Sam Bartram is a legend today.
He had retired with glory after six hundred and twenty-three games at the Charlton Athletic Football Club, on the outskirts of London. A true record, to which was added the fact of having been a "One Club Man", a distinction that fell to those players who kept the same Club throughout their professional career.
Sam retired at the age of forty-two.
Of those six hundred and twenty-three games that he played defending the goal of his beloved club, there is one that made his fame reach our days and make his stature even bigger.
It was Christmas 1937. That December 25, London had woken up covered in a dense fog. All the matches that were to be played on that date were suspended. All but one.
That day Bartram's Charlton Athletic faced Chelsea in the Premier League and would do so as a visitor at Chelsea's Stamford Bridge.
The fog was very thick and had come down to the stadium.
The referee gave the initial whistle and the first half started. Despite the dense fog, the match did not stop. At eighteen minutes Charlton Athletic converted the first goal.
Sam heard it from his goal and celebrated alone.
Thirty-five minutes into the game, a ball no one saw coming, dug into the corner of Sam's goal.
Nobody saw the goal.
Sam searched the back of the net for the ball and waited for someone to appear out of the fog.
The referee arrived and when he saw Sam with the ball in his hand, he charged a goal kick. No one questioned the decision. Except Sam Bartram.
"Your Honor... it was a goal.
The ball went into the goal. We have to move from midfield", Sam said before everyone's astonished eyes.
The referee congratulated Sam and validated the tie.
Sam was already the hero of the day. That day would make him immortal.
Second half started.
Sam positioned himself under the three poles, attentive, crouching. The fog thickened and devoured everything around. Sam, standing in the center of the arch, couldn't see his own companions. He had the feeling that his team was tilting the court and that they were the ones with more possession of the ball. He sensed that Charlton Athletic were closer to scoring the second goal because his team was ahead and it had been a long time since he had seen his defenders' backs.
He strained his eyes as much as possible, but even so he couldn't see anything.
Suddenly a shadow appeared out of the mist. Sam took position.
The shadow had long pants on.
It was a security agent who informed Sam that the game had ended fifteen minutes ago and that the two of them were the only ones left in the entire stadium.
That unforgettable event also occurred in the same match, on December 25, 1937, where Sam Bartram was also the protagonist.
The noble attitude of Sam Bartram is considered today the initial landmark of sportsmanship in football. That is why every December 25 the world also celebrates Fair Play Day.
Thank you Sam for your beautiful example.
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SAM BARTRAM
Sam Bartram es hoy una leyenda.
Se había retirado con gloria luego de seiscientos veintitrés partidos en el Charlton Athletic Football Club, en las afueras de Londres, un verdadero récord, al que se le sumaba además el hecho de haber sido un “One Club Man”, distinción que les cabía a aquellos jugadores que mantuvieron la misma camiseta durante toda su trayectoria profesional.
Sam se retiró a los cuarenta y dos años.
De esos seiscientos veintitrés partidos que jugó defendiendo la valla del club de sus amores hay uno que hizo que su fama llegara hasta nuestros días y lo hiciera más grande aún.
Era Navidad de 1937. Ese 25 de diciembre Londres había amanecido cubierto de una densa niebla. Todos los partidos que debían disputarse en esa fecha fueron suspendidos. Todos menos uno.
Ese día el Charlton Athletic de Bartram se medía con el Chelsea por la Premier League y lo haría en condición de visitante en el Stamford Bridge del Chelsea.
La niebla era muy espesa y había bajado hasta el estadio.
El árbitro dio la pitada inicial y arrancó el primer tiempo. A pesar de la densa niebla el partido no se detuvo. A los dieciocho minutos el Charlton Athletic convierte el primer gol.
Sam lo escuchó desde su valla y festejó en solitario.
A los treinta y cinco minutos, una pelota que nadie vio venir se clavó en el ángulo del arco de Sam.
Nadie vio el gol.
Sam buscó la pelota del fondo de la red y esperó que alguien apareciera de entre la niebla.
Llegó el referí y al verlo a Sam con la pelota en la mano indicó saque de arco. Nadie cuestionó la decisión. Salvo Sam Bartram.
-Señor Juez… fue gol.
La pelota entró en el arco. Hay que sacar del medio – dijo Sam ante la mirada atónita de todos.
El árbitro felicitó a Sam y validó el empate.
Sam ya era el héroe de la jornada. Ese día lo haría inmortal.
Comenzó el segundo tiempo.
Sam se ubicó debajo de los tres palos, atento, agazapado. La niebla se hacía más espesa y se devoraba todo alrededor. Sam, parado en el centro del arco no podía ver sus propios postes. Tenía la sensación de que su equipo estaba inclinando la cancha y que era el que mayor posesión de la pelota tenía. Presentía que el Charlton Athletic estaba más cerca de convertir el segundo gol porque su equipo estaba adelantado y hacía un rato largo que no le veía las espaldas a sus defensores.
Aguzaba la vista lo más posible, pero así y todo no llegaba a ver nada.
De repente una sombra apareció de entre la niebla. Sam tomó posición.
La sombra tenía pantalones largos.
Era un agente de seguridad que le informó a Sam que el partido había finalizado hacia quince minutos y que ellos dos eran los únicos en todo el estadio.
Otro hecho inolvidable ocurrido en el mismo partido, un 25 de diciembre de 1937, donde también Sam Bartram fue protagonista.
La noble actitud de Sam Bartram se considera hoy el mojón inicial de la conducta deportiva en el fútbol. Por eso cada 25 de diciembre el mundo también celebra el Día del Fair Play.
Gracias Sam por tu ejemplo.
Sam ya era el héroe de la jornada. Ese día lo haría inmortal.
Comenzó el segundo tiempo.
Sam se ubicó debajo de los tres palos, atento, agazapado. La niebla se hacía más espesa y se devoraba todo alrededor. Sam, parado en el centro del arco no podía ver sus propios postes. Tenía la sensación de que su equipo estaba inclinando la cancha y que era el que mayor posesión de la pelota tenía. Presentía que el Charlton Athletic estaba más cerca de convertir el segundo gol porque su equipo estaba adelantado y hacía un rato largo que no le veía las espaldas a sus defensores.
Aguzaba la vista lo más posible, pero así y todo no llegaba a ver nada.
De repente una sombra apareció de entre la niebla. Sam tomó posición.
La sombra tenía pantalones largos.
Era un agente de seguridad que le informó a Sam que el partido había finalizado hacia quince minutos y que ellos dos eran los únicos en todo el estadio.
Otro hecho inolvidable ocurrido en el mismo partido, un 25 de diciembre de 1937, donde también Sam Bartram fue protagonista.
La noble actitud de Sam Bartram se considera hoy el mojón inicial de la conducta deportiva en el fútbol. Por eso cada 25 de diciembre el mundo también celebra el Día del Fair Play.
Gracias Sam por tu ejemplo.
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