¡Hola, comunidad de Celf Magazine!
Hoy quiero compartir una experiencia increíble que tuve recientemente: mi viaje a la Bienal de La Habana. Desde el momento en que llegué, supe que iba a ser una experiencia única.
Bajo el título "Horizontes compartidos", esta edición me invitó a explorar no solo las obras, sino también las conexiones entre los artistas y el entorno vibrante de la ciudad. Desde el 15 de noviembre de 2024 hasta el 28 de febrero de 2025, La Habana se transformará en un lienzo donde la creatividad y la cultura se entrelazan en cada esquina.
Recorrí las calles, y mientras caminaba, me encontré con exposiciones que desbordaban vida y color. Los espacios públicos se convirtieron en galerías al aire libre, donde cada obra contaba una historia, un susurro del alma del artista. Una de las piezas que más me impactó fue "Nube de madera. La arquitectura de los deseos", del escultor alemán Martin Steinert. Al acercarme, me sorprendió la forma en que los listones de madera ásperos se entrelazaban, creando una estructura que parecía flotar en el aire, como si fuera un sueño hecho realidad.
La textura de la madera, tan palpable y auténtica, resonaba con la esencia de la ciudad: cruda, hermosa y llena de anhelos. Observé cómo los rayos del sol jugaban con las sombras que proyectaba la obra, dando vida a un diálogo constante entre el arte y su entorno. En ese momento, sentí que cada listón contenía una parte de los deseos de quienes pasaban por allí, una invitación a reflexionar sobre nuestras propias aspiraciones.
La Bienal no solo fue un festín visual; fue un viaje emocional. Cada exposición me llevó a explorar nuevas perspectivas, a cuestionar realidades y a conectar con otros visitantes que compartían mi fascinación por el arte. Las conversaciones surgían espontáneamente, y en cada intercambio descubríamos cómo el arte puede unirnos, incluso en un mundo tan diverso.
Al final de mi recorrido, comprendí que "Horizontes compartidos" era más que un simple título; era una celebración de la diversidad y la creatividad humana. La Bienal de La Habana se convirtió en un espacio donde los límites se desdibujan y donde cada obra es un puente hacia nuevas posibilidades. Me fui con el corazón lleno de inspiración y gratitud, esperando que el eco de esta experiencia perdure en mi vida mucho después de haber dejado la ciudad.
Las imágenes que acompañan este post fueron capturadas con dos fieles compañeras: mi Samsung Galaxy A12 y mi cámara Nikon D7000
English version
Hello, Celf Magazine community!
Today I want to share an incredible experience I had recently: my trip to the Havana Biennial.
From the moment I arrived, I knew it was going to be a unique experience.
Titled “Shared Horizons,” this edition invited me to explore not only the works, but also the connections between the artists and the vibrant environment of the city.
From November 15, 2024 to February 28, 2025, Havana will be transformed into a canvas where creativity and culture intertwine in every corner.
I walked the streets, and as I walked, I came across exhibitions that were overflowing with life and color.
Public spaces became open-air galleries, where each work told a story, a whisper of the artist's soul.
One of the pieces that impacted me the most was "Wooden Cloud. The Architecture of Desires", by the German sculptor Martin Steinert.
As I approached, I was amazed at the way the rough wooden slats interlocked, creating a structure that seemed to float in the air, as if it were a dream come true.
The texture of the wood, so palpable and authentic, resonated with the essence of the city: raw, beautiful and full of longing.
I observed how the sun's rays played with the shadows cast by the work, giving life to a constant dialogue between art and its environment.
At that moment, I felt that each ribbon contained a part of the wishes of those who passed by, an invitation to reflect on our own aspirations.
The Biennale was not only a visual feast;
It was an emotional journey.
Each exhibition led me to explore new perspectives, question realities, and connect with other visitors who shared my fascination with art.
Conversations arose spontaneously, and in each exchange we discovered how art can unite us, even in such a diverse world.
At the end of my journey, I realized that “Shared Horizons” was more than just a title;
It was a celebration of diversity and human creativity.
The Havana Biennial became a space where limits are blurred and where each work is a bridge to new possibilities.
I left with a heart full of inspiration and gratitude, hoping that the echo of this experience will last in my life long after I have left the city.
The images that accompany this post were captured with two faithful companions: my Samsung Galaxy A12 and my Nikon D7000 camera.
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Entre colores y culturas...buen título para semejante aventura dentro del arte..! Me alegra lo disfrutaras mucho...
😉