Qué tal si jugamos un poco... Sujeta esto y ponlo en tus oídos... De aquí a allá hay la misma distancia que de allá hacia acá. No varían en nada los metros que recorren las nubes cuando vienen o van desde donde te encuentras tú o desde donde me voy desencontrando yo.
He notado que el ruido nos interrumpe de la misma forma, cancelando lo que vamos escuchando y que, últimamente, ya no es gracioso, como antes, eso de reírnos de lo que no entendíamos.
¿No te das cuenta? Es el mismo juego del telefonito, pero con una cuerda más larga y todavía tergiversamos las señales que penden de un hilo magnético.
Podríamos, tendríamos, necesitaríamos, acercarnos para dejar de gritarnos una grotesca distancia y que en medio de obsoletos vasitos de café, despierte otra vez la ilusión que fuimos acumulando en las ganas de susurrarnos a los oídos una entendible complicidad.
Ambos estamos colgados del mismo cándido pabilo y sería muy fácil cortar los orgullos por lo sano con la filosa herramienta de la indiferencia para perdernos de lo que nos dijimos.
No cometas la alevosía de aludir a que yo no te oía bien y por eso tú tampoco me escuchabas, porque te he dicho que el camino para permanecer unidos es un serrucho sin dientes que, de todas maneras, cercena y desgasta cualquier hebra.
Sin embargo, si así lo decidimos, la fibra puede aguatar todos nuestros suplicios y también a que el juego volviera a vernos sonreír mientras hablamos y decimos lo que no nos daba pena murmurar.
Me puedes localizar y buscar en vez de excusarte con un extravío, puedes ratificar que son la misma cantidad de pasos de aquí a allá, pero si halas de la cuerda y te sumas a mis caminos, y yo agarro las riendas de los tuyos, solo debemos recorrer la mitad y no volver a colgar .
Creo que ya nos vamos entendiendo, pero quedan rastros inaudible de lo ínfimo en nuestras carcajadas. Todavía suena el tono de espera y yo estoy impaciente descifrando tu lenguaje de dulzura para saber si mencionaste un rechazo o una invitación.
Te recuerdo que amarnos como niños no es un crimen y que querernos jugando a descifrar si la comunicación suena fuerte y claro, significaría atarnos a la misma cuerda de tu ser querido para sentir que esta vez sí entendimos lo que nos profesábamos.
Ambos estamos donde mismo y meditamos alguna excusa para no acercarnos, para decir que estábamos ocupados sobreviviendo a la vida y que no supimos más del otro porque crecimos y alguno cortó aquel lazo.
Todavía nos recuerdo de niños, enamorados. Íbamos riendo al no entender lo que nos pronunciábamos cuando, inocentes e ilusionados, teníamos las orejas del otro lado del vaso.
Usted tiene mi número, mis letras, mis nombres y sustantivos y yo en cambio poseo todos los registros que identifican a nuestro amorío con los verbos que le daban vida a tus seudónimos, tan sinónimos de sentirnos comunicados.
¿En qué momento nos confundimos tanto que se nos empezó a olvidar lo cerquita que estuvimos? Más allá de un no sé cuándo, tampoco se sabe dónde, dejamos de recordarnos y lo irónico fue que de inmediato supimos que seríamos los culpables del magnicidio de un gran cariño.
¿Tú también oyes entrecortado? Habemos dos almas confundidas porque crecieron, dos perplejos que disimulan no amarse y que creen que nada más una parte debe caminar para perseguir, en vez de dar pasos fuertes en conjunto para tener una sola dirección.
Estamos viéndonos en polos que decidimos nombrarlos como opuestos, pero que en verdad son la línea de un ecuador que puede acortar el mundo en dos universos cuando decimos que vistos desde donde está la luna, nadie está lejos y todo puede quedarnos cerquita si tenemos una cabuya.
Este teléfono no tiene teclas, la única forma de responder es acercándonos a los oídos.
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How about we play a little game... Hold this and put it in your ears... The distance from here to there is the same as from there to here. There is no variation in the meters that the clouds travel when they come or go from where you are or from where I am leaving.
I have noticed that the noise interrupts us in the same way, canceling out what we are hearing and that, lately, it is no longer funny, as it used to be, to laugh at what we did not understand.
¿Don't you realize it? It's the same game of the little telephone, but with a longer cord and we still twist the signals that hang from a magnetic thread.
We could, we would have, we would need, to approach each other to stop shouting a grotesque distance and that in the middle of obsolete coffee cups, awaken again the illusion that we were accumulating in the desire to whisper in our ears an understandable complicity.
Both of us are hanging from the same candid wick and it would be very easy to cut our pride with the sharp tool of indifference to lose what we said to each other.
Do not commit the treachery of alluding that I did not hear you well and that is why you did not hear me either, because I have told you that the way to remain united is a toothless saw that, in any case, cuts and wears away any strand.
However, if we so decide, the fiber can endure all our ordeals and also that the game would see us smile again while we talk and say what we were not ashamed to murmur.
You can locate me and look for me instead of excusing yourself with a stray, you can ratify that it's the same amount of steps from here to there, but if you pull the rope and join my paths, and I grab the reins of yours, we only have to go halfway and not hang up again .
I think we're getting along, but there are still inaudible traces of the intimate in our laughter. Still the waiting tone sounds and I am impatiently deciphering your language of sweetness to know if you mentioned a rejection or an invitation.
I remind you that loving each other as children is not a crime and that loving each other playing to decipher if the communication sounds loud and clear, would mean tying us to the same rope of your loved one to feel that this time we did understand what we professed to each other.
We are both in the same place and we think of some excuse not to get closer, to say that we were busy surviving life and that we didn't know each other anymore because we grew up and someone cut that bond.
I still remember us as children in love. We were laughing when we didn't understand what we were saying to each other when, innocent and excited, we had our ears on the other side of the glass.
You have my number, my letters, my names and nouns and I, on the other hand, have all the registers that identify our love affair with the verbs that gave life to your pseudonyms, so synonymous of feeling communicated.
At what point did we get so confused that we began to forget how close we were? Beyond I don't know when, I don't know where, we stopped remembering each other and the irony was that we immediately knew that we would be guilty of the assassination of a great affection.
Can you also hear the choppy sound? We are two souls confused because they grew up, two perplexed people who pretend not to love each other and who believe that only one part must walk to pursue, instead of taking strong steps together to have a single direction.
We are seeing each other at poles that we decided to name as opposites, but that in truth are the line of an equator that can shorten the world into two universes when we say that seen from where the moon is, no one is far away and everything can be close if we have a cabuya.
This phone has no keys, the only way to answer is to get close to our ears.
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Sin lugar a dudas uno de los juegos mas emblemáticos de nuestra niñez! muy acertadas tus palabras amigo @miguelmederico cosas que quizás los chicos de ahora no lo harán, un abrazo para ti!
el renacer de los romances a la antigua es visto por muchos como algo obsoleto, pero queda gente que más allá de la nostalgia siempre extraña esa forma de engalanarnos con tan poquitas cosas. Saludos de vuelta, amigo.
Hola,mi poético compañero!
Es una dicha cuando personas del pasado siguen hasta el final.
Pero sin rutinas con solo la empatía del palpitar 💓.
Lindo y melodioso volver a escuchar lo.