Mi papá, el tabaco y una guataca, mis mejores maestros. (es/en)

in Hive Cubalast year (edited)

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Hola colegas, quiero compartir una historia muy profunda para mí porque constituye uno de los pilares en la formación de mi personalidad. Su contenido es una expresión de educación pura, practicada por una persona que no estudió magisterio: mi padre; incluso que llegó a la adultez con solo 6to grado. Eso sí, sus maestros fueron los mejores: su familia.

Soy de origen campesino, muy humilde. Los recuerdos de mi niñez siempre me llevan a una vega de tabaco. Mis padres tuvieron y criaron cinco hijos a los que les transmitieron todo el amor del mundo y las más bellas cualidades humanas; en materia de valores esenciales, cuando llegamos a la escuela ya los teníamos todos: respeto a los demás, honestidad, amor a la verdad, humildad, gratitud, responsabilidad y solidaridad, entre otros.

Creo que en buena medida estos valores están asociados al campo cubano, al menos a ese campo y las costumbres que existieron en mi época; al fin y al cabo, como dijera Martí “El hombre es hijo de la naturaleza y de las circunstancias”. No podía ser de otro modo, porque mis padres tenían esos mismos valores elevados a la “n” y nadie puede dar lo que no tiene. Esto se convirtió para mí en un principio que ha guiado mi profesión pedagógica y es que … uno explica lo que sabe, pero enseña lo que es.

Casi analfabetos y llenos de sueños llegaron a la adultez; pero hacer una familia no les dio tiempo a pensar en privilegios; entonces apostaron por nosotros y pusieron en la educación guajira que nos dieron todas sus aspiraciones. No recuerdo algún logro importante nuestro en que el orgullo de los viejos no viniera envuelto en una lágrima, para después salir al barrio a contárselo a todos; incluso sin internet, ni teléfonos de cualquier tipo nunca hubo obstáculos para una comunicación perfecta y expedita en la que lo que de verdad entendían sus interlocutores eran las toneladas de felicidad que transmitían.

Hello colleagues, I want to share a very profound story for me because it constitutes one of the pillars in the formation of my personality. Its content is an expression of pure education, practiced by a person who did not study teaching: my father, who even reached adulthood with only 6th grade. Of course, his teachers were the best: his family.

I am of peasant origin, very humble. My childhood memories always take me to a tobacco plantation. My parents had and raised five children to whom they transmitted all the love in the world and the most beautiful human qualities; in terms of essential values, when we arrived at school we already had them all: respect for others, honesty, love for the truth, humility, gratitude, responsibility and solidarity, among others.

I believe that to a great extent these values are associated to the Cuban countryside, at least to that countryside and the customs that existed in my time; after all, as Martí said, "Man is the son of nature and circumstances". It could not be otherwise, because my parents had those same values raised to the "n" and no one can give what he does not have. This became for me a principle that has guided my pedagogical profession and it is that ... one explains what one knows, but teaches what one is.

Almost illiterate and full of dreams they reached adulthood; but making a family did not give them time to think about privileges; then they bet on us and put in the guajira education they gave us all their aspirations. I do not remember any important achievement of ours in which the pride of the old people did not come wrapped in a tear, to later go out to the neighborhood to tell everyone about it; even without internet, or telephones of any kind there were never obstacles for a perfect and expeditious communication in which what their interlocutors really understood were the tons of happiness they transmitted.

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En las conversaciones entre hermanos, en las que los viejos siempre son temas permanentes se repite la misma frase de mi hermano menor “los viejos no tuvieron conquistas personales porque su mayor triunfo fuimos nosotros. En nosotros lo pusieron todo y fuimos lo que ellos no pudieron ser”.

Pero si bien mi mamá fue una santa en toda la extensión de la palabra, papi siempre fue extremadamente exigente y recto. Al punto que no hubo decisión personal o profesional importante de ninguno de los cinco en que, incluso hoy, primero no se consulte con el viejo. El amor de papi por nosotros se desbordaba, pero no recuerdo una caricia suya ni, como se dice, una pasadita de mano y eso es lo que me trae hasta aquí y me hace contar esta anécdota.

Tuve una infancia feliz; con dos únicos pares de zapatos, uno para salir y el otro para la escuela, igual sucedía con la ropa, el resto del tiempo hasta los 11 años fue sin zapatos y sin camisa la más de las veces. Los juguetes nunca faltaron, aunque gracias a la imaginación y a esa gran cuota de creatividad patrimonio de la infancia, lo que más abundaban eran las yuntas de bueyes hechas de pomos y botellas, los carritos de latas y alambre que cortábamos de las cercas de las vegas de tabaco; las espadas, las pistolas y los bates de madera hechos todos de forma rústica, las pelotas de hilo y trapo, los tirapiedras, entre otros que siempre me han servido para asegurar que tuve una niñez sobrada en juguetes.

Pero tanto como abundancia en medios para el juego, también fueron muchos los amigos de todos los colores, orientación sexual y tan humildes como yo. Éramos muchos niños entonces y no teníamos tiempo para aburrirnos. La única competencia que tenían nuestras primeras relaciones sociales infantiles era el trabajo en la vega de tabaco, fundamentalmente en la etapa de zafra. Ante el llamado del viejo, asistíamos siempre, aunque no a voluntad. La guataca y el arado no eran juguetes, ni eran cosa de juegos; más que eso eran males, necesarios, pero males al fin.

Y así transcurrió la niñez hasta llegar al final del sexto grado. Se avecinaba la secundaria básica y desde hacía meses ya en el grupo, tanto varones como hembras hacíamos planes. Al fin y al cabo, todos debíamos seguir juntos en la próxima etapa en alguna de las nuevas escuelas en el campo en la región de Guane, hoy Sandino. Si estábamos juntos nada podía ser preocupante y, hacíamos planes.

In conversations between siblings, in which the elderly are always a permanent topic, the same phrase of my younger brother is repeated: "the elderly did not have personal conquests because their greatest triumph was us. They put everything in us and we were what they could not be".

But even though my mother was a saint in every sense of the word, daddy was always extremely demanding and upright. To the point that there was no important personal or professional decision of any of the five of us that, even today, was not first consulted with the old man. Daddy's love for us overflowed, but I do not remember a caress from him or, as they say, a handshake, and that is what brings me here and makes me tell this anecdote.

I had a happy childhood; with only two pairs of shoes, one for going out and the other for school, the same happened with my clothes, the rest of the time until I was 11 years old I went without shoes and without a shirt most of the time. The toys were never lacking, although thanks to the imagination and to that great quota of creativity that is the heritage of childhood, what was most abundant were the oxen yokes made of knobs and bottles, the carts of cans and wire that we cut from the fences of the tobacco fields; the swords, the pistols and the wooden bats all made in a rustic way, the balls of thread and rag, the stone throwers, among others that have always served to assure me that I had a childhood with plenty of toys.

But as much as abundance in means for the game, there were also many friends of all colors, sexual orientation and as humble as me. We were many children then and had no time to be bored. The only competition in our early childhood social relationships was the work in the tobacco fields, mainly during the harvest season. At the old man's call, we always attended, although not at will. The guataca and the plow were not toys, nor were they something to play with; more than that, they were evils, necessary, but evils nonetheless.

And so childhood went on until we reached the end of the sixth grade. Junior high school was approaching and for months already in the group, both boys and girls were making plans. After all, we all had to continue together in the next stage in one of the new schools in the countryside in the region of Guane, today Sandino. If we were together, nothing could be worrying and we made plans.

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Pero mi papá pensaba de otra manera y un día de febrero, podía ser sábado o domingo porque la zafra de tabaco terminaba, me dice “Quiero que estudies en la nueva Escuela Vocacional que se abrirá aquí en Pinar del Río en la Zona de Troncoso, cerca de la casa y así facilitas las visitas de tu madre los domingos en que no estés de pase”. ¿Qué podía decir? Papi siempre tenía razón en todo lo que se trataba de sus hijos, lo único que se podía hacer era asentir y prepararse para un cambio del que, tiempo después conocería sus consecuencias. Yo sería el único niño de mi grupo de primaria que no estaría con el resto en los próximos años.

Aún recuerdo el primer día de la beca. La escuela era preciosa, una edificación descomunal para mi visión guajira que en las noches se vestía de blanco con las luces de mercurio. El uniforme azul con corbata, albergues de 60 y 70 estudiantes conviviendo bajo la tutela permanente de varios profesores que se dividían el trabajo de mi maestra de primaria… en fin todo nuevo. Hasta los niños eran otros y la inmensa mayoría eran de pueblos; muy pocos éramos campesinos.

Mis compañeritos de aula no estaban, no había ninguno; eran otros que no conocía y no me conocían. Además, solo podía ir a casa cada 15 días. Los sentimientos afloraron, comencé a extrañar mi casa, mi mamá, mis hermanos y mis amigos y sentí unos deseos incontenibles de llorar, pero, como “los machos no lloran”, como decía mi padre, nadie podía verme. Me aguantaba hasta la noche a las 10, en que apagaban las luces.

But my father thought differently and one day in February, it could be Saturday or Sunday because the tobacco harvest was ending, he told me "I want you to study in the new Vocational School that will be opened here in Pinar del Río in the Troncoso Zone, near the house, so that you can visit your mother on Sundays when you are not out of town". What could I say? Daddy was always right when it came to his children, the only thing to do was to nod and prepare for a change of which, some time later, I would know the consequences. I would be the only child in my elementary class who would not be with the rest of them for the next few years.

I still remember the first day of the scholarship. The school was beautiful, a huge building for my Guajira vision that at night was dressed in white with mercury lights. The blue uniform with ties, hostels of 60 and 70 students living together under the permanent tutelage of several teachers who divided the work of my elementary school teacher... in short, everything was new. Even the children were different and the vast majority were from villages; very few of us were peasants.

My classmates were gone, there were none; they were others I didn't know and they didn't know me. Besides, I could only go home every 15 days. Feelings surfaced, I began to miss my home, my mother, my brothers and my friends and I felt an uncontainable desire to cry, but, as "males do not cry", as my father used to say, no one could see me. I held on until 10 o'clock at night, when they turned off the lights.

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Así pasaron dos meses; recuerdo que fue terminando octubre, un sábado de pase, bien temprano en que me disponía a salir a visitar a mi abuela y a mis tíos, cuando papi se acerca y me dice “ve al bohío, agarra una guataca que nos vamos para la vega a guataquear el tabaco recién sembrado”. Tan imperativo fue que no me dio la oportunidad de protestar, aunque por respeto tampoco lo hubiese hecho.

Salimos caminando en silencio aquellos dos o tres kilómetros que nos separaban del campo de tabaco, llegamos y me dice de nuevo “yo voy a coger el primer surco, tú el segundo. No quiero que te pares hasta que yo lo haga, tomas agua cuando yo la tome, descansa cuando yo descanse” y se dobló sobre el primer surco, yo en el segundo sin hablar ni media palabra. Tanto los surcos como la mañana fueron interminables, sobre las 11 y media, nos fuimos para la casa al almuerzo.

Two months went by like that; I remember that it was the end of October, one Saturday morning when I was about to leave to visit my grandmother and my uncles and aunts, when daddy came up to me and said "go to the bohío, grab a guataca, we are going to the vega to wipe the recently planted tobacco". He was so imperative that he didn't give me the opportunity to protest, although out of respect I wouldn't have done it either.

We left walking in silence those two or three kilometers that separated us from the tobacco field, we arrived and he told me again "I'm going to take the first furrow, you the second. I don't want you to stop until I do, drink water when I drink it, rest when I rest" and he bent over the first furrow, I in the second without speaking half a word. Both the ruts and the morning were endless, around 11:30, we went home for lunch.

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En ese tiempo pensaba en mis hermanos. Sobre todo, en los dos contemporáneos conmigo y me preguntaba ¿Por qué no estaban también en el campo con nosotros?
Almorcé con más dolores en el cuerpo que hambre. El viejo se tiró a dormir la siesta, yo, aunque cansado, no tenía sueño, comencé a pensar en la escuela y en las tareas que tenía pendientes. Como a las tres de la tarde me dice de nuevo “agarra la guataca que seguimos guataqueando el tabaco”. La tarde fue una copia de la mañana, pero con el doble de cansancio y dolor en la cintura.

Recuerdo que esa noche comí, me bañé y caí en la cama. Entre sueños sentí el llanto de mi vieja hablando con mi padre. Esa noche ella durmió conmigo. El domingo me levanté bien temprano y esperé al viejo para ir de nuevo a la batalla. Llegó y me dijo “Sé que has estado llorando en la beca porque no te gusta la escuela y me parece que me equivoqué contigo. Creo que tú no estás hecho para el estudio y yo necesito que uno de ustedes se quede trabajando el campo conmigo ¿Ves este lomo colorao por el sol? Está así y no me arrepiento, para que ustedes estudien y no pasen los trabajos que pasamos tu madre y yo. Creo que no debes regresar a la escuela; no te preocupes que esta semana yo voy y hablo con la directora.”

At that time I was thinking about my brothers. Especially the two who were my contemporaries and I wondered why they were not also in the field with us?
I had lunch with more body aches than hunger. The old man went to take a nap, I, although tired, was not sleepy, I began to think about school and the tasks I had pending. At about three o'clock in the afternoon he told me again "grab the guataca, we're going to go on with the tobacco". The afternoon was a copy of the morning, but with double the tiredness and pain in the waist.

I remember that I ate that night, took a bath and fell into bed. Between dreams I felt the cry of my old lady talking to my father. That night she slept with me. On Sunday I got up very early and waited for the old man to go to battle again. He came in and said to me "I know you have been crying at the scholarship because you don't like school and I guess I was wrong about you. I don't think you are cut out for school and I need one of you to stay and work in the fields with me. It's like this and I don't regret it, so that you can study and not go through the work that your mother and I went through. I don't think you should go back to school; don't worry, this week I'll go and talk to the principal."

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Fue un domingo sin juegos, solo de reflexiones de 12 años de edad. El lunes fui el primero en levantarme y aunque la guagua me recogía a las 12 del día, ya desde las siete de la mañana comencé a agitar a mi mamá para que me hiciera el maletín.
Jamás volví a llorar en una beca, me enamoré de la escuela y de los estudios. Años después, el día que defendí el Doctorado, cuando me pidieron que dijera unas palabras, conté esta anécdota por primera vez. Entonces vi llorar a mi papá.
Mi papá, el tabaco y una guataca fueron mis mejores maestros.

It was a Sunday without games, just 12-year-old reflections. On Monday I was the first one to get up and even though the bus picked me up at noon, I started to shake my mother to pack my bag at seven in the morning.
I never cried again in a scholarship, I fell in love with school and my studies. Years later, the day I defended my PhD, when I was asked to say a few words, I told this anecdote for the first time. Then I saw my father cry.
My dad, tobacco and a guataca were my best teachers.

Texto traducido al inglés por DeeoLTranslate. Las fotos fueron tomadas con mi teléfono Sangsum

Text translated into English by DeepLTranslate. The photos were taken with my Sangsum phone.

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Saludos Bertico que bueno leerle una vez más, en esta ocasión me parece muy interesante lo que los cuentas, todo un mar de vivencias de la infancia, donde el tabaco unido al cariño de tu papá te formaron como hombre, la escuela hizo el resto. Espero leer más de estas historias de Vueltabajo, contadas por sus protagonistas.

Gracias eduardo. Trato de estar a la altura de ustedes que es difícil. Es un sitio que merece hacerlo lo mejor posible. Sus palabras son muy gratificantes.

Muy emotivo post, lleno de enseñanzas y sentimientos, me hace recordar mi infancia, y la forma de enseñar de mís abuelos, eran algo estrictos pero se llevan todo el galardon en cuanto a las personas que somos hoy en día. Merecen todo nuestro respeto. Un saludo y feliz, día

Gracias Mariolis. Me alegra que te guste. Solo quería hacerle un homenaje al primer maestro de mi vida, ahora que aún existe físicamente. Gracias por sacar ese tiempo personal y leerme.

De nada, ha sido un placer leerte, me recuerdo mi infancia, saludos y feliz domingo.

Qué anécdota tan llena de enseñanzas.

uno explica lo que sabe, pero enseña lo que es.

Eso es muy cierto.
Lo mejor que podemos recibir de nuestros padres y darle a nuestros hijos son valores. Eres afortunado por haber tenido tan buenos maestros de la vida, tu papá, el tabaco y la guataca:)

Coquicoin, no siempre somos lo suficiente agradecidos con nuestros padres. Si la vida le hubiese dado oportunidades el viejo hubiese llegado lejos. Sin embargo lo vació todo en nosotros. Aún hoy con 88 años vive por nosotros. Honor a quien honor merece. Gracias por tan bellas palabras

Mira Bertico . Mejor no hubiese leído tu post .pues ese retrato no es tuyo solo y se que por alguna esquina .se está anexando con la de muchos También se que terminaste ese post con desgarramiento .por el recuerdo .por tu padre y por tu desicion de avanzar aunque fuera por miedo a la gusta.
Muy buen y sentido post . Y se que muchos no van a esperar a las diez de la noche para soltar una lágrima .

Duro tu padre pero un educador del cara.
Éxitos.

Profe leo esa historia suya casi con lágrimas. Yo me fui a la vocacional en el año 1997, ya en el calero. Soy de San Luis y pasé los primeros 15 días llorando. Cuando llegué a casa de pase le dije a mi papá que aquello estaba duro y me llevó a la casa de tabaco frente a una mesa llena de hojas. Me dijo no hay problemas, si no vas a la escuela este es tu nuevo puesto. El día en la casa de tabaco fue tremendo, me pinché todos los dedos y las hojas. Así que el lunes temprano preparé el maletín y para la vocacional. Fue el mejor método para hacerme entender que el estudio era lo mío. Igual lo conté el día de mi tesis de pregrado y mi papá sacó el pañuelo y se secó las lágrimas. Gracias por contar.

Yanerki. Ellos no estudiaron. Su escuela fue la vida y la familia y alli aprendieron lo necesario en materia pedagógica. Mi santa madre decía "tu papá es un animal" pero los adora. La noche antes de morir yo estaba en terapia con ella, ya con 80 años, y me pedía llorando que cuidáramos a papi, que era el mejor seer humano que existía. Hace 17 años tuve un problema y por supuesto con pena me acerqué a el. Me escuchó hasta el final y me dijo su frase habitual para esos momentos "No quiero flojeras que del cerco se sale a tiros". Palante que yo estoy aquí.

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Gracias por esta anécdota, realmente el trabajo nos hace crecer humildemente como hombres y a ser respetuosos.

Gracias excelente post🙌🙌🙌

@jrobe me quedé sin palabras pero te muestro mis 😭😭😭😭 no sabia que está tarde recordaría tanto a mis padres y a mis abuelos con tu post. 😭😭😭😭

@gardenofcarmen aún leo este post y me emociona. Hoy cuando miro a.mis hijos comprendo la inmensidad se mis padres. Me emociona que te conmoviera. Eso es bello no te sientas mal, también dice mucho sobre tu grandeza de alma. Gracias.

@gardenofcarmen aún leo este post y me emociona. Hoy cuando miro a.mis hijos comprendo la inmensidad se mis padres. Me emociona que te conmoviera. Eso es bello no te sientas mal, también dice mucho sobre tu grandeza de alma. Gracias.

@gardenofcarmen aún leo este post y me emociona. Hoy cuando miro a.mis hijos comprendo la inmensidad se mis padres. Me emociona que te conmoviera. Eso es bello no te sientas mal, también dice mucho sobre tu grandeza de alma. Gracias.

Qué emotivo este post, amigo mío. Usted es un gran maestro también, de la humildad y la pedagogía pinareña. Siento mucho orgullo de conocerlo más a través de Hive. Felicidades por la vida tan hermosa que ha tenido, por la humildad y la sencillez.

Gracias amigo. Solo quería darle algo como pago insuficiente as su educación. Son muchas las anecdotas de este tipo de mi viejo. Siempre enseñándonos el camino. Gracias por dedicar un tiempito tuyo a leerlo. Bellas palabras hermano. Viniendo de ti son para guardarlas

Me gustará mucho leer más anécdotas.