Por algún lado se tiene que comenzar. El Diario (I)

Nunca he resaltado por saber cómo comenzar algo, ya sea una conversación, un proyecto, un dibujo o incluso la limpieza de la casa.
Así que sólo me voy a presentar, por los momentos.
Para efectos prácticos, mi nombre es Margarita (ya que no poseo más afecto que el recuerdo de mi abuela como primer nombre), tengo a la fecha de hoy 20 años y 9 meses; soy venezolana, con ligación directa por parte de padre a Portugal; me crié en Venezuela, con dos abuelas firmemente católicas y protectoras.
Soy tremendamente despistada, me gusta crear historias y mundos imaginarios, tengo problemas de autoestima y una gran ansiedad social, lo cual me hace casi imposible socializar (y aún siendo consciente de ello, soy incapaz de hacer algo).
En Junio de 2017 tomé un avión que me llevase fuera de Venezuela y emigré con destino a Portugal (siendo lusodescendiente, esa puede parecer la opción más lógica).
Ahora, ¿Qué tenía antes de tomar esta desición?

1. Tenía una casa donde vivía con mi mamá y mi perro.
2. Cursaba (y finalicé) mi tercer año de Derecho con un promedio notable.
3. Un nivel de vida intermedio (lo cual, tomando en cuenta la situación venezolana, me convertía en una de los privilegiados).
4. Un novio el cual conozco de toda una vida.
5. 345 días sin salir de casa para otra cosa que no fuese ir a la universidad y a la iglesia (excepto las contadas ocasiones en que visitaba a mi abuela).

La lista no parece larga y el último componente es realmente desconcertante, al menos desde mi punto de vista. Pero de hecho, no podía contabilizar más nada.
Claramente, gran parte de mi familia directa aún se encontraba cerca de mi rango de acción y contaba con métodos de distracción que me ayudasen a ignorar mi encierro, el cual no era del todo voluntario.
Podría perder miles y miles de posts hablando sobre la situación de Venezuela, podría explicar detalladamente lo que era la vida en lo que solía llamarse la segunda ciudad de Venezuela (puesto que nunca viví ni aprecié la Capital), pero sería muy difícil mantener un Diario de esa forma. Si alguien lo solicitara, capaz dedicaría post especiales a eso, pero definitivamente no este espacio. Así que la mejor esplicación es que mi encierro no voluntario no era más que miedo. Punto. Miedo de que algún degenerado social decidiese que estaba muy aurrido y que su diversión momentánea sería quitarme la vida. O de que algún ladrón de poca clase considerase que era necesario clavar una bala en mi cuerpo para quedarse con mi teléfono (que nunca nada ha valido una bala en el organismo de un individuo).
Esta soy yo, esta es mi experiencia y este es mi Diario (o más como un sitio donde exploto con mis sentimientos).
Y entonces así comienza, de forma tétrica, misteriosa y aterradora.
Porque es así como me sentí el día que pisé por tercera vez el suelo lusitano.
Así comenzó todo el 19 de Junio del 2017.