos trate mal, no nos da derecho a nosotros de pagarle al siguiente con la moneda que nos dieron el vuelto, nos educaban para hacer personas de respeto.

El docente pasaba horas y horas en casa planificando y nos enseñaron a planificar nuestras vidas.

¿Por qué?

Desde la primera instancia, cuando nos preguntaban qué queríamos ser de grandes, ya nos estaban acondicionando para el devenir.

Mis maestros nos enseñaban con ética, disciplina, honradez, valentía, nos enseñaban a compartir, a partir un pan en dos, y en donde comían dos comían cinco, un lápiz no se le niega a nadie, a trabajar en equipo, que si sumábamos tu fuerza más mi cerebro podíamos llegar muy lejos, y quizás en ese tiempo la situación en el país era o no se comparaba con la actual ¡ay!, pero mi maestra tenía para regalar cuadernos, lápices, borradores, crayones, marcadores, y todo salía de un humilde salario, que ahorita una maestra actual no puede hacer.

Mi maestra fue tan grande, era mi superheroína, mi máquina de producción, el día que nos graduó lloró, y le regaló a este país: doctores, enfermeras, albañiles, ingenieros, policías, secretarias, directores, bomberos, una infinidad de profesionales al servicio de la sociedad y con ellos otros docentes; aunque a veces denigramos la profesión docente debemos de entender que la única persona que es capaz de formar el resto de las profesiones en el país es el docente.

La educación se enseña con el ejemplo, porque a veces las palabras no alcanzan para educar.

Gracias, maestros, maestras, por dedicar su vida, su tiempo y su amor, para enseñarnos, para educarnos y prepararnos para el futuro.

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