“Sirgel”
Capítulo 2
Era un poco más de medio día cuando Gabriel el clérigo de Lemystral, Jaidern el explorador, Sart el buen juglar, Corberts el bárbaro y Yannmir la que camina entre sombras llegan a las puertas abiertas de un pueblo que de seguro debería ser “Sirgel” ya que es el único que encontraron al seguir el camino que los amigables carreteros les indicaron; Sirgel era un pueblo grande, protegido por un muro echo de madera de no más de dos o dos miedo metros, las construcciones eran sencillas casa de madera con techos de un percudido color rojo hasta donde podían ver. Cuando el grupo pasa por las puertas abiertas, un campesino vestido con una armadura acolchada y una vieja espada sale de a su encuentro y los detiene parándose en medio del camino mientras levantaba su mano derecha y decía con voz que intentaba sonar a autoridad.
-¡Alto viajeros! ¡Están en la puerta norte de Sirgel y si quieren pasar deberán identificarse o serán detenido en el acto!-
Jaidern se le acerca a Gabriel y le susurra
–por lo menos estamos seguros que llegamos a Sirgel-
Sart que con su fino oído escucha las palabras de Jaidern, sonríe y decide mediar con el campesino disfrazado de guardia rudo, avanza hasta ponerse frente del guardia y hace una exagerada inclinación mientras se quita el sombrero y luego con voz aduladora dice
–Saludos mi intimidante guardia de la puerta Norte de Sirgel, permítame presentarme, soy Sart el trovador de la luna, flautero de la corte de los reyes del este, juglar, cantante, cocinero, tabernero, juez de paz, escriba y en ocasiones un luchador de la justicia, razón por la cual me presento a vuestra intimidante figura con respeto y humildad para pedirle que me deje pasar a mí y a mi grupo el cual sigue mis órdenes, ya que la razón de estar en su hermoso y lujoso pueblo es porque estamos tras la persecución de un peligroso bellaco el cual mato impunemente a un pobre hombre, con su esposa embarazada y su hijo recién nacido- mientras Sart seguía con su discurso que podría tardar horas, Jaidern le vuelve a susurra a Gabriel.
-otra vez se presentó como líder del grupo, espero que no termine como la última vez-
El inocente guardia de la puerta, al escuchar la cantidad de títulos que según Sart poseía no le quedó más remedio que inclinarse y cambiar su tono de voz por uno más humilde, -Disculpe señor Sart, no sabía que Ud. Era una persona tan importante- mientras el guardia hablaba, Sart giro un poco para ver a su grupo y picarles el ojo, todo el grupo tapo una sonrisa burlona ya que era muy gracioso ver como el buen Sart casi siempre conseguía lo que quería, -espero que sepa disculparme, pero con mucho respeto le pido señor Sart que me permita el honor de firmar el libro de entradas-
-No será necesario mi buen amig…-
-Claro que es necesario- interrumpe Gabriel al discurso de su compañero juglar, -si me lo permite mi líder Sart yo firmare el libro del registro-
Sart voltea para ver a Gabriel mientras le hace un gesto con la cara de no entender por qué razón quiere perder el tiempo con un aburrido registro de entrada, pero sin dar más explicaciones Gabriel el clérigo de Lemystral se acerca al improvisado guardia de la puerta y le pide amablemente que lo guíe a firmar su dichoso registro, cuando Gabriel y el guardia se alejan hacia una pequeña carpa donde estaba una mesa con lo que parecía varias hojas sueltas sostenidas por una piedra para que el viento no se las llevara y un frasco con tinta acompañado con una pluma, Sart se acerca al grupo y les pregunta
-¿Qué le pasa a Gabriel? ¿Por qué perder el tiempo con un registro?-
Yannmir mueve la cabeza de un lado a otro en actitud de cansancio ya que tendría que explicar a Sart las razones de Gabriel para querer ir a firmar el registro
-Piénsalo bien Sart, ¿si va y firma el registro que crees que encontrara arriba de la marca del grupo?-
-¿La piedra que sostiene los papeles?- responde dudoso el juglar mientras mira nerviosamente a Corberts para confirmar si su respuesta era correcta, a lo que Corberts le responde negativamente con la cabeza.
Yannmir se sujeta la cabeza algo frustrada al escuchar la respuesta de su compañero, Yannmir no podía entender como Sart era tan listo para inventar ridículas historias y tan bruto para lo demás, a beses se preguntaba cómo podía caminar y respirar al mismo tiempo sin caerse, Yannmir estuvo a punto de insultar como era costumbre al despistado juglar cuando escucho la voz de Gabriel.
-Sí, se registraron- las palabras de Gabriel animaron al grupo al ver que su excompañero, ladrón y asesino de uno de sus camaradas estaba en el pueblo, bueno casi todos se animaron ya que Yannmir no quería una confrontación con el hombre que amaba, “el deber es primero” se decía para darse ánimos. –Porciento- continúa hablando Gabriel –tenemos que pagar un impuesto por entrar al pueblo-
-¿Qué?- dice ofendido Sart –es un robo, déjenme hablar con ese guardia-
Gabriel lo detiene mientras dice –son las leyes de este pueblo y nuestro grupo honra las leyes, recuerden-
Sart respira hondo para resignarse y le tiende la mano a Yannmir para quede le dé lo del impuesto, Yannmir le responde
-¿Recuerdas que se llevaron el cofre con todo nuestro dinero?-, Sart al escuchar la noticia “Otra vez”, se sorprende y cruza los brazos en actitud muy molesta.
Gabriel mira a todo el grupo buscando quien puede dar para pagar el impuesto de entrada y recibe una negativa ya que en el cofre que se había robado Lornar estaba todo el fondo del grupo, Gabriel suspiro resignado mientras le dedica una mirada a Yannmir, Yannmir asiente afirmativamente y luego se dirige a “Pagar el impuesto”; A Gabriel no le gustaba recurrir a las malas mañas de Yannmir pero si recuperaban el cofre y atrapaban a Lornar, el pagaría el impuesto con extra en forma de disculpas.
Yannmir se acercó al guardia sonriendo coquetamente y este se ruborizo, entonces la mañosa chica le pregunto con un tono de voz muy sensual -¿estas casado?- a lo que el guardia respondió negando enérgicamente con la cabeza, entonces la coqueta de Yannmir le pico un ojo mientras le decía –es la mejor noticia que me han dado en mucho tiempo. Los hombres elegantes y fuertes como tú no deberían ser de una sola mujer- el inocente guardia sin palabras y muy ruborizado quita la mirada apenado por admirar el hermoso cuerpo de la atractiva mujer que se le estaba insinuando; cuando Yannmir ve que el campesino disfrazado de guardia desvía su mirada, el ojo agudo de esta descubre un pequeño saco que de seguro era de monedas y lo hurta con una rapidez tan asombrosa que cuando el joven decide armarse de valor para ver a la coqueta mujer, ella no tenía nada en las manos.
El guardia aclara la garganta para poner una voz gruesa, varonil y le dice –mi señora, a…-
-dime mi vello ejemplar-
El guardia trata de decirle algo –a…, bueno…, tengo que…, a…, cobrar- y le sonríe apenado.
-No te preocupes mi semental, ¿me dices cuánto es?- le pregunta ya que al paso que iban ese tonto se tardaría toda la tarde en cobrarle.
-una de…, cobre-
Yannmir con descaro saca el saquito de monedas que le hurto al inocente guardia, saca una moneda de plata, se la entrega y le dice –quédate con el vuelto, mi semental- dicho esto Yannmir se da la vuelta y una vez que le da la espalda al guardia pone cara de genuino asco, se dirige a reunirse con su grupo y al llegar levanta el pulgar de la mano izquierda, todos no se atreven a ver la cara del pobre infeliz que de seguro estaba enamorado de Yannmir; bueno todos menos Sart que se despide del pobre guardia cortes mente y luego se ríe al ver la cara de bobo que tenía.
Gabriel dirigió a los demás al centro del pueblo, unas cinco o seis calles en línea recta, luego miro a la derecha de la calle y después a la izquierda, -no va hacer sencillo, el pueblo no es tan pequeño después de todo-
-esta medio abandonado- dice Jaidern.
Gabriel mira hacia arriba y entre cierra los ojos al notar que el sol estaba justamente encima de ellos, -no es que esta media abandonado, es la hora de almorzar y de seguro algunos tomaran la siesta-
-Bien ¿y ahora qué?- pregunta Yannmir mirando en todas direcciones.
Gabriel se rasca la cabeza en un gesto característico cuando está pensando en la manera más óptima de solucionar algún problema, después de un corto rato el clérigo de Lemystral toma la mejor decisión que considera la más acertada, -hay que separarnos, Sart y yo iremos a la derecha por esta calle que parece la principal para buscar alguna posada-
Gabriel le tiende la mano a Yannmir y esta le da el saquito de monedas del inocente guardia que robo en la puerta norte de Sirgel, -Jaidern y Corberts vallan por la Izquierda, vean si hay más posadas y revisen si Sirgel tiene otra entrada, si encuentran a Lornar- Gabriel hace una pausa para acentuar lo siguiente que dirá –Lo someten, no lo maten, ¿Quedo perfectamente claro?- el explorador y el bárbaro asienten, después se gira para hablar con Yannmir, -es la misma orden, a diferencia que si te encuentras con Lornar nos avisas, yo estaré en la primera posada que encuentres por esta calle- Yannmir asiente.
-No estoy de acuerdo Gabriel con que Yannmir ande sola- protesta Jaidern.
-ella se mueve mejor sola, estar bien- le responde Gabriel-
-No me refiero a eso y lo sabes amigo-
Yannmir se molesta con las insinuaciones de Jaidern y le levanta la voz para reclamarle -¿Por qué no me lo dices en frente?- da un paso hacia adelante para demostrar que no le temía a el explorador –desde lo sucedido no has dejado de recriminarme, ¿piensas acaso que los voy a traicionar por el asesino de mi hermano?-
-¡NO!- dice en voz firme Jaidern para luego decirle lo que pensaba a su compañera -¡Eres mujer en un mundo de hombres! ¡Y el corazón de las mujeres es débil, sin disciplina y muy fácil de engañar!-
“Lo sabía” piensa Yannmir mientras encara a Jaidern para luego decirle -¡crees que por ser mujer no puedo ser hacer lo correcto cuando me encuentre con el hombre que iba hacer mi esposo?-
-¡Si lo creo!- responde fríamente Jaidern.
Yannmir al recibir una respuesta tan simple y franca de su compañero de aventuras no sabe cómo responderle ya que sentía mucha rabia, y una profunda tristeza al descubrir que a pesar de tantos años juntos, de pelear hombro con hombro de sobrevivir a innumerables peligros, Jaidern el explorador todavía la consideraba, indigna de su confianza, sus ojos se llenaron de lágrimas que aduras penas pudo contener, a punto estuvo de insultar a su compañero Jaidern cuando Gabriel intervino antes de que se saliera de control.
-¡Jaidern! ¡Yannmir!, no es el momento ni el lugar- habla con su tono fuerte y característico del líder del grupo –Yo confió en los dos por igual, y si tome la decisión de que Yannmir fuera sola es porque sé que es la mejor decisión que puedo tomar, confía en que hará lo correcto si se encontrara con Lornar, ¿y si no lo hiciera?- hace una pausa y mira muy seriamente a Yannmir –te seguiríamos hasta el fin del mundo y te haríamos pagar tu traición-
Con esas amenazadoras palabras, Gabriel el clérigo de Lemystral la diosa de la magia calmo a todos y dejo algo muy en claro ya que todos conocían a Gabriel y sabían que no era del tipo de personas que amenazaban por hacerlo, Gabriel cumplía lo que prometía y era una de las razones principales por las que todos en el grupo lo seguían y decidieron que fuera el líder de “Los Defensores”.
Aclarado todo, Gabriel se fue con Sart sin decir nada más, los demás en silencia obedecieron la orden de su líder de separase y buscar al traidor de Lornar por diferentes direcciones del pueblo de Sirgel.
Continuara…