El largo camino de la vida - The long road of life

Existe un extenso trayecto recorrido a lo largo de nuestras vidas, tan prolongado que resulta imposible retornar al inicio si no es a través de los recuerdos guardados en nuestra memoria.

Este sendero, que la mayoría cree comenzar con pequeños movimientos en el seno materno, en realidad es consecuencia de incontables cruces existenciales y caminos insospechados de nuestros antepasados.

Baste remitirnos al primer encuentro de miradas entre nuestros progenitores, cuyos derroteros fueron más dilatados que los propios, forjando nuevas historias de existencia.

Este itinerario recorrido nos ha permitido transitar diversas experiencias, siendo justos e injustos, haciendo el bien y el mal, comprendiendo que la perfección reside en la imperfección.

Somos seres adaptativos que buscamos equilibrar la subsistencia con nuestra conducta, imaginar el trayecto como prolongado sería erróneo, pues lo andado fue largo y el futuro incierto, únicamente proseguimos mediante las acciones que emprendemos y que modifican constantemente nuestro curso.

Dada nuestra fragilidad existencial, solo avanzamos a través de las acciones que emprendemos, las cuales modifican continuamente nuestro derrotero.

Este dilatado sendero forjado en nuestras vidas nos ha enseñado a ser a través de incontables pruebas que la vida es el presente, aquello que nos condujo hasta este instante y cuanto está por llegar.

Aquellos que guían a otros -ya sea en lo religioso, social, político o cultural- asumen la difícil tarea de las consecuencias de sus determinaciones, pues todo determinado marca una diferencia, como una piedra arrojada a un río.

Amar y odiar parecen distintos pero confluyen en un destino común, pues somos artífices del mañana, señalar solo lo recorrido es no haber comprendido que debemos aprender de nuestra memoria genética para trazar un nuevo camino basado en el respeto.

A lo largo de nuestras vidas se ha forjado un largo camino en el que hemos experimentado tanto la felicidad como el sufrimiento en muchas ocasiones, a través de aciertos y desaciertos, tanto personales como en las interacciones con los demás.

Pretender revivir el pasado es no haber comprendido que nos encontramos frente a una gran oportunidad, quizás la única, de trazar un sendero diferente o continuar el actual camino.

Solo nos falta aprender que dejar ir no significa olvidar, sino permitirnos ser libres con la única responsabilidad de que nuestro recorrido genere un nuevo modo de ser basado en el respeto mutuo entre los seres.

Es preciso entender que soltar el pasado no implica dejar de amar lo vivido, ni descuidar las enseñanzas extraídas de la experiencia, más bien se trata de permitirnos seguir avanzando y evolucionando en nuestro camino vital.

A lo largo de la vida se ha recorrido un largo camino intentando alcanzar la esencia del Ser ; esa pequeña palabra de tres letras que representa el equilibrio necesario para dejar de lado el ego y aceptar que estamos aquí para aprender.

El camino no es más que un conjunto de pruebas, las cuales, según la analogía del estudio, cada enseñanza supone poner a prueba lo aprendido mediante exámenes sin fin.

Cualquier prueba es una lección incluso para quien parte, haciéndonos sentir desamparados ante la ausencia de un ser admirado e irremplazable

Lo vivido hace apenas un minuto ya no retornará, y en ese mismo lapso de tiempo se nace, se muere, se llora, se ríe y se ama u odia, sin embargo, ese breve instante nos permite reflexionar sobre lo que perdemos por terquedad o desinterés, obviando que la vida discurre implacable desde nuestro primer latido.

There is a long path that we have travelled throughout our lives, so long that it is impossible to return to the beginning except through the memories stored in our memories.

This path, which most people think begins with small movements in the womb, is in fact the consequence of countless existential crossings and unsuspected paths of our ancestors.

We need only refer to the first meeting of eyes between our parents, whose paths were more extensive than our own, forging new stories of existence.

This itinerary has allowed us to go through different experiences, being just and unjust, doing good and evil, understanding that perfection resides in imperfection.

We are adaptive beings that seek to balance subsistence with our conduct, to imagine the journey as prolonged would be wrong, because what we have walked was long and the future uncertain, we only continue through the actions that we undertake and that constantly modify our course.

Given our existential fragility, we only move forward through the actions we take, which continually modify our course.

This long path forged in our lives has taught us to be through countless trials that life is the present, that which led us to this moment and all that is yet to come.

Those who lead others - whether religiously, socially, politically or culturally - take on the difficult task of the consequences of their determinations, for every determination makes a difference, like a stone thrown into a river.

To love and to hate seem different but they converge in a common destiny, for we are the architects of tomorrow, to point only to what we have done is to have failed to understand that we must learn from our genetic memory in order to chart a new path based on respect.

Throughout our lives, a long road has been forged in which we have experienced both happiness and suffering on many occasions, through successes and failures, both personal and in our interactions with others.

To try to relive the past is to have failed to understand that we are faced with a great opportunity, perhaps the only one, to chart a different path or to continue on the current path.

We only need to learn that letting go does not mean forgetting, but allowing ourselves to be free with the sole responsibility that our journey generates a new way of being based on mutual respect between beings.

It is necessary to understand that letting go of the past does not mean to stop loving what we have lived, nor to neglect the lessons learned from experience, but rather to allow ourselves to continue moving forward and evolving in our life journey.

Throughout life we have travelled a long road trying to reach the essence of Being; that little three-letter word that represents the balance necessary to let go of the ego and accept that we are here to learn.

The path is but a series of tests, which, according to the analogy of study, each teaching involves testing what has been learned through endless examinations.

Every test is a lesson even for the one who leaves, making us feel helpless in the absence of an admired and irreplaceable being.

What we lived just a minute ago will not return, and in that same lapse of time we are born, we die, we cry, we laugh and we love or hate, however, that brief instant allows us to reflect on what we lose through stubbornness or disinterest, ignoring the fact that life runs relentlessly from our first heartbeat.