Aunque el PSG niega que el contrato del brasileño permita su salida, fuentes de la industria la cifran en 300 millones
Un escalofrío recorre el Parque de los Príncipes desde la noche del 17 de enero, cuando la hinchada local pitó a Neymar Júnior. En los días subsiguientes, el jugador alegó molestias musculares en dos convocatorias sucesivas, una de Ligue 1 contra el Lyón y otra de Copa de la Liga contra el Guingamp, al tiempo que su entorno filtró a L’Equipe, el medio de referencia, que al muchacho le entristecieron los silbidos y que, para colmo, no le agrada jugar en Francia porque le dan muchas patadas. La cuestión, entonces, repica constante en el mundo del fútbol: ¿qué le impide cambiar de club?
El Paris Saint-Germain asegura que Neymar, de 25 años, no puede marcharse porque el acuerdo que firmó le ata hasta 2022. El club niega tajantemente —por boca de su presidente, Nasser Al-Khelaifi, y de sus relaciones públicas— que exista una cláusula de rescisión en el contrato que rubricaron el verano pasado porque, explican, a diferencia de la Liga española, la Ligue 1 prohíbe estas disposiciones contractuales que automáticamente liberan a un futbolista de su vínculo con un club mediante el pago de una cantidad prefijada. También Marcos Motta, un abogado del jugador, insistió hace unos días a Radio Globo en que los documentos no contienen esta cláusula. Pero la duda persiste en la industria del fútbol. Una fuente empresarial vinculada al PSG y a importantes sociedades deportivas de Europa asegura a este periódico que conoce el contenido del acuerdo, y que no contiene cláusulas de rescisión pero recoge una intrincada fórmula jurídica que permitiría a Neymar cambiar de club antes del 1 de septiembre de 2018 si se cumplen una serie de condiciones, además del pago de 300 millones de euros en concepto de traspaso. En el entorno del futbolista incluso se cifra la base del salario que pediría en caso de salir de Francia: 50 millones de euros libres de impuestos por temporada.
Estas fuentes señalan que el contrato tiene “muchísimos flecos” y que el PSG accedió a introducirlos a modo de fórmula liberatoria porque no le quedó más remedio, dada su posición de debilidad durante la negociación en la primavera de 2017. Al Khelaifi hizo todo lo que estuvo en su mano para seducir al futbolista, estrella consolidada del Barça llamada a heredar el trono de Messi, y atraerlo hacia un club sin gran tradición. Entre las concesiones, se añadió una vía de escape a plazos. Cada año que pasa, es más barato dejar el PSG.
En el círculo íntimo de Neymar explican que a partir del 1 de septiembre las condiciones liberatorias serán mucho más flexibles todavía, pero que nunca se plantearon dejar París en 2018. ¿Para qué? El PSG, advierten, gira a su alrededor brindándole recursos materiales sin cuento para su confort y disfrute; las reglas las pone él; el entrenador se amolda a sus deseos; el nivel de la competición permite dosificar esfuerzos; y la presión de la hinchada es mínima, o al menos esa era la impresión hasta el 17 de enero.
Cuando Neymar reapareció ante su público, el sábado ante el Montpellier, los dirigentes del club orquestaron una verdadera campaña de acogida, exaltación y propaganda del brasileño. En las gradas, donde se desplegaron pancartas de apoyo —“Pitar a nuestros jugadores se opone a nuestros valores”, “Neymar-PSG-CUP unidos por París”—, en las redes sociales, y en los escaparates del estadio, que lucieron carteles en inglés: Paris loves Neymar.
El orgullo de Qatar
Culminó la movilización el propio Al-Khelaifi, que además de presidir el PSG es el máximo dirigente de BeIn Sports, la cadena que ostenta los derechos de retransmisión de medio fútbol europeo. En un acto en el que se emitió un vídeo con los goles de Neymar en el PSG por las pantallas del estadio, Al Khelaifi entregó al jugador el premio del sindicato UNFP al mejor futbolista de la Ligue 1 del mes de diciembre, y luego denunció una campaña de confusión de “la prensa española”. El presidente negó que Neymar tuviese opciones de fichar por el Real Madrid el próximo verano, como señalan “los rumores”. Cuando le preguntaron si estaba en condiciones de asegurar al 100% que el brasileño seguiría en París la temporada que viene, sentenció: “Al 100% no; al 2.000%”.
Al Khelaifi dio su palabra. Al hacerlo, su condición le colocó en un ámbito trascendental. No es un futbolista lo que está en juego. Es el honor de un líder que representa a Qatar, un país marcado por un profundo sentimiento de orgullo nacional. El PSG es la joya del emprendimiento deportivo del emirato y Neymar es su principal activo.
El fútbol es un negocio esotérico. Abundan los códigos opacos y en ocasiones resultan de una simplicidad pasmosa. A Neymar le habría bastado decir que cumpliría su contrato en el PSG para poner fin a la crisis. Es la etiqueta de rigor entre profesionales. Pero cuando este sábado el club le invitó a responder en público a los “rumores”, él se mostró sinuoso. “Soy feliz (...)", dijo. "He venido aquí a hacer historia (...). Durante mis años en Barcelona, en cada mercado se asociaba mi nombre a algo. (...) Los jugadores de calidad siempre están en el corazón de las especulaciones”.
Neymar remitió a su propia historia. Y su breve pero agitada historia revela que se fue de Barcelona antes de completar su contrato.