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"¡¿Pero qué carajo...?!", exclamó Zeus, padre de los dioses, una mañana en el Olimpo, mientras desayunaba con Hera y los demás miembros del panteón olímpico.
"¿Qué sucede, Zeus?", cuestionó Hera.
Zeus le entregó el papel para que todos leyeran su contenido. Tras un rato de un silencio tan incómodo, Hermes comentó: "¿Quieres que Atenea y yo te representemos?"
"Yo no puedo representarlo", contrarió Atenea con mucha pena.
"¿Por qué?", preguntó Apolo.
"Equidna me contactó esta mañana y me suplicó que sea su representante en el juicio contra papá".
Todo el mundo abrió los ojos de par en par, en especial Zeus, quien se sintió traicionado al ver a su hija favorita tomar el lado de Tifón, el monstruoso hijo de su abuela Gea con quien Zeus tuvo una disputa hace unos meses respecto a lo que creía era un derrocamiento... Y no una visita a Atenea, a quien ayudaba con la adquisición de tierras en Atenas.
Sin embargo, no podía culpar a su hija de verse obligada a enfrentarlo en las salas del Aerópago. El incidente del Monte Olimpo, acontecido la semana anterior, fue producto de un malentendido y del absurdo temor de Zeus de ser derrocado por uno de sus hijos. Lo peor era que Hades había tratado por todos los medios de explicarle a Zeus sobre la verdadera razón de la visita mediante constantes llamadas telefónicas, pero como Zeus era un cabezota cuando se trataba de escuchar razones, Hades no tuvo más remedio que esperar hasta el término de la situación para decírselo.
El resultado de todo ese penoso malentendido fue la hospitalización de Tifón en Eleusis y un facepalm por parte de los demás dioses. Hasta Gea decidió cortar todo contacto con Zeus debido a su tozudez e impertinencia por la situación.
Zeus pensó que una petición de disculpas sería suficiente para dejar pasar tan bochornoso incidente, pero Equidna, la esposa de Tifón, opinaba diferente. Decidió tomar acciones legales contra Zeus, acusándolo de agresión injustificada y de poner en riesgo la vida de su marido, a quien Zeus enterró en un volcán.
"Bueno... Que esto sea lección para mí de pensar con la cabeza antes de lanzarme a la acción", dijo Zeus con un suspiro. "Por cierto, su esposa se ve buenorra..."
"¡Zeus!", exclamó Hera, repentinamente furiosa.
"¿Qué?"
Los demás dioses movieron negativamente la cabeza. Zeus siempre será Zeus de ahí a la China.