Qué bello relato amiga. Tu abuelita es preciosa, ya veo de dónde sacaste tu elegancia y tu bondad. Pude sentir el olor de la casa y de su patio, el mismo que había en la casa de mi abuela que desafortunadamente ya no existe. Sigue disfrutando mucho visitarla. Llénate el alma de tilo y yerbabuena y un poquito de anís de tu abuelita, así serás siempre una buena compañía, oliendo a vida.
Lindas tus palabras. En este tiempo no estaba sembrado el tabaco, solo había maíz, pero es una casa rodeada de ese aroma.
Bellas palabras, amiga. Mi abuela tuvo a su cargo gran parte de mi crianza, por lo que a ella debo mucho de mi crecimiento como ser humano. Estar en su casa es respirar un amor puro y limpio, acompañado del aroma que emana de sus flores y plantas medicinales. La presencia de tu abuelita se evidencia cada dia en los valores que te caracterizan.