Renovando mi maceta con pinturas acrílicas(ES-EN)

Saludos, mis queridos amigos creativos. Espero que se encuentren muy bien, con salud y bienestar, y que pasen un excelente fin de semana.

Me complace estar de vuelta por esta hermosa comunidad para compartir una manualidad que quería hacer desde hace varios días y que justamente esta semana encontré un momento para hacerla. Como he comentado en otras publicaciones, siempre estoy buscando maneras de darle una segunda vida a las cosas. Tenía la ilusión de darle una segunda oportunidad a esta maceta que me habían regalado con una suculenta, pero que, lamentablemente, se marchitó y tuve que botarla.

Cuando quedó vacía, supe de inmediato que no podía dejarla así, pues una de las cosas que más me gusta de reciclar y renovar es que con un poco de creatividad y amor, cualquier objeto puede transformarse en algo especial.

Decidí pintarla con pinturas acrílicas que tenía guardadas de otros trabajos. Me encantan los colores tierra, así que escogí tonos cálidos y acogedores. La idea no era hacer un diseño en particular, sino dejar que mi creatividad fluyera para que salieran formas espontáneas.

Materiales

Pinturas acrílicas: ladrillo, ocre, marrón, arcilla, negro y blanco.
Pinceles
Pintapuntos

Paso a paso

Antes de empezar a pintar, le pase un pañito húmedo para quitarle los restos de tierra que dejó la matita que tenía antes. Después le pasé un pañito seco y comencé a pintarla. Usé el color ladrillo para limpiar toda la maceta, pues este color es igual al original. Le di dos manos esperando unos minutos entre cada una para que se secara bien.

Luego, comencé a dibujar formas con los otros colores. Usé el marrón, el ocre y el color arcilla por todos lados. Los colores se integraron de una manera armoniosa y concordaban con la calidez de la tierra y la naturaleza. Después, le hice un borde a estas formas con el color negro, pinté unas ramitas verdes y, para el acabado final, pinté unos puntitos blancos con el pintapuntos. Me detuve varias veces a observarla desde diferentes ángulos y me gustó mucho ver cómo algo tan simple podía convertirse en algo tan bonito con un poco de esfuerzo.

Cuando la pintura estuvo completamente seca, la coloqué sobre la mesa para decidir qué plantita sería la afortunada en mudarse a su nuevo hogar. Después de mirar todas mis maticas, me decidí por una de mis favoritas: la pescadito que me regaló mi hija cuando recién llegué a Bogotá. Tiene unas hojitas verdes preciosas y pequeñas que contrastan de manera encantadora con los tonos cálidos de la maceta.

Esta maceta ahora tiene una nueva vida, y cada vez que la veo, me recuerda la importancia de reutilizar y transformar. No hace falta gastar mucho ni seguir un diseño complicado para crear algo especial. A veces, lo más bonito surge de lo más simple.

Estoy feliz y satisfecha con el resultado. Me encanta mi maceta reciclada y renovada.