Hemos escuchado la historia de un Rey de la antigüedad Salomón , quien le pidió a Dios sabiduría y a partir de ahí obtuvo fama y también riquezas.
Resulta que a veces nos volvemos sabios en nuestra propia opinión sin tomar en cuenta los consejos de nuestro padre, Dios dejó su palabra establecida y el modo que debemos vivir.
La sabiduría no es el conocimiento científico ni terrenal es el temor que tenemos de Jehová, lo que cumplimos sus preceptos y mandamientos. El hombre sabio ve el mal y se aparta.
También las escrituras nos hablan de la mujer sabía aquella que edifica su casa, más la necia con sus manos la destruye,las mujeres que deseen fortalecer su casa ser orgullo de su marido y sus hijos,son aquellas que siguen la sabiduría de Jehová.
Dice en (Proverbios 2:6) que: Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sana sabiduría a los rectos.
El temor a Jehová no es el miedo, sino en respetar y obedecer su palabra. Deuteronomio nos habla de las bendiciones que el señor tiene para los que van por el camino del bien.
La sabiduría que proviene de Dios vale más que las piedras preciosas, debemos actuar en amor y en todo lo que es agradable a Dios, ser buenos hijos en los que nuestro padre halle contentamiento.
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Santiago 1:5.
El fruto de la sabiduría es ser como nuestro Rey Jesus- es tener paz y humildad, sobretodo es tener amor–. Y LA RAIZ DE ESTO, es fe en Cristo, quien es la sabiduría de Dios manifestada, a el sea toda la gloria por siempre.Mis queridos hermanos este es el tiempo de ser sabio, de seguir el camino de vida eterna.