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CASTELLANO
El aroma del acero, el sonido del vidrio chocando entre sí las botellas, la fuerza del peso, el calor del día soleado, el sudor corriendo por la frente que deja un sabor amargo en los labios, el paso firme pero avanzado, los brazos cansados, la respiración grávida, el pecho trancado, las piernas inaguantables al igual que las personas que se atravesaban por el camino, personas que sólo eran sombras en el fuego abrasador del sol, el aroma de la calle, el suplicio del camino a casa, la llegada a la sombra del dintel de la puerta del edificio, la mirada de los vecinos, la espera del ascensor, el descanso de los brazos, el alivio de los músculos, el oxígeno en el cerebro, la frescura de la brisa, la tranquilidad del hogar, el reposo en la silla, la claridad de la ventana, la bulla de la ciudad y la calma de los pensamientos.
Destapé una sólamente. Es un sonido indescriptible, usando la onomatopeya podemos escribir como un "Schtsss" al sonido que hace una botella de cerveza cuando le quitamos la chapa de acero que sella su contenido de cebada aromatizada con lúpulo, fragancia que me trajo tantos recuerdos. Enseguida pensé en Ocumare, en su tierra chamuscada por el sol, en sus hierbas perfumadas con los sancochos, en su clima implacable que merma la circulación de personas por sus calles pasadas las diez de la mañana, en sus sonidos musicales producidos por las chicharras gritando hasta secarse en su eterna súplica existencial por el cielo, para que se apiade de esa tierra baldía que no siente casi el beso de la lluvia. Yo por aquellos tiempos en que visitaba esos lares lo que tomaba era malta, por mi edad no se me permitía tomar cerveza pero siempre veía que los adultos la disfrutaban con el mismo sentimiento con que yo disfrutaba mi botella de malta; incluso, intentaba simular que estaba siendo adulto mientrás destapaba mi botella y la intentaba tomar mesurablemente como los adultos tomaban el licor; al final siempre terminaban ganando las ansias y me devoraba el frasco en un momento pero la ilusión de ser adulto en aquella época fue de las peores que pude tener cuando era niño.
Siempre en todos mis escritos en los que me refiero a mi infancia, dejo en claro que la disfrute en la medida de lo que se puede disfrutar la llegada del agua cuando pasa mucho tiempo que no funciona el servicio, es decir, la disfrutaba a ratos pero siempre atesoré los buenos recuerdos de ella y lo único que siempre voy a lamentar es el haber deseado convertirme en adulto y no haber podido disfrutar aún más esas pequeñas cosas que me hacen tanta falta hoy. Cuando chico nunca me gustó la cerveza porque me parecía muy amarga, y no le veía sentido cambiar mi malta que era dulce por una bebida que no me generaba el placer suficiente para tomar tantas en tan poco tiempo como lo hacían los adultos; hoy la tomo para recordar esos días en los que la felicidad no estaba tan lejos y no era tan imposible, para recordar el olor del acero mojado con el líquido placentero de la cebada aromatizada con lúpulo que aplacaba el calor del cuerpo generador por el sofocante sol que aplastaba el aire que respiraban las personas, ese preciso olor es el que me hace recordar mi niñez, no porque en ella yo comencé a tomar licor, sino porque el licor era tomado por aquellas personas que más quería y que en su mayoría ya no están. Cada sorbo de cerveza es una añoranza del pasado.
ENGLISH
The aroma of the steel, the sound of the glass crashing against the bottles, the strength of the weight, the heat of the sunny day, the sweat running down the forehead that leaves a bitter taste on the lips, the firm but advanced step, the tired arms, the heavy breathing, the tight chest, the unbearable legs as well as the people who crossed the road, people who were only shadows in the scorching fire of the sun, the smell of the street, the ordeal of the way home, the arrival in the shadow of the lintel of the door of the building, the gaze of the neighbors, the wait for the elevator, the rest of the arms, the relief of the muscles, the oxygen in the brain, the freshness of the breeze, the tranquility of the home, the rest in the chair, the clarity of the window, the noise of the city and the calm of the thoughts.
I uncorked one only. It is an indescribable sound, using the onomatopoeia we can write as a "Schtsssss" to the sound a bottle of beer makes when we remove the steel plate that seals its contents of barley flavored with hops, a fragrance that brought back so many memories. I immediately thought of Ocumare, of its land scorched by the sun, of its herbs perfumed with the sancochos, of its implacable climate that diminishes the circulation of people through its streets after ten in the morning, of its musical sounds produced by the cicadas screaming to dry in their eternal existential plea for the sky to take pity on that wasteland that hardly feels the kiss of rain. I was not allowed to drink beer because of my age, but I always saw that adults enjoyed it with the same feeling that I enjoyed my bottle of malt; I even tried to pretend that I was being an adult while I uncorked my bottle and tried to drink it in a measured way as the adults drank the liquor; in the end I always ended up winning the craving and I devoured the bottle in a moment but the illusion of being an adult at that time was one of the worst I could have as a child.
Always in all my writings in which I refer to my childhood, I make it clear that I enjoyed it as much as one can enjoy the arrival of water when the service is not working for a long time, that is to say, I enjoyed it at times but I always treasured the good memories of it and the only thing I will always regret is having wished I had become an adult and not having been able to enjoy even more those little things that I miss so much today. When I was a kid I never liked beer because I found it too bitter, and I didn't see the sense in changing my malt, which was sweet, for a drink that didn't give me enough pleasure to drink as many in such a short time as adults did; today I drink it to remember those days when happiness was not so far away and not so impossible, to remember the smell of steel wet with the pleasant liquid of barley flavored with hops that appeased the body heat generated by the sweltering sun that crushed the air people breathed, that precise smell is what makes me remember my childhood, not because in it I started drinking liquor, but because the liquor was drunk by those people I loved the most and that most of them are no longer here. Every sip of beer is a longing for the past.