Yo no puedo hablar mal a espaldas de nadie, soy demasiado frontal para eso, soy demasiado de decir las cosas, quizás no en el momento, pero sí pensarlas, meditarlas y oportunamente, comentarlas, cuidando de no herir esa amistad, pero entendiendo que si el problema lo amerita, alejarse es la solución.
¿Sabes? Yo ya no la extraño. La vida es corta para mendigar amistades. Un abrazo y acá tienes a una nueva amiga.