Ayer recordaba a mi abuela. Para los que no me conocen, si desean tener una idea de lo que significa, sepan que ella fue mi madre, mi padre y mi abuela. Todo en una misma persona.
Ella era una persona mágica. No les voy a mentir. Hasta hace un par de años nunca había reparado tanto en esa magia. Mi abuela leía el aura de las personas, las manos y las cartas, entre otras tantas maravillas. En ocasiones caminaba por la calle y detenía a alguien y les preguntaba si se llamaban Margarita, Mateo o cualquier otro nombre, y siempre acertaba sin conocer a la persona.
Nunca estudió. Hija mayor de 12 hijos, solo llegó hasta 8vo grado y se dedicó a trabajar y ayudar a su madre a criar a sus hermanos. Por tanto, no tenía un título que le garantizara un salario.
Pero tenía su magia.
Mi abuela me acompañaba cada día a la escuela de arte. Después de dejarme, se iba a un parque cercano y sacaba su baraja. Allí esperaba, leyéndole las cartas a los transeúntes hasta por la tarde. Solo cobraba un peso por su don. A veces ni eso. Por supuesto que hacía otras cosas, como coser y lavar para la calle. Hacía de todo, mi querida abuela, pero es de su magia de lo que nunca me olvido y lo más atractivo.
Sobre este tema recuerdo una anécdota muy interesante.
Ya de estudiante de nivel medio, el Maestro Leo Brouwer me escuchó tocar y conoció. Un día, después de un recital, en el que toqué muy bien (esforzándome destacarme ante Leo Brouwer), el Maestro se le acerca a mi abuela y, conociendo mi historia, le pregunta cómo había podido criarme tan bien. Mi abuela abrió la cartera y sacó el mazo de cartas, ya gastado por el uso de años, y se lo mostró. Entonces le dijo: con esto la he criado hasta ahora.
No les puedo explicar la cara de sorpresa de Leo Brouwer ante aquella revelación.
Imagínense que, en aquel entonces, en la Cuba en que vivíamos, todo lo relacionado con magia o religión, era prohibido. Si la agarraban leyendo cartas, la podían multar o meter presa. Incluso, separarnos.
Pero ella creía en su poder y en nosotras.
No obstante, a sus clientes les decía que, si algún guardia venía, le dijera que ella le estaba revisando la mano para sacarle una astilla de madera o una espina. Mejor prever que lamentar.
Ayer la recordaba con cariño. Recordaba su historia que, al contarla, parecía de telenovela. Fue una luchadora desde pequeña, pero con unas memorias dignas de ser escritas. Varias personas se me han ofrecido para escribirlas, pero aún no me decido a darlas. Quizás, porque debo ser yo la primera que cuente su historia.
Al fin y al cabo, soy parte importante y esencial de ella.Hola, #comunidad de #Hive.
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Bonita historia @elviguitarra, quizás cuando te propuse contar tu historia era una manera de darle rostro a tu abuela. Esa historia saldrá, es tuya.
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Una historia que me conmovió hondamente. Nunca olvidaré ese día sentados juntos a la mesa.