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La verdad es...
La verdad es que no soy tan fuerte. Me derrito con facilidad, lloro con las películas, me vence el miedo en la oscuridad, no controlo mi ansiedad. Toda mi pantalla de fortaleza es sólo una ilusión que construí a mi alrededor para protegerme de los depredadores.
Al rededor del 2015 fui diagnosticada por un psiquiatra de mi ciudad con un trastorno depresivo. Para mi primera consulta me habló sobre un impulso de acumular fallas en mi vida sin cerrar los ciclos. Él decía que yo iniciaba algo (lo que fuere), fracasaba y lo dejaba colgando para iniciar otra cosa; cuando revisamos mi vida en retrospectiva tenía una lista interminable de intentos fallidos, heridas infectadas, puertas sin llave, el corazón roto y una cuenta vacía.
Para ese momento recuerdo que decidí buscar ayuda luego de la segunda visita de mi madre en la semana y al mirarme preguntó -¿Desde cuándo no te bañas, Cleyna? Eso para mí fue el borde, ya era demasiado. Estaba ahogando mis penas en alcohol, había abandonado la universidad sin darme cuenta, me sacaron de mi propia banda, mi ex novio me había roto el corazón una vez más, en fin... sólo salía de mi habitación para alcoholizarme y a veces a tomar el almuerzo cuando mi abuela me llamaba a comer.
Cuando decidí ir al médico fue una tarde en la que mi comadre Joa me invitó un café. Utilizó de excusa a mis ahijados para que aceptara salir de casa. Ella, una mujer fuerte y unos cuantos años mayor que yo, mientras hablábamos me fue descubriendo, fue revelando mis pesares y me sugirió buscar una cita con un doctor al que había ido otra persona en común. Yo con mucho recelo indagué en Internet sobre nuestra íntima conversación por mis sentimientos y creí en que sí, seguramente necesitaba ayuda de un profesional. Yo estaba sentada en un rincón de mi cabeza mirando una vida pasar. Es que ya no era yo la que llevaba el mando en esos días. La Cleyna que yo conocía no pensaba mil maneras de hacerse daño, ni en nada de esas cosas que me atormentaban hasta en mis sueños. La Cleyna que yo conocí no estaba en mi cuerpo. Entonces, había que buscarla.
El primer paso fue abrirme con un desconocido (el médico) y hablarle de mis mayores frustraciones. Él me explicó que no sólo era tristeza, que no sólo era desgano, sino que algo no estaba funcionando bien en mi cerebro. No le estaban produciendo la cantidad adecuada de endorfinas y serotonina para que pudiese estar bien. Que ese cúmulo de fracasos me estaban acabando y que debía ponerles punto y cierre a todas esas inconclusiones de mi vida. Perdonarme, aceptarme, seguir adelante. Me pidió que no sintiera ese diagnóstico como una falla más, sino como un acto de amor por mí, de valentía y que, ahora iba a estar mejor. Peeeeero, para superar la crisis que no me dejaba dormir, bañarme, comer, sentir y ser, debía cumplir un tratamiento.
Recuerdo haber ido a una actividad de mi Club "Rotaract", en aquel tiempo todo lo que hacía era por inercia y ya había abandonado todo menos las reuniones del club porque iban por mí a la misma hora todas las semanas. Después de la reunión le pedí a uno de mis compañeros pasar por Farmatodo para comprar mis nuevas amigas, las pastillas. Con vergüenza, me dirigí a la parte de farmacia y entregué el récipe en silencio al chico que le tocó atenderme y lo que escuché de vuelta fue: "Hola, Cleyna. Amiga, cuánto tiempo". Dios, mío pero era a mí y al pato Lucas. El chico, no muy cercano pero sí buen conocido, me saludó con mucho entusiasmo hasta que leyó el papel que le había entregado; una órden médica con mi nombre y apellido pidiendo antidepresivos y ansiolíticos, mi cara de trauma y vergüenza le hicieron ocultar la sonrisa de inmediato. Para mi sorpresa me dijo: "tranquila, todo va a estar bien ahora. Tú no te preocupes". No sé si era un monólogo ensayado de la farmacia o si era un buen amigo pero ese gesto se lo voy a agradecer toda mi vida.
Los siguientes meses fueron más duros pero tuve ayuda. Mis amigas se turnaban para ir a verme. Mi hermana pasaba por mi cuarto cada que podía y hasta me llevó a su trabajo en varias ocasiones. Mi mamá me visitó, mi papá viajó a la ciudad (aunque mi madrastra decía que yo sólo quería llamar su atención), mi abuela me hizo mis comidas favoritas, mis compañeros del club no dejaron de ir por mí. Al cabo de un tiempo, mis problemas seguían ahí pero yo ya sentía la fuerza para superarlos y como toda paciente irresponsable. No volví a las consultas cuando me sentí bien.
Después pasaron cosas, un auto del que me estaba bajando me pisó el talón con la rueda trasera, se murió mi gata, asesinaron a un gran amigo. Me fui desestabilizando; en esta ocasión fui a un psicoanalista que me recomendó otra amiga. Este hombre no fue nada dócil como habían sido mis consultas anteriores pero creo que fue más efectivo. No sólo me mandó medicamentos y escuchó mi drama, también que me dio instrucciones precisas de como darle un cambio a mi vida desde mi mentecita, la que yo consideraba débil y resulta que era una súper máquina poderosa que aunque estaba trabajando a media marcha, me remolcaba.
Esas terapias cambiaron mi perspectiva. Me dieron el poder.
Recuerdo que escribí una especie de mantra que leía todos los días. Daba gracias a Dios, me veía al espejo, me obligaba a ducharme, cepillarme, peinarme (esto todavía lo trabajo), llamaba a algún amigo. Caminaba en mi patio unas 5 vueltas, luego fueron 10. Tenía una meta, quería cumplirla, quería ser dueña de mí misma. Quería sentirme libre y lo fui. No crean que me creo curada, no crean que no me afecta. Un día me afecta más que otro pero puedo con ello. "Tu cerebro quiere hacerle creer a tu cuerpo que no tiene fuerzas para levantarse pero la verdad es que tus músculos, tus huesos, todo de ti tiene la fuerza suficiente para cumplir con todas tus actividades así que obliga a tu mente, domínate".
Sufrí depresión pre-post parto. Me rendí todos los días. No hubo mantra, no hubo poder, no hubo fuerza. Lloré muchísimo; me superaba el dolor de mi cuerpo, la soledad y el miedo. Pero nada como el amor de y por mi hija, eso lo pudo todo.
Ahora es diferente. Estoy del otro lado del banquillo. Hoy soy la acompañante del paciente; soy la que ve el comportamiento errático, la que sufre por los malos tratos por la inestabilidad del otro. Y luego el consuelo, la contención y luego el empuje. Es duro el estar de este lado. Sobre todo mantenerme firme y equilibrada para no romperme en pedazos. Sería muy fácil huir de esto y darle la espalda pero cuando yo fui la paciente en crisis, mis personas se mantuvieron allí a pesar de todo porque me aman. Así que, como yo lo amo, hoy estoy para él.
Por ahora los dejo.
Cleyna, ayer paciente y hoy acompañante.
English
Reveal spoiler
The truth is...
The truth is, I'm not that strong. I melt easily, I cry at movies, I'm overcome with fear in the dark, I don't control my anxiety. My whole screen of strength is just an illusion I built around myself to protect myself from predators.
Around 2015 I was diagnosed by a psychiatrist in my city with a depressive disorder. For my first consultation he talked to me about an impulse to accumulate failures in my life without closing the cycles. He said that I would start something (whatever it was), fail and leave it hanging to start something else; when we reviewed my life in retrospect I had an endless list of failed attempts, festering wounds, unlocked doors, a broken heart and an empty account.
By that time I remember deciding to seek help after my mother's second visit of the week and as she looked at me she asked -Since when do you not bathe, Cleyna? That for me was the edge, it was already too much. I was drowning my sorrows in alcohol, I had dropped out of college without realizing it, I was kicked out of my own band, my ex-boyfriend had broken my heart once again, anyway... I only left my room to get drunk and sometimes to take lunch when my grandmother called me to eat.
When I decided to go to the doctor it was one afternoon when my comadre Joa invited me for coffee. She used my godchildren as an excuse to get me to leave the house. She, a strong woman and a few years older than me, as we talked, was discovering me, she was revealing my sorrows and suggested me to look for an appointment with a doctor to whom another person in common had gone. I was very suspicious and I searched the Internet about our intimate conversation about my feelings and I believed that yes, I surely needed help from a professional. I was sitting in the corner of my head watching a life go by. It was just that I was no longer the one in charge in those days. The Cleyna I knew didn't think of a thousand ways to hurt herself, or any of those things that haunted me even in my dreams. The Cleyna I knew was not in my body. So, I had to look for her.
The first step was to open up to a stranger (the doctor) and talk to him about my biggest frustrations. He explained to me that it wasn't just sadness, it wasn't just listlessness, but that something wasn't working right in my brain. It was not producing the right amount of endorphins and serotonin so that I could be well. That this accumulation of failures was killing me and that I had to put an end to all these inconclusions in my life. Forgive myself, accept myself, move on. He asked me not to feel this diagnosis as just another failure, but as an act of love for me, of courage, and that now I was going to be better. But, in order to overcome the crisis that prevented me from sleeping, bathing, eating, feeling and being, I had to comply with a treatment.
I remember going to an activity of my "Rotaract" Club, at that time everything I did was by inertia and I had already abandoned everything except the club meetings because they went for me at the same time every week. After the meeting I asked one of my companions to go to Farmatodo to buy my new friends, the pills. Embarrassed, I went to the pharmacy and silently handed the receipt to the guy who had to serve me and what I heard back was: "Hello, Cleyna. Girlfriend, it's been a long time. Gosh, mine but it was me and Daffy Duck. The guy, not very close but a good acquaintance, greeted me with much enthusiasm until he read the paper I had given him; a medical order with my name and last name asking for antidepressants and anxiolytics, my face of trauma and embarrassment made him hide his smile immediately. To my surprise he told me: "Don't worry, everything will be fine now. Don't you worry". I don't know if it was a rehearsed monologue from the pharmacy or if he was a good friend, but I will be grateful for that gesture all my life.
The next few months were harder but I had help. My friends took turns coming to see me. My sister stopped by my room every chance she got and even took me to her work on several occasions. My mom visited me, my dad traveled to the city (even though my stepmom said I was just trying to get his attention), my grandmother made me my favorite meals, my club buddies wouldn't stop coming to get me. After a while, my problems were still there but I felt the strength to overcome them and like any irresponsible patient. I did not return to the consultations when I felt well.
Then things happened, a car I was getting out of stepped on my heel with the rear wheel, my cat died, a great friend was murdered. I became more and more destabilized; this time I went to a psychoanalyst recommended by another friend. This man was not at all docile as my previous consultations had been but I think he was more effective. Not only did he send me medication and listened to my drama, he also gave me precise instructions on how to change my life from my little mind, which I considered weak and it turned out to be a super powerful machine that even though it was working at half speed, it was towing me.
Those therapies changed my perspective. They empowered me.
I remember writing a kind of mantra that I read every day. I would thank God, look in the mirror, force myself to shower, brush, comb my hair (I still work on this), call a friend. I had a goal, I wanted to achieve it, I wanted to be the master of myself. I wanted to feel free and I was. Don't think I think I'm cured, don't think it doesn't affect me. One day it affects me more than another but I can handle it. Your brain wants to make your body believe that it doesn't have the strength to get up but the truth is that your muscles, your bones, everything in you has enough strength to accomplish all your activities so force your mind, dominate yourself.
I suffered from pre-postpartum depression. I gave up every day. There was no mantra, no power, no strength. I cried a lot; I was overcome by the pain in my body, the loneliness and the fear. But nothing like the love of and for my daughter, that overcame everything.
Now it is different. I am on the other side of the bench. Today I am the patient's companion; I am the one who sees the erratic behavior, the one who suffers from the mistreatment due to the instability of the other. And then the consolation, the containment and then the push. It is hard to be on this side. Especially keeping myself steady and balanced so I don't break into pieces. It would be so easy to run away from this and turn my back on it but when I was the patient in crisis, my people stayed there through it all because they love me. So, because I love him, I am for him today.
For now I leave you.
Cleyna, yesterday a patient and today a companion.
Hola @cleyna.balbas, te felicito ante todo por reconocer el problema que tuviste eso demuestra tu gran valentia y la fortaleza que te acompaña cada día, pienso que el primer paso para una persona que esta atravesando por una situación como esta es aceptar que tiene una situacion problema y el siguiente es buscar ayuda de un profesional y no darse por vencido ante las diferentes adversidades que te presente la vida. En ocasiones solemos criticar a alguien por no culminar nada de lo que inicia sin saber las dififultades que puede estar pasando en el momento, me acabas de dar una buena enseñanza de vida, ya que yo soy de las que caí en ese error de criticar sin antes indagar.
Continua con la frente en alto tienes una gran propósito de vida y no te dejes derrumbar por los obstáculos del camino, recuerda que luego de una fuerte lluvia sale el sol y tu pequeña hija debe ser tu mayor motivación para mantenerte de pie siempre. Saludos cordiales
Tus palabras me llegan al corazón. Gracias por el reconocimiento. Todos los días hay que salir adelante. Seguir, crecer, aprender. Un abrazo.
Cleyna llegaste a mi corazón con toda la detallada descripción que diste de lo que has vivido. La depresión es un enemigo que nos humilla demasiado, pero tal como sostienes, todo en nuestro ser, hasta la más mínima partícula de una célula lucha con una gran fuerza para combatir este estado. Claro, debemos reconocer que necesitamos ayuda profesional. Te felicito por acudir a los médicos pertinentes, muchos en estos casos se abstienen de ir por tontos paradigmas que aún existe en la sociedad.
Me contenta mucho que estés mejor y que puedas sentir la empatía que se precisa, para ser ahora la acompañante y no la paciente. Es muy difícil estar del otro lado, pero te necesitan. Con la ayuda de Jehová Dios, los médicos y el apoyo que brindas como acompañante, todo saldrá bien.
Un fuerte abrazo en la distancia 💞💞💞
Muchas gracias por tus palabras. Qué así sea!! Amén
Mucha lucha pero también mucho crecimiento en tus palabras. Ser fuerte cuando no lo eres es todo un desafío y a veces el entorno y nuestras circunstancias nos obligan a ser alguien que no somos, nos hacemos daño de manera inconsciente y consciente.
Me alegra ver que se puede, que pudiste y vas a poder. Yo por miles de temas no he buscado gran ayuda, creo que desde niña debí recibirla, trato de luchar sola, aunque sé necesito otro tipo de ayuda, hago mi esfuerzo y mis hijos son mi mayor motor.
Que puedas servir de apoyo a alguien más habla de lo mucho que has podido vencer. Me encantó tu post, en encantó leer tu experiencia. Abrazo grande
Nunca es tarde, amiga. Si sientes que necesitas ayuda, no dudes en buscarla. Hablar con alguien, desahogarte, hacer ejercicios que te hagan estabilizarte. Todo suma. Lo importante es reconocerlo y aceptarlo. Y saber que se puede. Abrazos.
Es duro, es un tema difícil, y es tan común pero a pocos les gusta ir a un psicólogo y es tan importante la salud mental.
Todavía es un tabú, increíble pero cierto. Ir a terapia de salud mental debería ser rutina. Hay que mantener la mente en control así como la presión arterial o los triglicéridos.
Leí este primer párrafo y pff, me derrumbé. Mi pecho dolió y no pude evitar se me aguaran los ojos, pues sentí esas líneas tan mías, incluso duermo con una luz encendida. Te abrazo...
A veces toca buscarnos bella, buscar nuestro verdadero yo. Me encanta lo primero que te dijo el médico, pues sí, eres valiente, pues solo los valientes se atreven a aceptar que necesitan ayuda.
Me alegra tanto todo el apoyo que tuviste, lo cual es taaan importante que bonita tu abuelita, si la tienes dale un abrazo de mi parte.
Me alegra lo hayas entendido y sobretodo que lo hayas logrado. Desde el primer párrafo supe y dije: wow, ella es fuerte y valiente, quise decirlo sin leer todo antes, pero me alegra haberte leído por completo.
Nunca dudé de tu fortaleza, por que tampoco dudo de la mía, aunque sí, como dices, hay días donde nos quebramos, pero se repara y seguimos.
Gracias por compartirlo.
Muchísimas gracias por la empatía, por compartir tus sentimientos conmigo. Para mí hablarlo y sacarlo de mí ha sido una de mis mayores superaciones. Me hace sentir orgullosa.
Ahora estoy en una etapa difícil en la que combato con otra persona además de conmigo. Pero vamos a lograrlo. Yo tengo fe.
Y lamentablemente debo decirte que mi abuela ya no está en este plano pero seguramente recibe tus abrazos desde dónde se encuentra. Nuevamente, muchas gracias.
Empece leyendo y por alguna razón extraña me sentí conectado con todo esto, puede que fuera difícil, pero hoy realmente es otro escenario y eso me sorprendido realmente.
Pienso que todos pasamos por momentos que nos hacen reflexionar, donde nos sentimos presión y que nos permiten superarnos. Este mundo realmente esta lleno de grandes perspectivas.
Ser fuerte cuando te sientes o pasas esto es duro, pero admirable cuando le enfrentas con gallardía.
La vida está llena de aprendizaje. Y lo importante es salir adelante. Gracias por leer. Abrazos.
Siempre leyendo por aquí para apoyar por lo menos a ti te votan jaja saludos