Uno de los relatos que se mantiene dentro de los creyentes es el que recogió el etnógrafo Antolinez (1945):

Hace mucho tiempo atrás la gente de Yaracuy recibió un aviso o premonición de que una niña de ojos verdes iba a nacer. Eso se consideraba una alerta, porque sus ojos podrían ser una señal de malos tiempos por venir y si veía su reflejo en el lago cercano, una monstruosa culebra podría salir de ella y traer muerte y destrucción. Bajo esta profecía, y justo antes de la conquista española, una niña de ojos verdes nació. Estaba destinada a ser sacrificada a la gran Anaconda, por el aviso recibido. El padre la salvó y la envió a un lugar secreto donde creció. Veintidós guardias la cuidaron en esa nueva casa y se encargaban enérgicamente de prevenir que la niña se acercara al lago. Un día los guardias se durmieron y ella se escapó de ellos. Fue al campo y encontró en su camino un bello lago, y con fascinación, vio su reflejo en el agua. Desde ese momento en adelante, ella tomó la forma de una anaconda y creció tanto que su cuerpo explotó y desbordó las aguas y trajo inundaciones al pueblo. Su cabeza estaba en la laguna de Tacarigua y su cola en la montaña de Sorte. Desde ese instante María Lionza se volvió la diosa protectora y dueña de las lagunas, ríos, cascadas; madre protectora de la naturaleza y animales silvestres.

En Venezuela es la Reina, la diosa, la madre del culto autóctono de Espiritistas Marialionceros. Es representada sobre una danta (tapir), con las manos extendidas en donde lleva una pelvis humana, símbolo de la fertilidad, en sus pies la danta aplasta unas serpientes símbolos de envidia y egoísmo.

¿Personaje histórico o mitológico? De eso hay mucho que ondear. Esta vez solo será esa diosa venezolana. En una de las imágenes que más recorre la web la presentan con un banderín amarillo que revela su misión principal:

Protectora de las aguas. Diosa de las cosechas.
Es ella esa deidad que cuida y protege a los venezolanos que en ella mantienen su fe. ¿Acaso lo mismo no sucede con Atenea en la ciudad de Atenas? Es la fe lo que mantiene vivo a un Dios y ella, María Lionza o María de la Onza, de la fe de los feligreses se alimenta y los alimenta de bienaventuranzas, dichas, esperanzas y protección.

María Lionza ha sido musa para cantantes como Rubén Blades y Willie Colón; para poetas como Vicente Rafael Pereda Flores, José Parra e Isabel Seren; pintores como Pedro Centeno y Víctor Millán, para el escultor Alejandro Colina.

Al igual que deidades olímpicas, nórdicas, romanas y otras tantas, ella también se manifiesta –dicen los creyentes– a través de animales como mariposas azules, serpientes, toros. Peculiarmente, esta deidad venezolana –única y autóctona de la nación– en su culto no acepta como ofrenda animales muertos ni la sangre de ellos. Es un pecado capital. No solo en Yaracuy también en toda Venezuela, la vida de un animal tan pequeño como lo es la hormiga o tan peligroso como lo es un ciempiés es sagrada.

María Lionza es Venezuela. Es esa mujer que sin importar razas, color y creencias escucha, ampara, consuela, protege e ilumina a todo aquel que la necesite. Habita no solo en Yaracuy, sino también en los corazones de los creyentes.

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Es un honor poder compartir con todos ustedes un poco sobre María Lionza, diosa y reina venezolana, en este espacio que nos brinda el @EquipoCardumen en La Lechuza de Minerva.

@GythanoBonfak (Víctor José Betancourt Yéndez)*. Politeísta, creyente en la inexistencia de lo imposible. Adulto Scout y estudiante del 9º semestre en Educación, Mención Castellano y Literatura, en la Universidad de Oriente (UDO). Ganador del Concurso de Poesía promovido en la «IV Jornadas de Investigación Lingüística y Literaria “Semana de la Lengua y del Libro”» de la UDO con el poemario Gitano por... ¿devoción o generación?