GlORIA AL PADRE

in #fe6 years ago

Antonio Pernía (*)

Orar a Dios, es una de las fortalezas que poseemos los cristianos, y como elegidos del Señor Jesús, debemos hacerlo diariamente para alimentar al Espíritu que mora en nuestros corazones, pues no solo la Palabra Santa se convierte en su sustento, sino que la oración reafirma nuestra fe en Cristo Jesús.
Es tan importante la oración, que aunque a solas la hagamos, esta nos protege del ataque del maligno, que ahora más que nunca se fija en nosotros por poseer la gracia de Dios, a quien diariamente rendimos gloria.
Satanás por sus celos, ahora quiere que los humanos le rindamos alabanzas, adoraciones y glorificaciones a su nombre, como príncipe de este mundo, y no acepta bajo ningún concepto, que nosotros los humanos seamos la unión de Dios aquí en la tierra.
El humano que se resista a romper esa gloria de nosotros dada a Satanás, para entregársela plenamente a nuestro Señor Dios, es atacado de forma implacable con múltiples calamidades, pero aun así Dios observa, y al final premia a su Siervo si se mantiene firme en la fe, como le ocurrió a Job, incluso al propio Jesucristo, a quien el diablo le dijo: “…a ti te daré toda esta potestad y la gloria de ellos; porque a mi me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tu postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.” (Lucas 4: 6-8).
Esta enseñanza bíblica, que aparece en el libro de Lucas, nos muestra claramente, que la gloria de nosotros le fue entregada a Satanás, una vez que fue arrojado del cielo hacia la tierra, pero que al ser enviado Jesús de Nazareth a nuestro mundo, las cosas se le complicaron al diablo, pues al comenzar a actuar como el Hijo de Dios, inició su ministerio de salvación, y la restauración del pacto.
“…Padre la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad a toda carne, para que de vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17: 1-3).
Es obvio, que esto es lo que le molesta a Satanás, por eso muchos de nosotros, los cristianos, pasamos calamidades, aflicciones y tribulaciones, pero aún así Dios vigila nuestra fe, y aunque no lo veamos, el Señor nos va moldeando como el verdadero oro, para que nuestro Padre nos glorifique, porque: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1Juan 5:12).
Sin embargo, la misericordia de Nuestro Señor Jesús están grande, que ruega diariamente por quienes creemos en él, incluso por los que no creen en su existencia, porque la gloria que el Padre le dio, la entrega a quienes creemos en él, para que seamos uno solo, asi como él es con su Padre.
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” (Juan 17: 23).
Entonces, debemos mantenernos firmes en la fe, orar a cada momento para que las tentaciones y el mal no nos arrebaten, porque entendemos que al recibir a Cristo Jesús en nuestros corazones, ya nosotros no somos de este mundo aunque estamos en este mundo, y por tanto, al creer en nuestro Señor Jesús, las molestias para el diablo son lacerantes, porque el fuego del Espíritu de Dios que mora en nosotros no lo deja tranquilo, y más aún cuando se siente desplazado al saber que le arrebataron la gloria. Bien claro lo dijo el Señor Jesús: “…Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36).
Por mi parte, yo me mantengo firme en la fe, para honra y gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, aunque este en el mundo del príncipe del mal, y aunque el diablo viva molesto conmigo por que mis glorificaciones y alabanzas ya no le pertenecen; porque “…Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37).

(*) Lic. en Comunicación Social/Obed del Señor
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