Gratitud - Agradecer al cuerpo que me contiene. Mi principal lección de 2024

Cordiales saludos a los miembros de la Comunidad Emotions & Feelings, por aquí compartiendo con ustedes abstracciones de atmósferas vividas, sentidas y a su vez asumidas durante el año 2024, en un discurrir antitético a lo rectilíneo, que sucumbe al sofoco de mi espíritu plural y cogitabundo, ese que se adereza con la subjetividad de mis miradas. Es hincharme con intencionalidad en la reflexión crítica y comprensiva, para amamantar la ontología de mi ser, en una deconstrucción que apremia el translenguaje, tan necesario para generar metamorfosis y subyugar reduccionismos. Pretendo la germinación de la dialéctica, para resignificar mis pasos en el caminar en este mundo palmario.

El año 2024 fue, para mí, intenso, penetrante y crecido en su complejidad, pero sobre todo insospechado y sorprendentemente espontáneo. Un año inquietante, de situaciones límite y saturado por momentos de crisis, donde el agobio me demandaba, una y otra vez, el vivir humanamente. Solo así pude reconocerme, formarme y hacerme en el andar, para encontrar en los hechos, la transcendencia generada por la multiplicidad de cuestionamientos.

Sus rúbricas se manifestaron desde los primeros días, para ser específica el domingo 7 de enero. En la víspera, fraguaba con ilusión un plan para mi domingo excelso: una mañana tranquila o por lo menos unas horas, en mi oasis verde. Así me lo imaginaba. En medio de los buenos deseos, me invadió la quimera, dejándome envolver por los brazos de Morfeo.

Llegó el día esperado, me levanté con emoción y mucha disposición a las 6 de la mañana. Comencé con una tenue y sigilosa ronda por la casa. Los miembros de mi hogar dormían plácidamente, capitaneaban el silencio y la calma. Serían unas horas de tertulia con mi ecosistema natural. El alba se pincelaba y la brisa temprana me lisonjeaba; el astro rey todavía no despertaba. Preparé mi café y me dejé agasajar por su penetrante y mimoso aroma, disfrutándolo sorbo a sorbo, suavemente. Seguidamente, dispuse los utensilios necesarios y me dirigí al jardín.

En cuestión de segundos, extrañamente, sentí unas manos fuertes detrás de mí que me empujaban, perturbando mi equilibrio. Al unísono, fluyeron risas bulliciosas y despreocupadas. Me asaltó la ansiedad y la angustia; era evidente que caería estrepitosamente, sin mucho que pensar y hacer, dirigí todo el peso de mi cuerpo a la extremidad superior derecha, dejando la mano en su máxima extensión. Y así, precipitadamente llegué al suelo.

Un dolor abrasivo y desgarrador invadió todo mi ser, perturbando mis sentidos con alevosía e intriga. El umbral emanaba de mi mano deformada, su estructura y forma característica había desaparecido, la fractura de mis huesos era evidente, volví mi mirada y la causante del incoherente comportamiento era mi hermana, su mente desalineada y desacoplada era el detonante. El indiscutible malestar me hizo sudar profusamente, obnubilando mis pensamientos, tardé un tiempo en recuperarme, fue en ese momento que llegaron manos amigas para llevarme al centro de salud.

Los estudios paraclínicos, radiografías y evaluación médica especializada determinaron una fractura del 1/3 distal del radio y cúbito derechos, con indicación de inmovilización con yeso braquiopalmar. En segundos, lo inesperado y accidental marcó el rumbo, el caos se impuso, mi independencia se redujo considerablemente, mi mano dominante, la derecha, quedó impedida. Mi vida cotidiana en el limbo, mis actividades asistenciales, docentes y de investigación se detuvieron, el reposo físico era inevitable.

La inmovilización duró 42 días y fue seguida de un proceso de rehabilitación con fisioterapia y terapia ocupacional durante aproximadamente cuatro meses. Inicialmente para reducir la inflamación con el consiguiente dolor y posteriormente para recuperar la fuerza muscular, reducir la rigidez articular, facilitar la movilidad y flexibilidad de la muñeca y de mi mano derecha.

Fueron meses arduos, de esfuerzo y dedicación, en el bamboleo de éxitos y fracasos. Sin achicar la intencionalidad manifiesta de la recuperación y con gratitud a una parte de mi organismo que veía reducida su funcionalidad. En concordancia, fueron meses de tertulias reflexivas, para entender, comprender y asimilar que soy fácilmente sustituible y reemplazable en la cotidianeidad, pero capital a mis seres queridos: familia y amigos.

Acepté, desde la comprensión y el reconocimiento, que los imprevistos y contratiempos, están a la orden del día y que, a pesar del desequilibrio y el desconcierto que puedan generar, debo fortalecerme y gestionarlos, con conciencia y gratitud, transmutando la inseguridad y sus sombras.

A ti cuerpo que me contienes, te expreso mi amor infinito, te amo como eres y agradezco con inmenso amor a todas mis células, irradiadas en tejidos, órganos, aparatos y sistemas. Te mimo con correspondencia a ti mi querido artilugio maravilloso, manteniéndote saludable con buenas prácticas, colmándote de mucha energía y felicidad. Y si por azares del destino, surgen eventualidades y el desajuste en su diversidad toca nuestra puerta, juntos haremos nuestro mayor esfuerzo para superarlo, siempre en las bondades que otorga la gratitud.