El paradigma de la noche - The paradigm of the night


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Océanos de latente oscuridad se despliegan ante nuestros ojos cuando miramos hacia el cielo en esas noches en las que la luna se niega a reflejar su luminosidad.

En esos momentos, una que otra estrella fugaz se atreve a surcar un firmamento que parece despojado de vida, haciéndonos sentir como si fuéramos los únicos seres vivos en medio de esa inmensa nocturnidad.

Recuerdo tiempos lejanos en los que creíamos que al ver caer una estrella, podíamos pedir tres deseos, convencidos de que esos destellos fugaces traían consigo la promesa de que nuestros anhelos se harían realidad.

Pasé muchas noches recostado sobre el techo de mi casa, donde mi prematura adolescencia me llevaba a contemplar el vasto firmamento durante horas.

En esos momentos, buscaba respuestas a la pregunta que me atormentaba: ¿por qué amaba tanto la oscuridad y esas pequeñas luces que titilaban en la lejanía?

Esas estrellas, que seguramente acompañaron a los errantes viajeros nómadas en sus travesías y a los conquistadores en su búsqueda de nuevas tierras y civilizaciones desconocidas, han sido testigos de innumerables guerras, lamentos y placeres ocultos, todo cubierto por el manto exclusivo de su inmensidad.


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A lo largo de la historia, se han tejido relatos de inmenso terror y lujuria en esas noches, muchas veces colmadas de crueldad.

En el silencio propicio de la oscuridad, se han ejecutado actos sin piedad, mientras que otras noches han estado llenas de deseos y vicios ocultos, donde las personas buscan reencontrarse con su propia identidad, una identidad que cambia drásticamente con la llegada del sol.

Las historias que surgen en la penumbra están impregnadas de la furia y las ansias de matar, como los relatos históricos de novelistas que se deleitan en la liturgia del crimen.

Los personajes que habitan estas narrativas renacen con las primeras horas de la noche, recorriendo las calles con un instinto casi animal, buscando saciar su sed de sangre y placer.

Tanto se ha escrito sobre sociedades secretas y seres que deambulan bajo el abrigo de la noche, que parece que hemos llegado a considerar la oscuridad como un refugio para nuestras pasiones incontrolables.

En este espacio, nos exponemos sin pensar, entregándonos a un conjunto de sensaciones que se liberan con la libido del deseo y el placer. La noche se convierte en el escenario ideal para transcurrir sus horas, sin la presión del tiempo, donde la liberación de tensiones nos brinda una inmensa sensación de bienestar.

Sin embargo, no todos se sienten cómodos en la oscuridad. Algunos prefieren verter sus historias bajo la luz del día, y está bien que así sea, pues el equilibrio debe estar sujeto a ese orden mundial.


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La noche no es para todos, y cada uno encuentra su propio espacio en el ciclo del día y la noche. La luz del sol trae consigo una claridad que muchos anhelan, un sentido de normalidad y rutina que contrasta con la libertad caótica de la noche.

La oscuridad, con su manto de misterio, nos invita a explorar no solo el mundo exterior, sino también nuestro propio interior. En cada rincón de la noche, hay historias esperando ser contadas, secretos que anhelan ser revelados.

La noche se convierte en un espejo donde reflejamos nuestras inquietudes, nuestros deseos y nuestras luchas. En este espacio, podemos ser auténticos, despojándonos de las máscaras que usamos durante el día.

La noche, con su vastedad, se convierte en un refugio para aquellos que buscan escapar de las limitaciones del día. En ella, encontramos la libertad de ser quienes realmente somos, sin las restricciones impuestas por la sociedad.

Es un tiempo para explorar nuestros deseos más profundos, para dejar que nuestras pasiones fluyan sin miedo al juicio. En la oscuridad, podemos ser valientes, enfrentando lo desconocido y descubriendo la belleza que se esconde en la penumbra.

Sin embargo, también es importante reconocer que la noche puede ser un lugar peligroso. Las sombras pueden ocultar no solo nuestros deseos, sino también nuestros miedos y ansiedades.

En la búsqueda de placer y liberación, a veces nos encontramos atrapados en un ciclo de autodestrucción. Las pasiones incontrolables pueden llevarnos a tomar decisiones que, en la luz del día, parecerían impensables. Es un delicado equilibrio entre la libertad y la responsabilidad, entre el deseo y la razón.

A medida que la noche avanza, las historias que se tejen en su seno se vuelven más complejas. Los personajes que emergen de la oscuridad son a menudo reflejos de nuestras propias luchas internas, encarnaciones de los deseos y temores que llevamos dentro.

En este sentido, la noche se convierte en un escenario donde se representan no solo nuestras fantasías, sino también nuestras realidades más crudas.

 

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The paradigm of the night


Source

 

Oceans of latent darkness unfold before our eyes when we look up at the sky on those nights when the moon refuses to reflect its luminosity.

In those moments, the occasional shooting star dares to cross a firmament that seems devoid of life, making us feel as if we were the only living beings in the midst of that immense nocturnality.

I remember distant times when we believed that when we saw a star fall, we could make three wishes, convinced that those fleeting flashes brought with them the promise that our desires would come true.

I spent many nights reclining on the roof of my house, where my premature adolescence led me to contemplate the vast firmament for hours.

In those moments, I searched for answers to the question that tormented me: why did I love the darkness so much and those little lights twinkling in the distance?

Those stars, which surely accompanied wandering nomadic travelers on their journeys and conquerors in their search for new lands and unknown civilizations, have witnessed countless wars, laments and hidden pleasures, all covered by the exclusive mantle of their immensity.

Throughout history, tales of immense terror and lust have been woven in those nights, often filled with cruelty.


Source

 

In the propitious silence of darkness, merciless acts have been executed, while other nights have been filled with hidden desires and vices, where people seek to find their own identity, an identity that changes drastically with the arrival of the sun.

The stories that emerge in the twilight are imbued with the fury and lust to kill, like the historical accounts of novelists who revel in the liturgy of crime.

The characters that inhabit these narratives are reborn in the early hours of the night, roaming the streets with an almost animal instinct, seeking to quench their thirst for blood and pleasure.

So much has been written about secret societies and beings that roam under the cover of night, that we seem to have come to regard darkness as a refuge for our uncontrollable passions.

In this space, we expose ourselves without thinking, surrendering ourselves to a set of sensations that are released with the libido of desire and pleasure. The night becomes the ideal scenario to spend its hours, without the pressure of time, where the release of tensions gives us an immense sense of well-being.

However, not everyone feels comfortable in the dark. Some prefer to pour out their stories under the light of day, and that is fine, for balance must be subject to that world order.

Night is not for everyone, and everyone finds their own space in the cycle of day and night. Sunlight brings with it a clarity that many crave, a sense of normalcy and routine that contrasts with the chaotic freedom of night.


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Darkness, with its cloak of mystery, invites us to explore not only the outside world, but also our own inner selves. In every corner of the night, there are stories waiting to be told, secrets that yearn to be revealed.

The night becomes a mirror where we reflect our concerns, our desires and our struggles. In this space, we can be authentic, shedding the masks we wear during the day.

The night, with its vastness, becomes a refuge for those who seek to escape the limitations of the day. In it, we find the freedom to be who we really are, without the restrictions imposed by society.

It is a time to explore our deepest desires, to let our passions flow without fear of judgment. In the darkness, we can be brave, facing the unknown and discovering the beauty hidden in the gloom.

However, it is also important to recognize that the night can be a dangerous place. The shadows can hide not only our desires, but also our fears and anxieties.

In the search for pleasure and release, we sometimes find ourselves trapped in a cycle of self-destruction. Uncontrollable passions can lead us to make decisions that, in the light of day, would seem unthinkable. It is a delicate balance between freedom and responsibility, between desire and reason.

As the night progresses, the stories woven within it become more complex. The characters that emerge from the darkness are often reflections of our own inner struggles, embodiments of the desires and fears we carry within.

In this sense, the night becomes a stage where not only our fantasies, but also our starkest realities are represented.

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Interesante. Nunca había visto la noche estrellada bajo este punto de vista. Saludos! 🧡