Quisiera decirles que no le temo a nada o afirmarles que el miedo es tan pasajero como la vida misma, que podemos arrancarlo de raíz y ser valientes eternamente, pero la realidad es otra…

Aclaremos un punto: ser positivos y optimistas no necesariamente nos coloca en una posición ingenua o inocente (aunque me ha pasado). Podemos mantener la nobleza bajo el realismo, mirando entre líneas y asumiendo que, aunque los universos van cambiando de unos a otros, es indudable que el miedo es un factor común.

Yo lo llamo “el mecanismo de defensa más satanizado y maleducado de la humanidad”, porque para hablar de él hay que entender que es tan natural y humano como respirar. Viene por instinto y es la manera en que nuestra mente dice: “Okay, eso me parece poco seguro, vamos a alejarnos o mantenernos donde estamos”.

Sin embargo, como algo natural, debemos regularlo y moldearlo como un sistema de reconocimiento de posibles riesgos, sin olvidar que nuestra mente puede llegar a crearse escenarios que se escapan de la realidad.

Hace poco inicié en mis redes de Web2, y para ser sincera, por mucho tiempo había pospuesto el tema de subir contenido habitualmente e incluso de investigar en este formato. El miedo me hizo cometer tantos errores que si los enumero no terminaría hoy, pero me gustaría compartir algunos con ustedes.

Primero, me comparé y pensé que ¿Qué haré yo para mostrar al mundo mi talento en ese formato?, tomando en cuenta que existen millones de personas en nichos de salud mental, motivación, lifestyle y todo lo relacionado a ello. Mi mente me hizo pensar que no tengo espacios, pero ahora creo que solo era mi ansiedad productiva convirtiéndose en otra cosa.

Luego, tuve miedo a mostrar mi personalidad. Hablo mucho, lo admito, e incluso en ocasiones me disperso y luego vuelvo al tema. Entonces, fue una de las cosas que me hizo desarrollar un poco de miedo a la cámara, pero ahora creo que cada persona tiene su espacio y la verdad, ahora solo quiero divertirme.

Por último, tuve miedo a la crítica y lo cierto es que aún lo tengo. Me falta mucho por saber y, aunque cada día avanzo y aprendo más, es inevitable que me equivoque. Sin embargo, soy consciente de que no puedo adelantarme a lo que no ha sucedido y, pase lo que pase, siempre habrá opiniones; solo debo aprender a filtrarlas.

Del miedo al amor hay un paso, y en las relaciones que tenemos con nosotros mismos se evidencia la manera en que ambos mundos se relacionan. Puedo decirles que no sé lo que hay en el futuro, pero sí de algo estoy clara: si de amor no se vive, de miedo menos. Por eso toca asumirlo, analizarlo y soltarlo (cuando creemos que es correcto).

Los valientes no son los que carecen de miedo, se trata de personas que toman riesgos, aceptan lo que creen que no será posible, pero aún así siguen enfrentándose en nombre de lo que creen valioso.