Hivedamor Initiative - Let's Talk about Our Grandparents // Iniciativa Hivedamor - Hablemos de Nuestros Abuelos

A continuación, voy a realizar mi relato sobre mis abuelos.

Son pocos los recuerdos que tengo de ellos porque los perdí muy joven, uno lo perdí sin ni siquiera haber yo nacido, el otro lo perdí teniendo apenas 6 o 7 años aproximadamente. Pero conozco de sus historias porque mis padres me las contaban.

A mi abuelo paterno no lo conocí, murió en 1943 de pleuresía, se llamaba Miguel Hamana Hamana, fue emigrante, procedía de Tripoli - Libano, entró a Venezuela en un barco turco por la ciudad de Carúpano, estado Sucre, entro con toda su familia incluyendo a mi abuela, tuvo 4 hijos en Venezuela, dos de ellos (incluido mi papá) nacidos en la Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, era comerciante. No tengo fotos de él.

Mi abuela paterna si la conocí, se llamaba Isabel Tarrazzi, vivía en Cuamaná-estado Sucre, me pasaba varios días de mis vacaciones con ella, era una mujer estricta, educada, con mucha clase, llegó a Venezuela junto a mi abuelo, también era de Tripoli – Libano.

Era una mujer que todavía conservaba sus raíces, sus costumbres, hablaba árabe y francés, recuerdo que el francés lo practicaba con una amiga, también árabe, que le leía la borra de café en las tardes (jajaja). Era una mujer de carácter, muy pulcra, todo era limpio, los vasos (cada quien tenía el suyo), su cocina, sus cuartos, todo era impecable, todo. En las comidas, rigurosamente nos teníamos que sentar todos los que estábamos, era una mesa servida con diferentes platillos y el que llegaba en ese momento lo invitaba a la mesa. En la mañana muy temprano se sentaba a escuchar su radio todos los días y en las tardes veía su televisión (en blanco y negro).

Era católica, recuerdo también que todos los años en Semana Santa, el sepulcro salía de su casa, allí era donde lo adornaban, le colocaban flores, lo pintaban (yo pintaba la parte dorada) y se hacía el trayecto por las calles hasta llegar a la Iglesia.

Todos, absolutamente todos solíamos pasar las navidades y fin de año con ella, tíos, primos, sobrinos. Eran unas navidades espectaculares, muy familiar. Ella murió un día después de haber cumplido yo 16 años. Tenía cáncer en el estómago. En esa foto estamos con ella mi prima y yo, en mi casa, creo que en un cumpleaños de alguien.

A mi abuelo materno también lo conocí, pero apenas vagan en mi mente los recuerdos con él, se llamaba Felix Jesús Andrade, nació el 04 de octubre del año 1905 (así lo indica su cédula). Era oriundo de la Península de Araya, específicamente de Punta de Araya, en el estado Sucre.

Cuando viajamos en vacaciones en familia hacia ese pueblo lo veía siempre a escasos metros de su casa, parado frente a la orilla del mar, vestido de blanco con un sombrero también blanco. Era comerciante de oro y perlas, viajaba en barcos a diferentes lugares.
Murió cuando yo tenía apenas 6 o 7 años de edad, tenía cáncer en el pulmón, fumaba muchísimo, estuvo un tiempo viviendo con nosotros durante su enfermedad, mi mamá y mis tías eran quienes lo atendían. Recuerdo que cuando a él le daban los dolores se levantaba en la madrugada de la cama y se iba escondido hacía el patio a fumarse un cigarrillo.

Mi abuela materna se llamaba Valentina Vizcaino Luna, nacida en Río Caribe, estado Sucre, era una persona tranquila, ayudaba a mi mamá en los quehaceres del hogar, era una gran compañía para mi madre. Hacía el arroz blanco como me gustaba. Cuando estaba en casa dormía en mi cuarto. Sus ropas eran sencillas, pero se veían como nuevas todas.

Cuando lavaba su cabello largo se echaba aceite, se lo peinaba y se hacia una trenza, muchas veces se recogía el cabello con un moño hecho con la misma trenza y se lo aguantaba con una peineta. A veces fumaba con el fuego hacía adentro, pero fueron muy pocas las veces que la veía fumando. No recuerdo que ella haya sufrido de alguna enfermedad. Murió de vejez, casi no hablaba, pero a veces dentro de su silencio nombraba a mi mamá y recordaba cosas

por último y no menos importante, mi tercer abuelo, si el tercero, era el padrino de mi mamá, pero a lo mejor era tanta la necesidad de yo tener un abuelo que lo sentía y lo llamaba abuelo y se comportó conmigo como mi abuelo.

El vivía en un ranchito cerca de la casa y mi mamá se lo llevó a vivir con nosotros. Era comerciante y prestaba dinero. Todas sus diligencias y su trabajo lo realizaba caminando. Era diabético.

Cuidaba de mí, estaba pendiente de mis necesidades, ropa, zapatos.
Me llevaba chocolates, me regalaba monedas de plata que ya casi por la época estaban desapareciendo. Me mataba una vez más que otra las arañas en mi cuarto cuando hacía limpieza de mi escritorio. Cuando el escuchaba es grito estruendoso desde mi cuarto ya él sabía y venia caminando con un cepillo de barrer a matar la araña (jajajaja).

Una de las cosas que me molestaba era que pasaba por el pasillo justo cuando pasaba el coleto (jajaja), pero por lo demás era especial.

Su muerte fue desesperante para todos, gracias a Dios mi mamá pudo complacerlo el último día de su vida. Él le había dicho a mi mamá que quería de almuerzo una catalana (pescado) asada, mi mamá se la preparó y se la sirvió cuando él llegó, comió y recogió su plato y lo llevó al lavaplatos, justo en ese momento se escuchó un golpe muy fuerte, era mi abuelo, le acababa de dar un infarto, mi papá junto con mi hermano lo acostaron, papá le daba masajes en el pecho, lo metieron en el carro de mi hermano, en el asiento de atrás, acostado con las piernas dobladas, no cabía en el carro, era muy alto, arrodillada desde el asiento de adelante iba sujetándole su cabeza, y en el camino sentí su último suspiro pero no sabía que había muerto, hasta que al llegar a la clínica nos dijeron que ya no había nada que hacer.