Cuando comenzamos la vida escolar entramos a un microcosmos, es una muestra de la sociedad que tenemos: muchos niños buenos, atentos, solidarios, alegres, entusiastas; pero también muchos niños tristes, groseros, maleducados que pueden llegar a ser despiadados. No tengo la capacidad para medir qué grupo va a contagiar su esencia con más fuerza. Quisiera pensar que al final todos egresarán con las mejores condiciones humanas.

Las acciones que se siguen para evitar el bullying son evidentes, observo paredes de instituciones educativas con mensajes en su contra. Veo el comportamiento de escolares en los autobuses donde me desplazo o los veo en las calles y observo orden. No era así cuando me iba en autobús al liceo, el desorden era, prácticamente, normal. No siempre todo lo pasado es lo mejor.

Sí el comportamiento en la calle es reflejo de lo que se ha enseñado en el hogar, podría pensar que algo mejor se está haciendo. Esta es una observación muy personal, es lo que he visto en las dos zonas geográficas donde me quedo en diferentes épocas del año. Donde vivo hay un liceo cerca y transito constantemente por allí y nunca he presenciado situaciones desagradables.

Voy a permitirme hacer una aseveración producto de mis observaciones casuales, por lo cual no es del todo fiable, pero que puede llevarnos a alguna reflexión, sin ánimo de pecar de ingenua: las redes sociales son las receptoras de esa malignidad humana, que el ser humano ha mostrado a lo largo de su evolución. Está allí el escenario idóneo para hacer bullying y desahogar miserias.

¿Cuando tuvo antes, el ser humano, a su disposición, unos carteles para escribir textos desagradables, que no fueran los cuadernos de sus compañeros o las paredes de los baños? Ahora cuenta con textos digitales cuyo uso puede tergiversar y no ser usado de manera positiva, sino para insultar, humillar y acosar públicamente a quien le plazca. Algunos lo hacen bajo el anonimato; pero otros dan la cara y se dirigen específicamente a quien quieren dañar.

Ahora, las pedradas también se pueden lanzar virtualmente. El ser humano de hoy en día tiene un elemento nuevo para desprestigiar y vaciar su comportamiento enfermizo. Internet permite, al que lo desee, sacar su parte menos elegante sin ningún tipo de disimulo. Memes van y vienen, cargados de indirectas, críticas, sarcasmo, burlas, y más. Algunos se viralizan y se vuelven populares, otros son imitados y pasan a formar parte de la cotidianidad.

Llama la atención la nueva normalidad asumida con entusiasmo por mucha gente. Tener un paredón donde plasmar quejas o insultos, y luego poner cara de yo no fui. Cualquier persona que entre a un grupo en cualquier red social y se le ocurra hacer una pregunta, sobre algo de su interés, es posible que reciba una respuesta; pero muchos aprovecharán y drenarán su veneno, con motivaciones de todo tipo, y en estos momentos de índole politiquera.

Participar en chats en internet, requiere armarse de paciencia y practicar los cuatro acuerdos de Miguel Ruiz, aunque cueste. Tener siempre la palabra impecable, que hable por nosotros; no caer en suposiciones, para evitar problemas; no tomarse nada de forma personal y tratar siempre de hacer lo mejor que se pueda y yo agrego, que no decidan los demás cómo vamos a ser nosotros.

Gracias por tu amable lectura.

Mi contenido es original.
He utilizado el traductor de Google.
Imágenes de Pixabay.