Los médicos también enferman

Saludos cordiales a los miembros de la Comunidad Healthy-bees. Vengo a ustedes emocionada y turbada de expectativas, en esta mi primera interacción. Me uno con aquiescencia a la socialización, para ejercitar la hermeneusis interpretativa, en este grupo de disertación de salud.

El compartir de saberes en horizontalidad, facilita el florecimiento de la conmutación de experiencias, proveyendo la expresión de la representatividad en sistemas abiertos, mutables, transformables y llenos de dinamismo, que refuerzan con legitimidad que la salud es un fenómeno social y multidimensional. En sucesivo, el comprender y aprender de salud, se vuelve amigable en la discursividad dialéctica, donde las opiniones compartidas de quienes lo vivimos y lo experimentamos, generan contribución colectiva para aprender, desaprender y reaprender en concienciación compuesta.

Transitar la díada salud-enfermedad, es recorrer una constelación de acontecimientos complejos, diversos y a veces ininteligibles. Ese ha sido el soporte de mi practicum, desde hace ya algunos años. Y es que venimos a esta existencia con una talega atestada de signos y, si nos referimos a la salud, traemos con nosotros factores no modificables, junto a antecedentes patológicos, familiares, improntas imborrables que nos resonarán asiduamente lo heredado y a ello se irán sumando los personales.

Y en el recorrido interactuando con nuestro entorno, vamos costurando, cincelando y modelando, lo que somos en nuestra complejidad en salud. Salvo excepciones, soy yo, al igual que tú, la responsable cardinal de mi salud y de mi condición saludable. Soy yo con mi actitud, con mis aciertos y desaciertos, con mis preferencias e intenciones, que bosquejo mis actuaciones, trazando el recorrido de mi estilo de vida en salud.

Como médico, no estoy exenta de enfermedad, he enfermado en algunas ocasiones, recuperándome satisfactoriamente, también he vivido eventos fortuitos e inesperados (accidentes no controlables), pero disfruto de un estado saludable, que, en medicina, llamamos APS, acrónimo en español (aparentemente sano, sin patologías aparentes). Pero no siempre fue así.

Cuando era estudiante de medicina, concretamente durante la formación clínica, fui considerablemente vulnerable a las infecciones nosocomiales. Lo atribuyo a varios factores, entre los que puedo mencionar: el ritmo exacerbado y desbocado de actividades durante esos años de pregrado, inadecuada praxis de medidas de prevención y de barrera en el acto asistencial, una alimentación distraída y exiguo descanso. Todo un caldo de cultivo para agentes infecciosos. Fui asequible a la enfermedad, debido a mi ligereza e inexperiencia en la praxis. A medida que fui concienciando los riesgos, reforzando mi ejercicio profesional, con la adquisición de competencias aunado a la práctica de un estilo de vida saludable, mi sistema inmunológico fue fortificándose, generando su potente y aguerrida defensa.

Así cierro este encuentro compartiendo contigo este fragmento de historia de mi vida, pero antes de irme quiero dejarles un segmento de recomendación que he llamado:

Cuando acudas a un centro de salud, no olvides llevar especialmente agua, jabón, alcohol y tu mascarilla. Evita llevar objetos innecesarios, lleva solo lo imprescindible. Si necesitas lavar tus manos, no dudes en hacerlo tantas veces como consideres necesario. Recuerda que todo a tu alrededor estará potencialmente contaminado. Al llegar a casa, aparta tu ropa y calzado para lavarlos, higienízate antes de tocar a los tuyos. Sencillas medidas de protección de la salud, que deben formar parte de tu rutina.