PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN

Soy Otoniel Frometa Court, un cubano de 54 años. Soy el tercero de cinco hermanos o sea el del medio, o como muchos dicen "el atravesao". En mi familia no hay muchos antecedentes de artistas ni escritores mucho menos de poetas, y eso soy, un niño que sin saber quien era Jose de Espronceda memorizó a los 7 u 8 años "La canción del Pirata" y también un largo poema del Cucalambé llamado "La Primavera" o Hatuey y Guarina o el anónimo "Romance de la doncella guerrera" y algunos más de cuyos nombres no puedo acordarme.
Asi empezó mi interes por la literatura sin saber que me interesaba porque lo que yo pense que me gustaba era la carpintería y la construcción, mi Padre era un mecánico ingenioso y capaz, y era mi prototipo de hombre, yo consciente o no, aspiraba a ser un hombre que contruyera cosas.
En mi casa mi Padre arreglaba lo mismo un librero, que una bicicleta, que las goteras del techo, y ser su ayudante era para mi un placer indescriptible.
Luego en la adolescencia empecé a leer con mas frecuencia, estaba en una escuela donde luego de hacer las tareas escolares y el deporte que amaba no quedaba mucho que hacer en las noches; asi que le pedí a mi Padre que me comprara libros de historia que era mi pasión.
Tenía un compañero de escuela que gustaba de leer poesía entonces nos convertimos en los dos bichos raros, centro de todas las burlas y chistes de nuestros "queridísimos" compañeros de estudios los cuales solo sumaban unas pocas centenas.

Entre el lector de poemas y yo también había una sana controversia pues yo deleznaba la poesía y el la historia así que ni en eso coincidimos.
Un día se me ocurrió escribir un cuento.

Importante decir que en mis estudios de nivel medio destacaba en la asignatura de literatura por mis composiciones las cuales eran la evaluación de cada obra estudiada y tengo que hacer mención de mi profesora Lourdes, que fue y es todavía la única persona que me abrió los ojos acerca de mis posibilidades y aptitudes para con.la literatura, tanto así que un dia del monitor me obsequió un libro de tragedia griega con los célebres Esquilo, Sófocles y Eurípides. Libro que muchos años después leí disciplinadamente.

Cuando quise escribir un cuento, me percaté que mi conocimiento sobre ello, se

limitaba a los clásicos infantiles de Hans Cristian o Los Grimm. Asi que busqué y no sé cómo encontré a Guy de Maupassant y su "Bola de Cebo" o "El Collar" y ahi se hizo la magia, luego vino Onelio Jorge Cardoso, Mark Twain, Samuel Feijoo.
Y un día escribí mi primer cuento, luego me enamoré y como no me queria le escribí un cuento y la conquisté.
Así empezó mi carrera de cuentista, irregular, esporádica, autodidacta, pero apasionada, febril, satisfactoria. Y digo eso último justo porque al pasar los años me di cuenta que no hay mucha distancia en hacer una pieza de hierro, un mueble de madera, una mariposa de papel mache o una pequeña historia de ficción, me hice artesano y de eso he vivido y alimentado a mis hijos; pero cuando termino una mariposa, una máscara o un pez; siento la misma satisfacción que cuando encuentro el

eslabón perdido que me permite resolver mi conflicto , y cuando diseño una pieza para una exposición me da la misma alegría que cuando escribo una historia para un concurso.
Por último, llegó a mi, también de forma fortuita, la narración oral, matriculé un curso de narración pensando que era para recibir herramientas que me petmitieran mejorar mi escritura, pero resultó ser un taller para enseñar a contar cuentos, allí se fusionaron mis aptitudes literarias, pedagógicas, dramaturgicas y creativas y entonces me dije, esto quiero hacer.
Ahora luego de varios años contando cuentos, declamando poemas, hilvanando historias, soy el hombre mas feliz del mundo, todos los meses me reuno con otros quijotes en mi Peña literaria musical, cuando puedo -y me invitan- voy a
encuentros, festivales, ferias del libro y concursos, en algunos gano primer lugar en otros solo me mencionan, pero en todos dejo un pedacito de mi que luego se regenera.

I am Otoniel Frometa Court, a 54-year-old Cuban. I am the third of five siblings, meaning I’m the middle child—or as many say, "the odd one out."

There aren't many artists, writers, or poets in my family, and yet here I am—a boy who, without knowing who José de Espronceda was, memorized The Pirate's Song at the age of 7 or 8, as well as a long poem by Cucalambé called Spring, or Hatuey and Guarina, or the anonymous Ballad of the Warrior Maiden, along with a few others whose names I can’t recall.

That’s how my interest in literature began—without even realizing it—because I thought what I really liked was carpentry and construction. My father was an ingenious and capable mechanic, and he was my role model. Consciously or not, I aspired to be a man who built things.

At home, my father could fix anything—bookshelves, bicycles, even the leaks in the roof. Being his assistant was an indescribable pleasure for me.

Later, during my teenage years, I started reading more frequently. I was in a boarding school where, after finishing my homework and practicing the sport I loved, there wasn't much to do at night. So I asked my father to buy me history books, which was my passion.

I had a schoolmate who enjoyed reading poetry, and we became the two oddballs— the center of all the jokes and teasing from our “dear” classmates, who numbered in the hundreds.

Between the poetry reader and me, there was also a friendly rivalry. I dismissed poetry, and he did the same with history, so we didn’t even agree on that.

One day, I got the idea to write a story.

It’s important to mention that in middle school, I stood out in literature class because of my essays, which were the evaluations of the books we studied. I have to acknowledge my teacher, Lourdes, who was—and still is—the only person who opened my eyes to my potential and aptitude for literature. So much so that one day, she gave me a book of Greek tragedies featuring the famous Aeschylus, Sophocles, and Euripides. Many years later, I read it with great discipline.

When I wanted to write a story, I realized that my knowledge was limited to classic children's tales by Hans Christian Andersen and the Brothers Grimm. So I searched, and somehow I found Guy de Maupassant and his Boule de Suif and The Necklace, and that’s when the magic happened. Then came Onelio Jorge Cardoso, Mark Twain, and Samuel Feijóo.

And one day, I wrote my first story. Then I fell in love, and since she didn't love me back, I wrote her a story—and I won her heart.

That’s how my journey as a storyteller began—irregular, sporadic, self-taught, but passionate, feverish, and fulfilling. And I say fulfilling because, over the years, I realized that there’s not much difference between crafting an iron piece, a wooden piece of furniture, a papier-mâché butterfly, or a short fiction story.

I became a craftsman, and that’s how I’ve made a living and provided for my children. But when I finish a butterfly, a mask, or a fish, I feel the same satisfaction as when I find the missing link that allows me to resolve a conflict in my writing. When I design a piece for an exhibition, I feel the same joy as when I write a story for a competition.

Finally, storytelling found me—also by chance. I enrolled in a storytelling course, thinking it was meant to provide me with tools to improve my writing, but it turned out to be a workshop for learning how to tell stories aloud. There, my literary, teaching, theatrical, and creative skills came together, and I said to myself, "This is what I want to do."

Now, after several years of telling stories, reciting poems, and weaving tales, I am the happiest man in the world. Every month, I gather with other dreamers in my literary-musical gathering, and whenever I can—and I’m invited—I attend literary festivals, book fairs, and competitions. Sometimes I win first place, sometimes I just get a mention, but in all of them, I leave a piece of myself that later regenerates.

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