"Placer culposo" = IGUANA
"Adicción" = ELEFANTE
Todos poseemos placeres culposos, "ese sentimiento placentero que reconocemos cuando vemos, escuchamos o hacemos algo que sabemos no es todo lo bueno que debería ser para nosotros".
Son placenteros porque experimentamos una satisfacción profunda, un gusto mayúsculo al hacerlo. Por otro son culposos porque para nosotros no son del todo positivos, sobre todo durante o después de practicarlos. Sabemos que no deberíamos hacerlos y nos sentimos responsables de perjudicar incluso a terceras personas.
No obstante, un placer culposo casi siempre es “inocente”, como por ejemplo comer chocolate cuando estamos en dieta, escuchar una música que publicamente criticamos (como yo con el reggaetón, detesto a la mayoría de canciones y cantantes, pero de vez en cuando escucho alguna que otra canción que me guste). Tal vez sea dormir en una hamaca, cuando sabemos que puede afectar nuestra cervical o tomar alguna bebida que nos prohibió el médico, con la excusa de que “una vez al año no hace daño”.
Ahora bien. ¿Qué pasa cuando un placer culposo pasa de ser del tamaño de una iguana a crecer como un elefante africano? ¿Qué ocurre cuando esa bebida ya no es una vez año y sí una vez a la semana? ¿O cuando aquel hábito ocasional y efímero se convierte en un vicio constante? ¿Qué sucede si el chocolate ya no es un pecadillo blanco, sino que nos convertimos en adictos a la azúcar refinada?
Y más aún, ¿Qué tal si la adicción que hoy sufrimos nunca empezó como un placer culposo, sino directamente como una forma de cubrir alguna necesidad y nuestra voluntad se fue diluyendo ante la fuerza de nuestro vacío?
Porque justamente una adicción es una sustancia, actividad o comportamientos que son susceptibles de generar una dependencia e interferir con el funcionamiento de una persona. De ahí lo peligroso de las adicciones y que la culpa nos arropa, nos limita y nos trastoca la existencia.
“El alcohol ahoga las penas”, “las drogas te transportan a otro universo”, “el sexo te hace sentir vivo”, son expresiones comunes que pretenden relativizar las adiciones y vicios dañinos. "Los placeres hacen olvidar", dicen, y lo hemos vivido más de una vez, pero ¿Qué pasa cuando un “placer culpable” se convierte en una adicción destructiva?
¿Has caído en el alcoholismo, te has vuelto adicto a las drogas, has sido promiscuo o estás comiendo como si no hubiera mañana y peor aún, comida perjudicial para tu salud? Tal vez algo ande mal en ti, tal vez hay un vacío y no te has dado cuenta.
La comida intenta llenar el vacío, el sueño nos aísla de nuestra miserable realidad, e incluso con Internet intentamos llenar nuestra falta de cariño, nuestra baja estima o el deseo de ser apreciados e importantes. Por eso Facebook y otras redes sociales tienen tanto éxito.
Hay muchas maneras de satisfacer nuestras necesidades y ansiedades, nuestros vacíos y nuestras inseguridades. Mi experiencia como adicto me ha permitido entender que cada una de nuestras adicciones reemplaza lo que nos falta. Nos volvemos dependientes de algo porque obtenemos de ello lo que no somos capaces de obtener por nosotros mismos o por otros medios más nobles, más loables y más edificantes. La dependencia se apodera de la voluntad y se intenta compensar la tristeza y pobreza del alma y del espíritu. No nos damos cuenta, o no queremos darnos cuenta de que hay algo mejor, que podemos cambiar nuestra vida, que somos responsables de nuestra condición y que nadie nos obliga a ser y estar así.
No te conozco, pero seguro que tienes una adicción, igual que yo. Puede ser grande y visiblemente dañina para tu cuerpo, mente y/o emociones, o puede ser pequeño y aparentemente inofensivo, casi que un placer culposo del tamaño de una iguana, pero créeme, no lo es. Si no te comprometes a superarlo puede crecer o evolucionar como un enorme elefante africano y provocar que hagas cosas que nunca imaginaste, o, tu cuerpo puede en algún momento resentirse contigo y la adicción puede tomar el control. Peor aún, la infelicidad, la pobreza de espíritu, la infelicidad y la ansiedad le impedirán vivir una vida plena y satisfactoria.
Depende de si queremos mantener la adicción y vivir infelices o si queremos superarla y vivir la vida al máximo. Es posible superar las adicciones y vivir sintiéndonos libres. Con ayuda profesional, el apoyo de quienes te aman y fuerza de voluntad, podemos dominarlos y vencerlos.
PD: Si crees que necesitas ayuda, consulta a un profesional.
Fuentes consultadas para este post: 1 y 2
"Guilty pleasure" = "Iguana"
"Addiction" = "Elephant"
We all have guilty pleasures, "that pleasant feeling we recognize when we see, hear or do something that we know is not as good as it should be for us."
They are pleasurable because we experience deep satisfaction, a great pleasure when doing it. On the other hand, they are guilty because for us they are not entirely positive, especially during or after practicing them. We know that we should not do them and we feel responsible for harming even third parties.
However, a guilty pleasure is almost always “innocent”, such as eating chocolate when we are on a diet, listening to music that we publicly criticize (like me with reggaeton, I hate most songs and singers, but from time to time I listen to some other song that I like). Maybe it's sleeping in a hammock, when we know that it can affect our cervical spine, or drinking a drink that the doctor prohibited, with the excuse that "once a year won't hurt."
"Each of our addictions takes the place of our deficiencies".
However. What happens when a guilty pleasure goes from being the size of an iguana to growing like an African elephant? What happens when that drink is no longer once a year but once a week? Or when that occasional and ephemeral habit becomes a constant vice? What if chocolate is no longer a white peccadillo, but instead we become addicted to refined sugar?
And even more so, what if the addiction that we suffer today never began as a guilty pleasure, but directly as a way to cover some need and our will was diluted by the force of our emptiness?
Because an addiction is precisely a substance, activity or behavior that is likely to generate a dependency and interfere with a person's functioning. Hence the danger of addictions and the fact that guilt covers us, limits us and disrupts our existence.
“Alcohol drowns out sorrows,” “drugs transport you to another universe,” “sex makes you feel alive,” are common expressions that attempt to relativize harmful addictions and vices. "Pleasures make you forget," they say, and we have experienced it more than once, but what happens when a “guilty pleasure” becomes a destructive addiction?
Have you fallen into alcoholism, have you become addicted to drugs, have you been promiscuous or are you eating like there is no tomorrow and worse still, food that is harmful to your health? Maybe something is wrong with you, maybe there is a void and you haven't realized it.
Food tries to fill the void, sleep isolates us from our miserable reality, and even with the Internet we try to fill our lack of affection, our low esteem or the desire to be appreciated and important. That's why Facebook and other social networks are so successful.
There are many ways to satisfy our needs and anxieties, our voids and our insecurities. My experience as an addict has allowed me to understand that each of our addictions replaces what we are missing. We become dependent on something because we obtain from it what we are not capable of obtaining on our own or by other nobler, more praiseworthy and more edifying means. Dependency takes over the will and an attempt is made to compensate for the sadness and poverty of the soul and spirit. We do not realize, or we do not want to realize, that there is something better, that we can change our lives, that we are responsible for our condition and that no one forces us to be and be like this.
I don't know you, but I'm sure you have an addiction, just like me. It can be big and visibly harmful to your body, mind and/or emotions, or it can be small and seemingly harmless, almost an iguana-sized guilty pleasure, but trust me, it's not. If you don't commit to overcoming it, it can grow or evolve like a huge African elephant and cause you to do things you never imagined, or, your body can at some point resent you and the addiction can take control. Worse yet, unhappiness, poverty of spirit, unhappiness and anxiety will prevent you from living a full and satisfying life.
@tipu curate 8
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