"La creación intelectual es el más misterioso y solitario de los oficios humanos."
Gabriel García Márquez.
Quien fuera escritor, periodista y guionista de cine, Gabriel García Márquez, mejor conocido como “Gabo”, no solo fue excelente periodista y escritor, sino también un extraordinario narrador de la realidad.
Sus novelas de ficción son trabajos intelectuales que están basados en la realidad, pues se encargó de plasmar en dichas novelas la vida de la costa colombiana. En una entrevista respondió “No hay en mis novelas una línea que no esté basada en la realidad.” Basta con leer sus novelas y leer sus memorias para darse cuenta de lo que relata es lo que desde niño observó, percibió y vivió. Muchos episodios y vivencias de sus personajes son vivencias propias.
Con la frustración de pensar que nadie de su época sería capaz de plasmar la realidad de su sociedad en una o varias obras de literatura, como lo habría hecho un escritor europeo en una época anterior a la suya, este insigne escritor se dedicó a ser un lector empedernido, que pasaba noches de insomnio leyendo cuanto libro le cayera en las manos y sin saber llegó a ser ese escritor que tanto añoraba que pudiera narrar la realidad de su época, ¿por qué no habría de nacer en esta época un escritor que relate nuestra realidad? Sería una pena esperar Cien Años de Soledad literaria para ver otra vez a un “Buendía” con la bendición literaria de las mariposas amarillas de relatar su realidad, nuestra realidad, con la única y magnífica ficción que proviene de ella misma. Que irrumpa nuestro menú literario con sus obras de realismo fantástico así como el “De pronto” de ese remolino que llegó con la hojarasca y la compañía bananera y echó raíces en Macondo, ¿Quién será capaz de alcanzar tal nivel? O por lo menos acercarse a él y desmenuzar la más sublime magia de nuestra vida, con sus alteraciones inocentes que son necesarias para la comprensión de cada texto, para darle ejercicio a nuestra mente, para seguir excavando los túneles de nuestra imaginación y estos a su vez puedan llenarse de creatividad para comprender y cambiar esa realidad que nos relatan, porque no cambiaremos nada si no logramos comprender e imaginar, si no logramos darle rienda suelta a nuestra creatividad.
Para pensar en nuestra vida –la propia y la ajena- no como una línea con dos o tres instantes de felicidad, sino entender que incluso en los instantes de soledad, así como de felicidad, no son solo escuela y universidad, sino que va más allá, nuestra vida está en lo mágico de nuestra cotidianidad.
Que la percepción que tenemos del amor puede ser derrumbada y vuelta a construir y darle un vuelco al concepto, porque hoy en día creemos que quien ama es débil, quien ama pierde, pero quién ama no es débil, quien ama es capaz de degustar la vida, quien ama es capaz de verla y apreciarla tal y como vaya llegando porque ese quien no es débil para amar, no será débil para apreciar, para empatizar y para cambiar.
Yo pienso que no solo tenemos que esperar 100 años para volver a ver a aun Buendía, sino que tendremos que vivir toda una vida sabiendo que jamás se escribirán líneas como las de Gabo.