Near the desolate plains of San Esteban de Gormaz, yet also pointing towards the cold expanses of that chilly Castilian heartland that is Burgos, a small Numantian village remains almost unchanged beside its old parish church: a primeval rural and Romanesque structure, whose secrets are still far from being recorded in the presumptuous golden books of History.
Chronicles say that the village's name, Matanza, derives from that medieval era when two cultures bled each other dry under the banners of the cross and the crescent moon, in those distant times when Spain, for better or worse, became the prelude to one of the most terrible episodes in History: the Crusades.
Matanza, then, was founded, becoming the place that received the countless dead and wounded of a bloody massacre, which, far from being one of the mistakes from which to learn and avoid repeating, continues to be commonplace in a world where the feigned comfort of sophistication continues to play with the marked cards of war.
Próximo a los desolados páramos de San Esteban de Gormaz, si bien, apuntando también hacia las frías extensiones de ese frío corazón castellano, que es Burgos, un pequeño pueblo numantino permanece casi inalterable a la vera de su vieja iglesia parroquial: una primigenia arquitectura rural y románica, cuyos secretos, lejos están, todavía, de ser consignados en los presuntuosos libros dorados de la Historia.
Dicen las crónicas, que el nombre del pueblo, Matanza, se deriva de aquella época medieval donde dos culturas se desangraban mutuamente, bajo los estandartes de la cruz y de la media luna, en aquellos lejanos tiempos en los que España, por suerte o por desgracia, se convirtió en la antesala de uno de los más terribles episodios de la Historia: las Cruzadas.
Matanza, pues, se fundó, siendo ese lugar que acogió a los incontables muertos y heridos de una carnicería sangrienta, que, lejos de ser uno de los errores de los que aprender para no repetir, continúan a la orden de un día, en un mundo, donde el fingido bienestar de la sofisticación continúa jugando con las cartas marcadas de la guerra.
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