The old sayings say that comparisons are odious, although I think that sometimes, getting carried away by them can be a fun exercise, to present, even in a different way, two beings who seem to attract each other, without caring. that taboo, still existing among sapiens, which is that of race.

Harry and Sally or Sally and Harry -for this, the Catholic Monarchs laid the foundations to avoid perverse suspicions with their so much riding, so much riding- are two beautiful beings, who although they share a common trunk, that of the duck family, belong, however, to distinct and well-differentiated species.

Harry, possibly of Mandarin ascendancy, remains generally impassive, like Robinson Crusoe attacked by narcissism, on top of a rock, which for him constitutes that small piece of rock, like an island, from which he glimpses a horizon that by dint of contemplating all Every day, it ends up boring him, as happened to the dreamy drug lieutenant, the protagonist of Dino Buzatti's famous novel, 'The Desert of the Tartars'.

Sally, female, waits, allowing herself to be rocked gently by the barely perceptible lullaby of the wind, which is not even strong enough to stir the waters of a pond, whose surroundings are beginning to be invaded by other species, including man. and while he waits, he knows that Harry will soon say goodbye to his silence and when he does, they will passionately indulge in courtship games, which may raise suspicions among men, but never among the other beings that inhabit the pond.

In short: Nature teaches, man labels.

Dicen los viejos refranes, que las comparaciones son odiosas, aunque yo creo que en ocasiones, dejarse llevar por ellas puede resultar un ejercicio divertido, para presentar, siquiera sea de una manera diferente, a dos seres que parecen atraerse mutuamente, sin que les importe ese tabú, todavía existente entre los sapiens, que es el de la raza.

Harry y Sally o Sally y Harry -que para eso, los Reyes Católicos dejaron sentadas las bases para evitar perversas suspicacias con su tanto monta, monta tanto- son dos hermosos seres, que aunque comparten un tronco común, el de la familia de los ánades, pertenecen, sin embargo, a especies distintas y bien diferenciadas.

Harry, posiblemente de ascendente mandarín, permanece generalmente impasible, cual Robinson Crusoe atacado de narcisismo, encima de una roca, que para él constituye ese pequeño pedazo de roca, a modo de isla, desde la que atisba un horizonte que a fuerza de contemplar todos los días, acaba aburriéndole, como le sucedía al soñador teniente drogo, el protagonista de la famosa novela de Dino Buzatti, ‘El desierto de los tártaros’.

Sally, femenina, aguarda, dejándose mecer suavemente por la apenas perceptible canción de cuna del viento, que ni siquiera es lo suficientemente fuerte como para agitar las aguas de un estanque, cuyos alrededores comienzan a ser invadidos por otras especies, entre ellas, el hombre y mientras espera, sabe que Harry no tardará en decirle adiós a su mutismo y cuando lo haga, se entregarán apasionadamente a los juegos del cortejo, que podrán levantar suspicacias entre los hombres, pero jamás entre los demás seres que habitan en el estanque.

En resumen: la Naturaleza enseña, el hombre etiqueta.

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