Mi madre es mi tesoro

Hoy es el día de las madres y no puede estar por diversas razones cerca de mi madre. Ha sido muy raro y difícil esta ausencia, porque ella es todo para mí, porque cada día, cada mirada, cada planta de mi jardín, cada uno de mis gestos más íntimos me la recuerdan.

Pero la distancia física, unos cantos kilómetros, más de los que deseara, no han impedido que esta mañana bien temprano, para que escuchara bien claro mi voz, bien cálida como si estuviera cerca de ella, como si pudiera besarla y acariciarla, como se merece, como es, la llamé.

Mientras esperaba su llegada al auricular, un mundo de buenos deseos se acumulaba en mí, y aunque la nostalgia me atravesaba de un lado a otro porque no podía estar junto a ella, principio y camino de mis días, sólo el brillo de mi voz pude ofrecerle para que no se sintiera triste.

A mi madre, le debo todo lo que soy. Le debo la vida y una educación que maravillosa. Mi madre, siempre ha estado ahí bien cerca, a veces he pensado que ha vivido más su vida para acompañarme, para enseñarme, para guiarme y para ayudarme que otra cosa.

Mi madre, increíblemente sé que ha sido más madre que mujer.
Porque no le han importado ni lujos, ni hermosos accesorios, ni viajes, ni una que otra frivolidad. Ella se ha esforzado, se ha quitado lo suyo, aun cuando no he querido, para ayudarme en los momentos en todo a parecido muy complejo.

Todavía recuerdo cómo bien temprano me llevaba a la escuela y me recogía en las tardes, siempre preguntado cómo me fue en las clases y comprobando esto con mi maestra. Siempre atenta a las Ferias del Libro para comprarme uno que otro ejemplar que me interesara por su tema- que si era literario, un cuento mejor-y que me fuera útil.
Así fue como conformé mi primera mini biblioteca, con apea creo que ocho años. De este modo, también gracias a su incidencia, fue que escribí mis primeros cuentos y desarrollé una vocación profunda por el arte: porque junto a ella vi los teleteatros que tal vez con alguien más nunca hubiese visto, junto a ella escuché a Pavarotti-que está todavía en mi lista primera de músicos a escuchar-junto a ella logré alcanzar mi primera cría de peces.

Mi madre ha estado ahí siempre, atenta, preguntando, enseñándome cómo comportarme y respetar a los demás, cómo saber disfrutar un minuto con los amigos o en silencio y en calma.

Ella ha estado delineando siempre mis momentos felices y los más tristes. Siempre llega a tiempo y sus consejos, son infalibles.
No podría estar más feliz de tener una madre como la mía, consagrada a dar lo mejor de sí cada día a nuestra familia.

Dios le dé siempre salud y fuerzas, para que yo pueda ser un hombre siempre feliz.